¿Nos encaminamos a un mundo sin dinero físico?
Antes de la pandemia, el mundo espectaba una creciente competencia entre diversos sistemas de pago, pero tras el cambio de vida, la tendencia se intensificó. Se intensificó tanto que más de una voz considera que empezó el fin del dinero físico en el planeta. Las posturas en ese sentido aumentaron y ya se debate más en relación al tiempo en que semejante cambio se globalice. El inicio de dicha era parecen marcarlo ya varios países donde resulta cada vez más difícil hallar dinero en efectivo.
En 2020, la tecnología “contactless”, o sin contacto, cobró un auge adicional. A esa conclusión llegó, por ejemplo, el X Informe de Tendencias de Medios de Pago, elaborado por Minsait Payments, una filial de la célebre consultora de negocios y tecnología Indra. El estudio, publicado por la revista Xataca, combina las opiniones de más de 80 directivos del sector bancario europeo, con 4.400 encuestas realizadas a usuarios, del sur de Europa -España, Portugal e Italia-, Reino Unido y Latinoamérica.
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Según el informe, elaborado en colaboración con Analistas Financieros Internacionales (AFI), el 70 por ciento de los españoles, por ejemplo, ha disminuido o incluso abandonado su uso del efectivo como consecuencia de la pandemia. Respecto a la opinión de los profesionales bancarios, son más los que piensan que el efectivo desaparecerá alrededor de 2040 (36 por ciento), que los que opinan que no verán ese momento (33 por ciento).
El envión empezó junto al pánico que desató la pandemia. Los billetes y monedas fueron inmediatamente acusados y sentenciados como altamente sospechosos de portar el virus, especialmente en sus primeros meses. Pero también aquella coyuntura coincidió casi matemáticamente en algunos casos con el aumento del uso de las alternativas de pago “contactless”.
Mundo digitalizado
El 78 por ciento de la población planetaria ya usa o puede usar la tecnología sin contacto para pagos en terminales de punto de venta. Fue una de tres tendencias que destacó del informe, junto al aumento de las transacciones en el “e-commerce” y el incremento del número de tarjetas. Los ejecutivos reconocieron unánimemente que la Covid ha acelerado tendencias que ya estaban ahí y que se están dando pasos muy significativos hacia una sociedad sin efectivo.
En esa dirección también avanza el aumento del comercio electrónico. Un 44 por ciento de la población del Reino Unido, un 46 por ciento de la italiana, un 47 por ciento de la portuguesa y un 42 por ciento de los españoles declara comprar ahora online con más frecuencia. Mientras tanto, en Latinoamérica, se acusa más este incremento, con porcentajes que oscilan entre el 50 y el 63 por ciento. En los países europeos, este uso ya llega, sin mayores conflictos, a las compras básicas como el pan y los diarios impresos.
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El sacudón ha implicado, por ejemplo, la idea de la creación de monedas digitales oficiales en varios países y en la propia Unión Europea. En la lista están la corona sueca digital, el euro digital y el yuan digital. Lo que prende las alarmas sobre la proximidad del cambio, pese a que las voces más optimistas lo sitúan para, por lo menos, dentro de década y media. El euro digital —dice Xataca— “se produce en medio de una pandemia que ha hecho que el uso del efectivo se minimice aún más ante el potencial riesgo de contagio, pero también ante el auge cada vez mayor de los medios de pago electrónicos”.
Esta moneda tiene ante sí muchos retos que superar. Entre ellos están los que afectan a su desarrollo técnico y su puesta en marcha. La UE aún no tiene perfilado el tipo de filosofía que seguirá (centralizada o descentralizada) ni el papel de las entidades financieras privadas que hasta ahora habían sido vehículos clave del flujo y gestión de los activos.
De todas maneras, el euro digital aún debe superar una vasta diversidad de retos. Desde los aspectos técnicos finales y totalmente regulados, hasta la capacidad de garantizar la privacidad o el anonimato, como lo hace el dinero físico suman las tareas pendientes.
Hasta el presente, cinco países han dado pasos marcados hacia un sistema donde el dinero físico, el efectivo, el “cash”, se halla en vías de desaparición acelerada. Por sorprendente que resulte, no todos los de esta lista son países altamente industrializados o poseedores de avanzada tecnología.
Suecia a la cabeza
El primero de los cinco países en los que no se necesitará sacar dinero en efectivo en los próximos años para pagar cualquier servicio o adquisición es Suecia. A fines de 2020, su Gobierno anunció planes para la transición completa del país a una divisa digital.
