Cultivar la espiritualidad
Algunos le dicen rezar, otros meditar y aunque parece que son distintas, estas dos acciones tienen puntos en común, como los beneficios de cultivar la propia espiritualidad. Según la terapeuta e instructora de yoga María Eugenia Badani, la meditación es un estado de conciencia interna de reconocer la propia existencia. “Todo lo que pueda entablar conexión con tu propio ser, es como buscar las respuestas dentro de ti. El rezo puede ser también la conexión con lo espiritual, con esa fuerza creadora que algunos llaman dios y otros llaman energía, pueden llamarle conciencia, vida misma, esa energía es divina, pero vive en ti, en tu ser”, comenta.
El doctor en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, Marcelo Mendes Facundes, explica que en las últimas tres décadas existen innumerables investigaciones en el campo de la salud que miden variables relacionadas con la espiritualidad y las prácticas religiosas como por ejemplo rezar. Estos estudios, en su mayoría, han sido llevados a cabo en ambientes hospitalarios.
La espiritualidad y sus prácticas como la de meditación y el uso de técnicas como la relajación, la imaginería, al igual que el soporte de un grupo social, principalmente, posibilitan estados de “tranquilidad” que favorecen los procesos cognitivos y la salud mental y física en las personas en tres aspectos: consigo mismo, con los demás y con el futuro, lo que implica que pueden ser empleadas como estrategias terapéuticas en procedimientos psicológicos multimodales.
Por otra parte, dice Mendes Facundes, cabe señalar que la mayoría de las investigaciones han sido desarrolladas y publicadas en países anglosajones, por tanto se debería estar atento a las publicaciones y estudios realizados en el contexto latinoamericano.
RECONOCERSE
Badani explica que, entre los beneficios de cultivar la espiritualidad está el proceso de incorporar y sentir la reconexión con los propios saberes. “Por ejemplo, reconocer cómo están tus emociones, tu energía, salud, el amor hacia uno mismo, la relación con los demás, cómo te conectas mucho más con lo que existe, la meditación es ir hacia adentro, no estamos pidiendo, porque en un rezo se puede pedir. Al pedir uno se pone en situación de carencia, pensar que no se tiene lo que se pide, pero al meditar uno se da cuenta de que eso lo tienes en potencia, pero no se está logrando ver, no se está observando de una forma real”, añade
Mendes Facundes asegura que la fe constituye una dinámica psíquica indivisible de la experiencia subjetiva y que es un proceso más de nuestra cognición, fundamental en los procesos de aprendizaje y en los de relaciones en los seres humanos. La fe tiene que ver no sólo con transcender, sino con poder construir estructuras mentales que no siempre son posibles por la vía de la razón únicamente.
El doctor en psicología hace énfasis en que la fe puede estar ligada o no a la religión. “Para esto tenemos que distinguir entre espiritualidad y religiosidad. La espiritualidad está relacionada con la búsqueda personal para entender las respuestas a las últimas preguntas sobre la vida, su significado y la relación con lo sagrado o lo transcendente, que puede o no conducir al desarrollo de rituales religiosos y la formación de una comunidad. Y cuando hablamos de religión es un sistema organizado de creencias, prácticas, rituales, y símbolos creados con el intuito para facilitar la cercanía a lo sagrado o con la transcendencia (con la idea de un dios, un poder más alto, la verdad o la realidad última)”.
Por lo tanto, añade que ser religioso puede ser una opción, mientras que la espiritualidad hace parte de nuestro repertorio subjetivo como seres humanos, ya que todo el tiempo las preguntas sobre la significación y el sentido de la vida están presentes en nuestra cognición o en nuestros actos de una manera o de otra, ya sea en un grupo político, en un movimiento artístico o en una comunidad.
SENTIDO COMÚN
Mendes Facundes comenta que la importancia de estas instancias subjetivas radica sobre todo en que la fe provee significado a los sucesos de la vida, que muchas veces no pueden ser explicados por medio del sentido común. “La fe participa en la construcción y articulación del sentido personal. Así como los pacientes que suelen acudir a nuestra consulta psicológica en momentos de crisis, donde buscan encontrar respuestas a las preguntas difíciles de la vida, de la existencia. La fe muchas veces articula sentidos y significados a los sujetos que pueden ser beneficiosos a la salud del individuo”.