Memorias y sabores: Chefsbol
Texto: Alicia Cortés Soruco
Fotos: Kev Alemán, Alex Pérez y Yeyo Nahuel.
Entre todo lo que una sociedad tiene, entre los conflictos y las tensiones, en medio de las desigualdades y las diferencias, hay un último santuario, un lugar en el que, repentinamente, todos nos convertimos en amigos: la cocina. En esas cuatro paredes, encontramos una de las formas más antiguas y nobles de cultura que el ser humano conoce, la gastronomía. Un arte que tiene un poder absoluto sobre nosotros. Puede mejorar nuestro día, así como también arruinarlo. Puede reducirnos a las lágrimas o hacernos sonreír tanto que nos duelen las mejillas.
La comida y la gastronomía están directamente atadas a nuestros corazones. Qué no daríamos por probar una vez más esas tortas que hacía la abuela, la receta memorizada desde que ella era una chiquilla. Pocos recuerdos son tan dulces como las tardes cocinando con papá, quien nos dejaba cortar las verduras con un cuchillo enorme, pero siempre mirando atentamente a que no nos pase nada. Esas mañanas con amigos del colegio, días sencillos y felices, que siempre están acompañados del sabor de las salteñas de la esquina. Cumpleaños, matrimonios, graduaciones, viajes, reuniones… todos estos eventos siempre están atados a un sabor, y ese sabor viene con profundos sentimientos.
Entonces, no es de extrañarse que la comida nacional, los platos de nuestra tierra, sean un punto clave del desarrollo y protección de nuestra cultura. Los sabores de Bolivia son tan diversos y complejos como lo es nuestra identidad. Los suaves valles saben a dulce mermelada y quesos frescos. En las orgullosas alturas, los cereales andinos nos dan sus sabores únicos y una cantidad inimaginable de papa, cada una especial y de sabor específico. En el oriente, edén de abundancia, encontramos los sabores de miles de frutas y carnes exquisitas.
Y nosotros, los bolivianos, llevamos el buen comer en la sangre. A donde vayamos, los platos típicos son un manjar, representantes dignos de la riqueza de sus departamentos.
En honor a esta opulencia gastronómica, nace un proyecto único, para visibilizar y apoyar al enorme potencial culinario que existe en Bolivia y, al mismo tiempo, abrir las puertas al desarrollo de la Alta Cocina Boliviana. Esto… es Chefsbol.
Una mezcla maravillosa de variedad natural y enormes habilidades, Chefsbol se crea como una marca de calidad para difundir la riqueza culinaria de Bolivia, buscando centrar al país como un importante destino turístico gastronómico a nivel mundial. Su creadora, Nadia Nemer, desarrolla la idea desde su pasión por la comida y la diversidad de productos que tenemos en Bolivia, lanzando este proyecto que mezcla el arte de la gastronomía con los esfuerzos del marketing, la comunicación y la creación de eventos.
Hoy, el emprendimiento está en pleno auge, con un movimiento interdepartamental y la colaboración no sólo de importantes empresas, sino también con el apoyo y participación de hábiles e innovadores chefs, quienes están explorando y aprendiendo las técnicas, sabores y tradiciones de los platos bolivianos. Actualmente, Chefsbol se encuentra realizando producciones en distintos puntos del país, donde los maestros de la cocina comparten y comparan las costumbres y enseñanzas de los departamentos. De esta manera, un chef cochabambino se encamina hacia Potosí o se hace un intercambio entre La Paz y Beni, entre Chuquisaca y Santa Cruz, Oruro y Tarija, etc. Así, los profesionales tienen la oportunidad de enriquecer y desarrollar sus habilidades, al mismo tiempo que las tradiciones, los sabores y las recetas de cada departamento se extienden a lo largo y ancho del país.
Este esfuerzo es, para UGN, una muestra clara del amor y la pasión que la cultura boliviana despierta en nosotros. Chefsbol es un ejemplo de esfuerzo, capacidad y preparación, de bolivianos para bolivianos, donde se prioriza y visibiliza la riqueza natural, social y cultural de nuestro país.
En este proyecto, encontramos ese cariño dulce y fuerte hacia Bolivia, que no deja de crecer. En los platos que probamos, podemos sentir el sabor de la valentía, de la felicidad que cada uno de nosotros encuentra en nuestra cultura. Desde las comidas más picantes hasta las más dulces, de las bebidas hasta los bocaditos y desde el norte hasta el sur del territorio, saboreamos el orgullo único de saberse parte de Bolivia, nuestra Gran Nación.