Las autoridades que gestionan las divisas del mundo afirman que son muchos los peligros de eliminar por completo el efectivo. Pero, tal cual ha informado la revista Tecnología Digital, en la Suecia de los avances tecnológicos, el dinero en efectivo ha estado desapareciendo tan rápido que el Parlamento y el Banco Central les pidieron a los bancos comerciales que mantuvieran en circulación los billetes y las monedas mientras se determinaba lo que implicaría un futuro sin dinero en efectivo.
Riksbank, el Banco Central de Suecia, sigue trabajando en el proyecto piloto de la corona electrónica o e-corona, basada en la misma tecnología que el famoso Bitcoin, en colaboración con la consultora Accenture. Luego, la decisión sobre el futuro de esta moneda será tomada a nivel político. Valga añadir que en octubre, Riksbank registró el uso de efectivo más bajo de la historia debido a que la población prefirió no usar billetes ni monedas a causa de la pandemia del coronavirus. Menos del 10 por ciento de todos los pagos en el país escandinavo se realizaron en efectivo, indicó Actualidad RT.
Suecia tiene una de las infraestructuras tecnológicas más envidiadas del mundo. Las transacciones sin dinero efectivo son tan comunes que incluso los vendedores callejeros y las iglesias aceptan pagos con tarjeta. Pero esta reducción del uso de efectivo no le ha gustado a todo el mundo. Cash Uprising es una organización cuyo objetivo es prolongar el uso de dinero en metálico, ya que el 10 por ciento de la población depende del mismo, como por ejemplo, los ancianos.
Por su parte, Corea del Sur también quiere eliminar todas sus monedas, ya que así ahorraría 40 millones de dólares que gasta cada año en producirlas. En 2017, hicieron una prueba en la que ofrecían a los compradores una recarga su tarjeta T-Money en lugar de recibir el cambio en monedas. T-Money es la tarjeta de prepago que se utiliza en todas las ciudades del país para el transporte público, pero que actualmente se acepta también en taxis, diferentes tiendas y hasta parques temáticos. En Corea del Sur, el 80 por ciento de las transacciones se realizan sin dinero en efectivo.
China también
La ola del dinero digital no dista mucho de Seúl. En los últimos cinco años, China ha vivido el mayor crecimiento en pagos sin efectivo de entre los 20 países con las economías más potentes del mundo.
Estos pagos se realizan con el escaneo de códigos QR con AliPay y WeChat Pay. Los códigos QR son utilizados por la mayoría de la población china y su famoso servicio de mensajes WeChat tiene mucho que ver. Incluso los mendigos y músicos callejeros aceptan el pago con el código QR, según informa la revista Medium.
Y si la eurozona ya estudia el desarrollo del euro digital, los británicos no se quedan atrás. En el Reino Unido, los pagos con tarjeta aumentan cada año considerablemente. Ya en el año 2016, el pago con tarjetas superó al pago en efectivo (en número de transacciones realizadas), y cada vez más personas son partidarias del pago electrónico, ya sea para que se produzca una reducción del crimen con violencia para robar dinero físico o para disminuir las prácticas nefarias, como por ejemplo, el tráfico de drogas. También serviría para reducir el fraude, controlar la inflación, ahorrar dinero o hacer pagos internacionales sin necesidad de cambiar a la moneda local.
Y son precisamente esas ventajas las que podrían acelerar el fin del dinero físico también en países de escaso desarrollo. Por ejemplo, en Somalilandia, en el este del África, la inflación galopante, más de 9.000 por ciento, hizo que sus billetes más altos no sirviesen ni para compras mínimas, salvo en voluminosas cantidades. Por lo tanto, una vez frenado el proceso, las autoridades establecieron el uso de una tarjeta SIM para diversas transacciones. Entonces, el mercado de banca móvil aumentó notablemente.
La idea empezó a inspirar soluciones o paliativos similares en otros países en crisis inflacionaria, entre ellos, Venezuela que, dicho sea de paso, ya hace varios años buscó atenuar sus problemas creando una criptomoneda: el petro.
Un cambio planificado
La llegada del dinero digital no constituye un proceso accidental o aleatorio. Responde a diversas iniciativas de las cuales se beneficiarán diversos colosos financieros y tecnológicos. “Cuando dos personas hacen una transacción directa con billetes o monedas, nadie más que ellas se benefician —dice Xataka—. Pero en un sistema sin billetes, otros se beneficiarán. Y si esa transacción fuera digital, alguien tendría que administrarla”.
“En el espacio digital entre vendedor y comprador actúa un tercero, y en ese espacio se genera dinero”. En ese espacio estratégico, ya desde 2005, ingresaron varios de los principales magnates del planeta.
Con todo, de darse el salto, en la próxima década o las siguientes, será un paso milenariamente histórico. El dinero en efectivo, en forma de monedas, comenzó a usarse por primera vez 600 años antes de Cristo.
