Rey de reyes: Sajama y altiplano
// Texto: Alicia Cortés Soruco
Fotos: Pablo Oh //
A lo largo de nuestros viajes con Una Gran Nación, nos hemos topado con cientos de paisajes increíbles. Desde nieves eternas hasta verdes selvas, poco a poco hemos recorrido los distintos y variados terrenos que nuestro país esconde. En cada uno de esos espacios, sentimos y vivimos su historia, su cultura, su esencia. Ya sea a través de las palabras de las increíbles personas que habitan estos lugares o viendo con nuestros propios ojos los restos e indicios de largos años, el equipo de UGN ha encontrado en nuestra tierra una riqueza sin igual, incomparable y única.
Pero Bolivia nunca deja de sorprendernos. Y esta vez, nos llevó hasta el hogar de un antiguo monarca. Desde que partimos de nuestras ciudades, sabíamos nuestro destino: visitar el Parque Nacional Sajama, el área protegida más antigua de Bolivia. Desde 1939, esta hermosa zona ha estado salvaguardada, por lo que entrar por sus fronteras es una experiencia de otro mundo. El viento susurra a través del bosque de keñua, y fríos hilos de agua cristalina corren desde las alturas. Nada parece moverse, pero si prestamos atención, vemos la vibrante vida que el altiplano presenta. Un arbusto de paja brava esconde dos ojillos negros, atentos, que nos ven pasar. El paisaje se abre, interminable y las nubes proyectan sus largas sombras, escudándonos del cercano sol.
Y en el medio de todo, en el corazón, el Sajama. Alto e imponente, nos mira desde el punto más elevado de Bolivia. A 6.542 msnm, no existe competencia alguna. La corona descansa sobre su cima. El cerro domina el paisaje, rodeado de vegetación altiplánica, tocando las nubes.
Es difícil poner en palabras la sensación que se obtiene al verlo por primera vez. Lógicamente, todos sabemos que es solamente una montaña cubierta de nieve. Pero la lógica pocas veces tiene voto en las sensaciones.
Al observarlo, el Sajama parece tener una presencia viva. Sentimos que nos encontramos frente a un ente, antiguo y sabio, que nos ha permitido entrar a su hogar. Tal vez, al mirarnos, pequeños puntos diminutos a la distancia, el Sajama recuerda a otras personas, con otras vestimentas, otro idioma y otra cultura, que también lo observaron, allá, antes de que el mundo encontrara su nombre. ¿Cuán larga será su vista? ¿hasta donde llegará la memoria de la piedra y el hielo? El misterio rodea al cerro, que se sienta tranquilo, mirando los años pasar.
Por un momento, el equipo se queda en silencio, contemplando a la montaña más alta de Bolivia. Es en estos momentos, cuando la misión de UGN se hace más clara, cuando reencontramos nuestra vocación y entendemos, una vez más, que Bolivia es una interminable tierra de belleza y sorpresas.
Después de la primera impresión, seguimos nuestro camino por el parque, siempre bajo la atenta, pero dulce mirada del Sajama. La belleza del parque nacional no se queda atrás: una postal perfecta de la fría hermosura del altiplano, de cielos despejados y horizontes infinitos. Todo, en perfecta armonía, en balance. Solo un pequeño detalle rompe con la magia de nuestra visión: una bolsa de plástico.
Y, de pronto, caemos en cuenta de que este paisaje increíble no es invencible, como aparenta. Tiene un enemigo, una sola cosa que es capaz de derrumbarlo y dejarlo vacío y desolado: nosotros.
El Parque Nacional Sajama es un santuario único, lleno de especies que no se encuentran en otros lados del mundo, con variedad y diversidad tanto en flora como fauna. Además, es un refugio del frío, del hielo y la nieve, que hoy, están en peligro de extinción. Su más grande protector, su volcán dormido, vigila día y noche sus territorios, cuidándolo, pero nada puede hacer frente al insidioso avance de la contaminación.
Paseando por esta mágica tierra, vemos a la naturaleza sobrevivir al ser humano. Vemos su lucha. Y entendemos que la protección de la belleza que Bolivia posee está en nuestras manos. La preservación del imponente Sajama y de los altos bosques de keñua dependen de nuestra capacidad de protegerlos. Es nuestra responsabilidad y misión que estos paisajes sigan intactos, para que hijos, nietos y bisnietos lleguen a contemplar la magia que poseen. Para que el futuro siga teniendo a sus protectores naturales, a sus antiguos dioses y reyes. Para que llegue el día en el que descubramos todos los secretos del Parque Nacional Sajama y, al hacerlo, no destruyamos nada.
Es en estos destinos donde cualquier boliviano entiende el significado de pertenencia, apreciando la enorme variedad y belleza que nuestro país posee. Es aquí donde entendemos que Bolivia es Nuestra Gran Nación.