Ojos sanos en cuarentena
En esta cuarentena, el teletrabajo y los pasatiempos se han reducido a las pantallas y no cabe duda de que los ojos sean los principales órganos afectados.
El médico oftalmólogo del Instituto Oftalmológico de Cochabamba Sergio Luján explica que las pantallas en sí mismas no son dañinas para la vista, ya que las radiaciones que emiten (Luz Azul-Violeta, AV) no son capaces de dañar las estructuras oculares. Sin embargo, aclara que sí llega a ser perjudicial el uso que hacemos de ellas, especialmente en relación al tiempo que se les dedica (periodos prolongados e ininterrumpidos de exposición a Luz AV). Otro aspecto nocivo que señala son las escasas precauciones que se adoptan para evitar la fatiga visual y llegar a la sospecha de daño ocular a largo plazo.
El médico oftalmólogo Ramiro Aguilar indica que la consecuencia más común de sobrexponer los ojos a las pantallas es que se produzca resequedad por exposición o evaporativa de la superficie ocular. Expone que este tipo de sequedad es causado por la alteración y exposición del ojo ante el parpadeo, que se ve alterado en su tiempo normal exponiendo así la superficie ocular. A ello suma los factores climáticos como el de Cochabamba, “efectivamente menos contaminado ahora, pero seco”, agrega.
AFECCIONES MÁS COMUNES
Aguilar apunta que una de las afecciones más comunes en pacientes por la actividad que realizan frente a las pantallas es el cuadro de ojo seco. “Por lo general, se caracteriza por lesiones en la superficie del ojo (córnea) y en la conjuntiva, donde se produce acciones de tipo inflamatorio (heridas)”, dice. Especifica que los síntomas son molestias, visión borrosa, ardor, sensación de cuerpo extraño y lagrimeo común.
Luján apunta que otra afección común es la fatiga o cansancio visual, conocida como Síndrome Visual Informático (SVI), que define como el conjunto de signos y síntomas que se generan en periodos prolongados de exposición. Dependiendo de cada persona en particular, detalla que el SVI se presenta con: irritación ocular (ojo rojo sin dolor), picazón, ardor, visión borrosa, lagrimeo, hipersensibilidad a la luz y dolor de cabeza (con o sin dolor de cuello u hombros)
¿EXISTE EL TIEMPO DE EXPOSICIÓN IDEAL?
“No existe un tiempo máximo por el cual se pueda afirmar que va a haber una fatiga visual significativa y sintomática. Todo dependerá de cada caso, de las exigencias y necesidades visuales de cada persona, de su edad y de sus características oculares, estructurales y funcionales”, responde Luján e insiste en que por ello es importante aprender a reconocer los síntomas del SVI. Sin embargo, aconseja seguir la regla del 20-20-20, la cual consiste en tener 20 segundos de descanso cada 20 minutos frente a una pantalla, enfocando la mirada a más de 20 pies (6 metros).
Aguilar acota que en climas como los de Cochabamba, generalmente, se va a tener un ojo seco inmediatamente después de que el parpadeo ya no esté protegiendo al globo ocular. “Una actividad prolongada, hablo más allá de una hora o dos horas, ya va a generar una respuesta de tipo inflamatoria en la superficie ocular”, asegura. Por ello, recomienda limitar los tiempos si estos no fuesen importantes o imprescindibles.
Luján acota que es primordial mantener una distancia adecuada entre los ojos y la pantalla del dispositivo, sugiere que debe haber un espacio de entre 40 y 50 centímetros.
LOS ERRORES MÁS COMUNES
• Uno de los errores más comunes a cometer en esta cuarentena es la razón por la que se publicó esta nota: la exposición prolongada y sin protección a las pantallas. Luján asegura que todas las franjas de edades están expuestas a ello. No obstante, remarca que son los niños los más perjudicados y que las consecuencias se agravan ante la imposibilidad de pasar horas al aire libre. Apunta que diferentes estudios sugieren que la sobre exposición a las pantallas en la infancia (4-12 años) incide en el desarrollo de la miopía.
• Aguilar sostiene que otro error común que cometen las personas es el de pensar que la luz sea la causante de la alteración y disminuir la intensidad de esta para cuidar sus ojos. El especialista desmiente esta creencia.
• “Tocarse los ojos con las manos sucias es la vía más común de llevar patógenos a la mucosa conjuntival, causante de las diferentes conjuntivitis, siendo una de las vías de contagio del Covid-19 (no así un signo común de esta enfermedad)”, afirma Luján.
• Luján explica que frotarse frecuentemente los ojos debilita la red de colágeno que se encarga de preservar la curvatura normal de la córnea.
CONSEJOS PARA EL CONFINAMIENTO
• “El cuidado más importante quizá es el de evitar tiempos intrascendentes o sin necesidad con los artefactos lumínicos (monitor, celular o tabletas)”, asegura Aguilar.
•Luján recomienda usar lágrimas artificiales (lubricantes oculares), ya que el trabajo prolongado frente a un monitor disminuye de forma inconsciente el parpadeo normal. Aguilar sugiere hacerlo incluso cada 30 minutos si fuese necesario. El especialista aclara que, si hay síntomas, uno debe consultar a su oftalmólogo para evitar se complique su cuadro.
• Luján dice que es importante regular el brillo de los dispositivos electrónicos. Recuerda que hoy en día algunos ya vienen con la opción de activar modos con tonos más cálidos, visión nocturna y bloqueo de luz azul.
• Usar protección, ya sean filtros o anteojos de descanso llamados antireflex (antirreflejo y bloqueo de luz azul), es otra de las recomendaciones de Luján.
• “Mantener una temperatura ambiente ‘normal’. Demasiado tiempo expuesto al aire acondicionado o radiadores provoca sequedad ocular”, alerta Luján y sugiere también iluminar bien el espacio para no forzar la vista. “Con una luz de ambiente en el techo, puedes reducir la sobrexposición”, acota.
COMER BIEN PARA VER MEJOR
Además de cuidar y fortalecer el sistema inmune, no debemos olvidar en esta cuarentena qué órganos pueden verse afectados. La médico nutrióloga Verónica Ayala señala que los nutrientes que colaboran en la mejora y mantenimiento de una visión óptima son:
• Vitamina A: hígado, zanahoria, brócoli, camote, mantequilla, espinacas, zapallo, melón y arvejas.
• Vitamina C: ciruela, guayaba, mora negra, pimentón, perejil, kiwi, uva, frutilla, naranja, limón y lima.
• Vitamina D: pescado azul (salmón o sardinas), aceite de hígado de bacalao, champiñones, huevos enteros, lácteos enriquecidos enteros (leche y yogurt natural) y soya.
• Vitamina E: brócoli, espinaca, trigo, levadura de cerveza, yema de huevo, aceites vegetales (de oliva, soya, maíz, cárcamo), margarina, mayonesa, nueces y almendras.
• Omega 3: pescados azules (especialmente especies grasas como atún, salmón o sardinas), además de suplementos nutricionales.
• Xantófilas (derivados oxigenados de los carotenoides). Luteína: pimentón, repollo, lechuga, espinaca, maíz, yema de huevo, kiwi, uvas. Zeaxantina: espinaca, brócoli, maíz, semillas de trigo, acelga y espárragos.
• Zinc: yogurt, carne de res, hígado, huevos enteros, frutos secos (nueces, avellanas), semillas de girasol y zapallo, lentejas y porotos negros.