Esos países que legalmente no existen
Un país oficialmente inexistente acaba de atizar rencores entre sus dos vecinos, poner en alerta a tres potencias (Rusia, Turquía e Irán) y alarmar a más de medio mundo. Se trata de Nagorno Karabaj, tiene una extensión de 11.458 kilómetros cuadrados y algo más de 150 mil habitantes. Es decir tan pequeño que ocuparía la tercera parte del departamento de Tarija y tendría menos de la tercera parte de su población. Cuando se escribían estas líneas, debido a la condición de este Estado ya corría una semana de combates, con cientos de muertos, entre sus vecinos de Armenia y Azerbayán.
Nagorno Karabaj es uno de los 14 Estados de facto que hay en el planeta. Estados de facto, o sea de hecho, y no de derecho. Son territorios que se hallan dentro de un país oficialmente reconocido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Estos singulares Estados han declarado unilateralmente su independencia con la aprobación de sus habitantes y, frecuentemente, el apoyo de algunos otros países.
La problemática de los Estados de facto afecta a aproximadamente a 40 millones de personas en tres continentes. En Europa hay seis casos, en África, tres; y en Asia, cuatro. Algunos de la lista son más conocidos que decenas de países oficiales. Bastará señalar que Taiwán y Palestina son, probablemente, los miembros más destacados de este sui generis y beligerante conjunto.
- Potencia no reconocida
El caso taiwanés permite colegir que no ser aceptado en la sociedad de las naciones del planeta no impide alcanzar formidables niveles de desarrollo económico. Con sus casi 24 millones de habitantes repartidos en una isla de 36 mil kilómetros cuadrados (2.000 menos que Tarija) le planta cara a la segunda potencia del mundo (China) desde hace siete décadas. China también le niega independencia al Tibet y a la región de Xin Jiang, probablemente los Estados de facto más frágiles del planeta.
Actualmente, la lista de este tipo de países se halla integrada por: Abjasia, Ajaria, Nogorno Karabaj, Kosovo, Osetia del Sur, Palestina, Puntlandia, República Turca del Norte de Chipre, Sahara Occidental, Somalilandia, Taiwán, Tíbet, Transnistria y Xin Jiang.
En la mayoría de los casos la intención de estos países es separarse de otros países tras décadas de divergencias regionales. En otros se trata de guerras no finalizadas. Los problemas surgen, como en el caso de Nagorno Karabaj, ante la alteración de los intereses de sus vecinos o cuando afectan a potencias mucho más poderosas y que son miembros del Consejo de Seguridad de la ONU. En este caso el poder de veto de las afectadas cierra toda puerta de ingreso.
Un Estado de facto adquiere esa condición cuando suma los elementos necesarios para ser reconocidos internacionalmente como Estados de derecho y especialmente seis: independencia declarada, legitimidad gubernamental sobre una determinada población y territorio; institucionalidad y prestación de servicios públicos; servicios de seguridad y fuerzas armadas.
- Enredo ruso
Europa resultó el continente más afectado por estos casos debido a la caída del imperio soviético y la disolución de la Federación Yugoslava. Allí suman, junto al caso de Nagorno Karabaj, los de Transnistia, Kosovo, Abjasia, Ajaria y Osetia del Sur. Estos tres últimos casos aluden al país más afectado por los Estados de facto en el planeta: Georgia. Curiosamente, Georgia tiene apenas algo más de 64 mil kilómetros cuadrados de territorio, casi equivalentes al departamento de Pando, y 2,5 millones de habitantes. Si los tres Estados separatistas lograsen sus aspiraciones la región se convertiría en la de mayor densidad de Estados del planeta.
Los juegos de intereses mayores son evidentes en torno a Georgia y a sus incómodos sacudones separatistas. Georgia se ubica en el estratégico paso que une a Asia y Europa y desde su separación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en 1991, fue recurrentemente tentada a unirse a las fuerzas e influencias de Europa occidental y Estados Unidos. Entonces los problemas étnicos y regionales internos se vieron potenciados y sus Estados de facto internos recibieron un vigoroso apoyo de un poderoso vecino: Rusia.
Diversos enfrentamientos e incluso una invasión rusa en 2008 afectaron a la zona en las últimas tres décadas. Toda negociación para el reconocimiento de estos países choca con el veto de alguna de las potencias miembro del Consejo de Seguridad de la ONU. Sin embargo, pese a que estos conflictos ruso-georgianos han causado decenas de miles de muertos, esta crisis es aún menor a la que a fines de los 90 afectó a los Balcanes por causa de otro Estado de facto, es decir, Kosovo.
