El futuro de la locomotora económica boliviana
Entre las eras de la plata y el estaño potosinos, el gas tarijeño y el caucho beniano, paulatinamente fue emergiendo el desarrollo de Santa Cruz. En las últimas décadas, el progresivo aprovechamiento de sus diversos potenciales le hizo ganar un mote prometedor. ¿Será que llegó la era de la “locomotora cruceña” del desarrollo boliviano? En tiempos de pandemia y baja de otros factores, la perspectiva parece acentuarse.
Como base, Santa Cruz tiene el poder de ser una agrodespensa nacional y parte de un eje mundial de provisión de alimentos. Pero se debate en dos visiones sobre cómo aprovechar ese potencial. “Santa Cruz y Bolivia en general tienen una gran capacidad agropecuaria —dice Federico Martínez, gerente de la Federación de Cañeros del departamento—. Y si hay algo que el mundo va a demandar en una forma importante en los próximos años, serán los alimentos. Para ello, se deben crear todas las condiciones posibles y aumentar nuestra capacidad productiva, la productividad de nuestras tierras y el acceso a los mercados globales”.
Esa visión une a tirios y troyanos cruceños. Donde las disputas se desatan es cuando surge en la propuesta una palabra de diversa comprensión tecnológica: “biotecnología”. Para ciertos y vigorosos sectores empresariales significa, especialmente, el uso de organismos genéticamente modificados (OGM), más conocidos como transgénicos. Mientras que para otros sectores empresariales y un creciente número de organizaciones ambientalistas biotecnología, implica basar la producción en técnicas altamente amigables con la naturaleza.
- Alimentos sí, pero…
Ambos señalan el perfil de los mercados y los potenciales de crecimiento en una guerra que no ha dejado de atizarse. “La locomotora económica boliviana hoy genera más de mil millones de dólares en exportaciones de soya, 10 mil empleos directo y 15 mil indirectos”, dice un reporte de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO). Aquel sector ha señalado que, de haber tenido más apoyo estatal, con mayores autorizaciones para semillas transgénicas y liberación de mercados, habría duplicado esas cifras desde hace ya una década.
Pero la respuesta de las organizaciones ambientalistas asegura que la locomotora usa un motor demasiado costoso y hasta deficitario. Se ha denunciado que los soyeros pagan impuestos inferiores entre 12 y 35 veces en relación a sus pares del resto de los países sudamericanos con lo que su aporte al Estado resulta mínimo. También se afirma que buena parte de los empleos generados son temporales y precarios, mientras aumenta la automatización mecanizada. Y se cuestiona los graves daños ambientales que la deforestación y las quemas han causado sumados a un rendimiento que, pese a los transgénicos ya autorizados, ha subido apenas. Ello al margen de la propia polémica internacional incorporada que traen los OGM.
- La opción orgánica
¿Alternativas? “Hay varios emprendimientos que se están llevando adelante con un bajo perfil —dice Miguel Crespo, director Productividad Biósfera y Medioambiente (Probioma) —. Hay una producción orgánica, no sólo de granos, sino de soya, chía, sésamo, etc. que muestran que el camino debía ser por ahí. Es decir, se debe hacer un giro de un sistema de producción transgénico y convencional hacia un sistema de producción agroecológico. Siempre se menciona que la agroecología es para pequeñas áreas, pero ya hay emprendimientos que demuestran lo contrario. Baste con señalar las grandes extensiones de sésamo y chía destinadas a la exportación que hay en el país”.
El ejecutivo añade que los requisitos para esos alcances implican una relación más armónica con la naturaleza, el no uso de químicos, un control biológico y el establecimiento de bosques de protección. Suma también el potencial de producción de frutas silvestres de alto valor proteínico, hoy más valorada a raíz de la pandemia, que ofrece la biodiversidad cruceña. Finalmente, añade que incluso en el campo ganadero ya se han desarrollado técnicas homeopáticas en un manejo amigable con la naturaleza. Cualidad que le reditúa un valor agregado a aquella producción.
Frente a ello, la CAO y el empresariado han asegurado que su sector, en base al modelo actualmente establecido, ha hecho que Santa Cruz genere el 70 por ciento de los alimentos que consume Bolivia. Señalan a la cadena oleaginosas y ganado como base de la alimentación boliviana. Pero como respuesta se les ha observado que el modelo implica una serie de círculos viciosos altamente contaminantes y destructivos. Citan como ejemplo la creciente importación de frutas y hortalizas en la que incurrió el país en los últimos años.
El debate ha tomado creciente intensidad, pero el norte de la locomotora queda claro, son los alimentos. Aquello no sólo es fruto de la reflexión interna y visiones generales, lo respaldan estudios más minuciosos. “Varios consorcios internacionales han señalado a Santa Cruz como uno de los vértices del triángulo mundial de la alimentación —explica el politólogo, economista y diplomático Agustín Saavedra Weise—. Un triángulo que se extiende entre Santa Cruz, Sao Paulo y Bahía Blanca. Cada lugar tiene su razón de ser: Bahía Blanca es un puerto de aguas profundas; Sao Paulo, el mayor centro industrial latinoamericano, y Santa Cruz es área de importancia geoeconómica y geoestratégica única”.
