El canto del santuario
Alicia Cortés
La palabra “santuario” tiene un origen religioso. Es un lugar donde se veneran imágenes o advocaciones. Tal vez un lugar donde una entidad divina se ha manifestado. Debería ser un espacio de paz, reflexión y solidaridad. Pero en los tiempos que nos toca vivir, la palabra “santuario” ha cambiado su significado y uso.
En tres distintos puntos de nuestro país están los santuarios de Inti Wara Yassi: Santuario Machía, en Villa Tunari (Cochabamba); Ambue Ari, en Guarayos (Santa Cruz), y Jacj Cuisi, en San Buenaventura (La Paz). Ellos son una ONG cuyo único propósito durante casi 30 años ha sido salvar vidas. Rescatar a inocentes de un mundo de abuso, violencia, degradación y tortura. Dar una nueva oportunidad, por limitada que ésta sea, de vivir libres y tranquilos, lejos de manos crueles.
¿Qué vidas están rescatando? Las del puma, el jucumari, los loros y armadillos, de monos, capibaras y perezosos. De la enorme cantidad de animales que nuestro país tiene. De criaturas dulces, inteligentes y, sobre todo, inocentes.
¿Y de quién los están salvando? De nosotros. De comerciantes de fauna, cazadores, traficantes. De circos y zoológicos. De bosques ardientes incendiados por manos humanas en busca de minerales o tierras de cultivo. De personas inescrupulosas que prefieren tener mascotas exóticas solo para abandonarlas una vez que crecen.
El orgullo de Bolivia no sólo está en sus paisajes, espacios y personas; también se encuentra en cada una de las vidas de nuestra fauna. Es por eso que el equipo de Una Gran Nación (UGN), esta vez conformado por Martín Vargas, Kevin Alemán, Romy Paz, Daniel Orellana y Juan Pablo Guardia, se dirigió al Santuario Machía, ubicado en Cochabamba, para observar la inmensa labor que se realiza en esta ONG.
Bolivia es el octavo país con mayor biodiversidad de todo el mundo. Sin embargo, se encuentra en peligro a causa de los principales depredadores, los humanos. Inti Wara Yassi intenta mitigar el daño causado.
Las historias de estos animales son increíbles, en el peor sentido de la palabra. Muchos de ellos han sufrido maltratos que despertarían el pavor del público si se los hubiese realizado sobre una persona; pasaron hambre, golpes y explotación de todo tipo. Acciones que destruirían cualquier confianza que pudieran tener con los seres humanos. Y aun así, al caminar entre ellos, sólo vemos ojos curiosos, expectantes y dulces. Almas en las que se aprecian sentimientos de cariño, amor, gratitud y sabiduría. La viveza de los monos, brillantes e inteligentes. El carácter de los loros que se mantiene juguetón y sociable, incluso cuando sus alas fueron dañadas para que nunca más vuelen. Todas estas características sorprendieron al equipo UGN.
Son estas mismas características naturales de los animales las que nos hacen preguntarnos: ¿quién podría hacerles daño?, si ellos no nos lo hacen a nosotros. Por el contrario, estos seres son parte vital de nuestro ecosistema: las plantas, la lluvia, el viento, las flores, la selva y los bosques dependen de la vida animal que contienen. Al destruirla, estamos activamente destruyéndonos a nosotros mismos. Somos parte de un sistema hermoso y funcional cuya única deficiencia yace en las acciones del ser humano.
Hablando con los encargados de los refugios, encontramos una lamentable verdad: la gran mayoría de los voluntarios en Inti Wara Yassi son extranjeros. Personas maravillosas, preocupadas por el medioambiente y deseosas de hacer un cambio positivo en el mundo. Personas dignas de ser aplaudidas. Pero el equipo no deja de pensar ¿dónde están los bolivianos? Finalmente, son nuestra tierra, nuestros animales y nuestros bosques. Los árboles incendiados y los seres heridos son nuestros. ¿Por qué no los estamos ayudando? ¿Por qué somos incapaces de crear un espacio donde ellos están alejados del peligro?
Son preguntas duras, pero las respuestas son aún peores. Los temas de abuso y crueldad hacia los animales, el tráfico ilícito de seres vivos, pieles o partes, las mascotas exóticas y los animales como entretenimiento están absolutamente invisibilizados para nuestra propia gente. Las penas para estos crímenes son leves y muchas veces quedan en la impunidad. Y es un negocio tan lucrativo que las ferias de barrio se encuentras inundadas de vendedores de animales donde fácilmente encontramos a uno de ellos, arrancado de su hábitat natural, muchas veces arrancado también de su familia aún siendo bebé y vendido al mejor postor, pese a que esto está penado por la ley de Medio Ambiente 1333.
No es raro ver a un mono abrazado de un peluche, cuando debería estar abrazado al cuerpo de su madre. Sin embargo, esa madre fue asesinada por algún depredador humano que quería lucrar con la pequeña criatura que despierta ternura de sólo verla.
Es momento de cambiar. Esta situación no sólo es insostenible; es cruel, inhumana y triste. Somos mejores que eso, actuemos como tal.
Los párrafos anteriores están llenos de dolor, pero existen muchas maneras de ayudar: Andrea Benavente, miembro de Inti Wara Yassi, nos explica que cada uno de nosotros puede aportar. La mejor manera y la más grande ayuda que podemos ofrecer es el voluntariado. Invirtiendo algunas semanas de nuestro tiempo podemos cambiarle la vida a nuestros hermosos amigos que viven en los santuarios. Además, desde nuestro hogar y ciudad también podemos ayudar de manera activa.
Al observar la venta de estos animales, la única acción correcta es la denuncia. Dejemos de ignorar esta situación solamente porque es incómoda. Presionemos a las autoridades para que los castigos a estos crímenes se apliquen. No dejemos que la impunidad sea el resultado. Recordemos que el tráfico de animales fácilmente se convierte (o está relacionado) con el tráfico de personas, armas y drogas. Tú, querido lector, eres capaz, en este momento, de ayudarnos.
Inti Wara Yassi cuenta con varias plataformas: en Instagram (@inti_wara_yassi), Facebook (Comunidad Inti Wara Yassi) y YouTube (Comunidad Inti Wara Yassi). Es momento de que todos nosotros nos involucremos.
Estos santuarios, lejos de ser zoológicos, son espacios de rehabilitación de animales que muy probablemente nunca podrán volver a su hábitat. Inti Wara Yassi intenta darles otra oportunidad en un ambiente lo más parecido a su hogar y que se sostiene netamente por el apoyo de los voluntarios que día a día se encargan de la alimentación y cuidado de estos seres vivos.
En esta aventura, UGN se enfrentó directamente a la mirada de aquellos que han sufrido daños y han sobrevivido gracias a las acciones de grandes personas. Descubrimos que los santuarios de nuestros tiempos si contienen divinidades: los animales, que cada día nos recuerdan que Bolivia es Una Gran Nación.