Kosovo, con sus 11 mil kilómetros cuadrados y 1,8 millones de habitantes es uno de los Estados de facto con mayor notoriedad en los últimos 20 años. Los conflictos han sido permanentes. En 1974, la Federación Yugoslava, a la que pertenecía desde 1913, le otorgó a Kosovo el estatus de provincia autónoma. Pero en 1989, el presidente de Yugoslavia, Slobodan Milosevic, abolió la autonomía y de inmediato se iniciaron los conflictos, surgiendo el Ejército de Liberación de Kosovo, que atentó contra objetivos serbios.
En medio de la fragmentación yugoslava, Serbia se resistió en 1999 a cualquier propuesta de separación kosovar, dado que considera la región la cuna natal de los serbios. Ello pese a que con el paso de los siglos Kosovo se fue convirtiendo en una zona de marcado predominio albanés. Los conflictos derivaron en una intervención militar internacional con fuerzas de la OTAN. La región pasó luego a estar bajo administración de la ONU gracias a la resolución 1244 del Consejo de seguridad, con el objetivo de mantener la paz en la región. Ni China ni Rusia aceptan la propuesta de independencia kosovar y el Estado de facto cumple ya 21 años.
El otro país no reconocido que afecta a Europa es de difícil pronunciación: Transnistia y reclama el territorio al este del río Dniéster, suman algo más de 4.000 kilómetros y 520 mil habitantes. Sin embargo, Moldavia, ubicada, con sus 30 mil kilómetros cuadrados, a su vez, entre Ucrania y Rumania, no reconoce la secesión y considera esos territorios controlados parte de la región autónoma moldava.
Sucede que la mayoría de la población de Transnistia tiene raíces e idioma ruso o ucranianos. Mientras que el resto de Moldavia es de origen rumano. Tras la disolución de la URSS, se temía una unión rumano-moldava. Entonces, nuevamente, los rusos jugaron sus cartas en zonas separatistas. El problema llegó desde entonces al statu quo llamado Estado de facto.
Las pugnas entre griegos y turcos también han forzado la existencia de la República Turca del Norte de Chipre (3.355 kilómetros cuadrados y 300 mil habitantes), otro de los Estados de facto que controla una parte de esta isla, en el Mediterráneo. Su capital es Nicosia Sur. Sólo es reconocida por Turquía desde 1983. Naciones Unidas sólo admite al Estado Turco Chipriota. Logró que en 2004 la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa otorgara un estatus de observador a los representantes de la comunidad turco-chipriota.
- El caso más famoso
Probablemente el caso más activo y beligerante de un Estado de facto se encuentra en oriente medio. No deja de ser noticia y, por lo general, de las malas. Palestina, cuya lucha de independencia y reconocimiento la lleva a cabo contra Israel. Ha recibido apoyo de la mayoría de los países miembros de la ONU. Pero crónicos, se podría decir milenarios, desacuerdos sólo han permitido que llegue a ser miembro observador en el foro mundial.
En el otro extremo, en África, una cuasi desconocida Puntlandia es uno más de los territorios que reclama independencia y soberanía. Está ubicado en el extremo del Cuerno de África (noreste de Somalia). Divide con la autoproclamada República de Somalilandia, otro Estado de facto. La pobreza extrema es común en estas dos naciones. Y aún no cuentan con el reconocimiento de ningún Estado. Paradójicamente, la primera tiene una extensión de 250 mil kilómetros cuadrados y 2,7 millones de habitantes. Mientras que Somalilandia ocupa casi 140 mil kilómetros cuadrados y cuenta con 3,5 millones de habitantes.
También en África, Sahara Occidental, busca su soberanía. Fue colonia de España y en 1957 Marruecos la reclamó mediante la vía armada, pero los españoles hicieron frente al ataque y aprovecharon para unir los territorios de Saguia el Hamra y Río de Oro en una sola provincia, cuyo nombre fue Sahara Española. Otros países vecinos han reclamado soberanía sobre esta tierra desértica de 266 mil kilómetros cuadrados y 500 mil habitantes.
Así, el pleito en o por Nagorno Karabaj o Alto Karabaj puso nuevamente en evidencia a estos singulares países víctimas de tantos intereses que llegan al extremo de una extraña no existencia. Y sin embargo, suman décadas, sino siglos, de odios viscerales, destrucción y muertes.