- Importancia mundial
El analista subraya que en esa definición coincidieron diversos renombrados expertos en geopolítica, como Mario Travassos, ya desde los años 40 y que las previsiones se fueron cumpliendo. Recuerda que gran parte del desarrollo boliviano reciente sólo fue posible a partir del desarrollo cruceño y las ventajas que ese proceso le añadió al país. “La pandemia ha sido una desgracia mundial y Bolivia no ha podido escapar de ella —explica Saavedra Weise—. Pero, en ese contexto, Santa Cruz va a volver a ponerle el hombro no sólo recibiendo la migración interna, sino con su capacidad de explotación agropecuaria que está subutilizada. El país que vende alimentos, en la geopolítica mundial, siempre tendrá una ventaja que no cualquier país tiene”.
- Más allá de los alimentos
Tanto Federico Martínez como Miguel Crespo y Agustín Saavedra Weise proyectan, a partir del potencial alimenticio, las siguientes etapas del desarrollo cruceño. Martínez añade la idea de la economía naranja. Crespo de una profundización del desarrollo agroecológico basado en la riqueza genética de los productos que posee la biodiversidad cruceña. Saavedra cita las fases secundaria (agroindustrialización y tecnología) y terciaria (servicios) del desarrollo económico.
Fases que, en diversas intensidades, en las últimas décadas, ya se habían ido proyectando. “Santa Cruz tiene el potencial de su extraordinaria riqueza paisajística que besa los Andes y se expande hacia el Chaco —advierte el consultor Joaquín Baigorria—. Surgió además con un notable proyecto urbanístico, con infraestructura muy bien encaminada hacia el turismo, grandes espacios académicos y un eje de negocios casi perfectamente ubicado. Pero entre la dejadez de varias autoridades y un voraz capitalismo inmobiliario ha perdido varios puntos que debería recuperar”.
Este urbanista y sociólogo advierte que la capital cruceña debía haberse convertido en un atractivo modelo de modernidad con vastos espacios verdes. Añade que se esperaban saltos hacia la seguridad ciudadana, vial y ambiental con una articulación hacia sus destinos turísticos. “Pero se está fragmentando los sueños de varios proyectistas brillantes y la ciudad de los anillos tiende a perder los encantos con los que habría apuntalado a ese centro de convenciones, académico y de negocios que aún promete ser. Está muy maltratada la obra que se había iniciado, con proyectos improvisados, destructivos y contaminantes. Esperemos que eso cambie cuando haya nuevos alcaldes y gobernadores”.
El analista alude nuevamente al plus de la ubicación geoestratégica cruceña que suma al aeropuerto de Viru Viru como un eje de interconexión internacional más sus vías terrestres y acuáticas. Pero también recuerda que “sólo el parque Amboró tiene más especies de aves que toda Costa Rica. Y gran parte de los ingresos de ese país viene de la práctica turística de la observación de aves que fascina a europeos y japoneses. Eso se repotenciará poco a poco en los siguientes años”.
- El liderazgo cruceño
Por otra parte, no sobra recordar que la locomotora económica del país hoy genera el 40 por ciento de la producción de gas gracias a los campos ubicados en el territorio cruceño. Tampoco se olvida que una de las seis mayores reservas de hierro del planeta, el Mutún, se halla en territorio cruceño bajo una muy incipiente explotación, al margen de otras riquezas minerales. Pero además este departamento posee los mayores reservorios de agua del país tanto a partir de su vigorosa cuenca amazónica como de los ríos aéreos que cruzan su territorio. Y sabido es que el agua ha sido definida como el recurso mundial clave del siglo XXI.
Los analistas consultados han añadido además que la dinámica interna cruceña suma, incluso, algo que siempre le faltó a Bolivia: un creciente mercado interno. Ello porque se volvió un polo de inmigración, nacional e internacional, donde ya conviven más de tres millones de personas con una proyección a ser 7,2 millones en 2032. Su potencial gravitatorio y características serían además favorecidos en base a una articulación complementaria con los valles y los Andes.
Las cifras de base resultan elocuentes: El Producto Interno Bruto (PIB) regional en 2019 ya había superado los 10 mil millones de dólares. Vale decir que de cada 10 dólares que se generaban en Bolivia, tres correspondían a Santa Cruz. El PIB del departamento había crecido un 6,7 por ciento, en tanto que el promedio del país fue cercano al 4,5 por ciento. Mientras que la expansión de su economía mantuvo un crecimiento promedio de más del 5 por ciento desde hace más de 17 años. Un sentido que, tras el golpe de la Covid-19, con probablemente otras cifras tiende a mantenerse en el tiempo.
“En suma, el departamento de Santa Cruz posee todos los ingredientes activos para pasar de locomotora a leña amazónica a locomotora a levitación magnética, esa de los trenes bala —dice Baigorria—. Confiemos en que más pronto que tarde se sumen los talentos adecuados para lograrlo”.