¿Se despide la mayor viajera de la historia humana?
Fotos: EFE y AFP
Esta nave y su gemela, sin duda, pueden ostentar sus nombres en letras mayúsculas. Las Voyager o, en castellano, Viajero son las naves terrícolas que más lejos han llegado. Baste señalar que ya en septiembre de 2013 la NASA anunciaba que la Voyager 1 era el primer objeto hecho por el hombre que abandonaba el Sistema Solar.
Habían pasado 36 años de aventura, y un viaje de más de 19.000 millones de kilómetros desde que abandonó la Tierra en septiembre de 1977. Es decir, Viajero 1 se adentraba en el espacio interestelar. Su gemela, la Voyager 2, protagonizó esa misma proeza en 2018. Ambas han ido batiendo récords que ponen a prueba la imaginación de científicos y ciudadanos comunes. Uno de ellos constituye su capacidad de seguir enviando información cuando las previsiones de sus constructores apuntaban básicamente a la misión de que se acerquen a los planetas más lejanos del Sistema Solar. Cometido que fue realizado sobradamente hace ya más de tres décadas. Se esperaba jubilarlas alrededor de los cinco años de actividad.
Y, sin embargo, estas embajadoras, ahora, con aspiraciones intergalácticas, siguen mandando señales de vida casi 10 veces más allá de lo previsto. Como crédito del cumplimiento de su misión vale recordar que la Voyager 1 fue lanzada el 5 de septiembre de 1977 desde Cabo Cañaveral. Pasó por Júpiter en 1979 y por Saturno en 1980. La Voyager 2 fue enviada el 20 de agosto de 1977, pasando por Júpiter y Saturno para llegar a Urano en 1986 y Neptuno en 1989. La Voyager 2 es la única sonda que ha visitado esos dos planetas.
La Voyager 1 viaja a casi 60 mil kilómetros por hora, se aleja a ese ritmo de nuestro planeta. “Ahora se halla a 23 mil millones de kilómetros de la Tierra —ha escrito Rafael Clemente, el director del Museo de Ciencias de Madrid, en el diario El País—. La Voyager 1 es la nave que ha llegado más lejos en el espacio, hasta el punto de que carece de sentido expresar en kilómetros la distancia a la que se encuentra. Son decenas de miles de millones. Es más práctico recurrir a unidades que habitualmente se utilizan en astronomía: más de 20 horas luz”.
TRABAJO IMPECABLE
Las Voyager de la NASA en esos 45 años han ido enviando información hasta la Tierra religiosamente. Y dado que su vida útil resultó mucho más larga de lo que se predijo en su momento, era esperable que en cualquier momento sufran fallos o accidentes.
Y eso precisamente es lo que parece estar ocurriendo en este medio año de 2022 con la primera de estas naves. A mediados de mayo, la Voyager 1 empezó a disparar datos de telemetría totalmente aleatorios. Según los científicos las referencias que manda no tienen ningún sentido, dada su ubicación actual, por lo que presumen que debe haber alguna interferencia o error que los está generando.
“Hace poco, la telemetría indicó que la antena principal se había desviado y ya no apuntaba hacia la Tierra —ha explicado Clemente—. Y las señales seguían llegando. Ambas cosas son incompatibles y apuntan sencillamente a un fallo en los sensores del mecanismo de orientación: la nave sigue en su alineación correcta, pero sus mensajes insisten en que no es así. La explicación más sencilla es que parte del sistema de codificación de datos ha sucumbido a la intensa radiación que está sufriendo”.
El resto de parámetros son normales y la segunda nave Voyager funciona con normalidad. Normalmente, los datos que reciben son sobre densidad de plasma, campos magnéticos y rayos cósmicos. Son los únicos instrumentos de la nave que siguen funcionando, ya que los demás se desconectaron hace mucho tiempo para ahorrar energía. Además, en la región por donde se mueve ahora ya no hay nada que pueda ser de interés para -por ejemplo- sus cámaras de televisión.
Por lo tanto, los ingenieros de la NASA no están demasiado preocupados. Incluso creen que podrían adaptarse a trabajar teniendo en cuenta ese fallo. Aun así, como es lógico, primero intentarán detectar su origen y solucionarlo. Pero ese sería un plan B bastante aceptable, dado todo lo que están durando las dos naves Voyager.
Esperan que sigan funcionando al menos hasta 2025, por lo que se quedarían cerca de cumplir los 50 años. Como para no permitirles un pequeño fallo antes de una merecidísima jubilación.
UNA OBRA HISTÓRICA
Y dadas las sorpresas todo puede puede continuar, pero lo óptimo sería solucionar ese error para el que, de momento, los científicos no tienen ninguna respuesta. Por eso, los ingenieros se encuentran ya manos a la obra. Como la luz tarda algo más de 20 horas en recorrer la distancia a la que se encuentra esta sonda Voyager, se tardarán dos días en enviar un mensaje y obtener una respuesta.
Este retardo es uno de los principales factores con los que deben contar los científicos que intentan arreglar el error. Además, deben comprobar si este error procede directamente del sistema de articulación y control de actitud (AACS), encargado de medir la telemetría, o de algún otro instrumento de la nave. En general parece que todo lo demás funciona correctamente, pues los datos cuadran, pero será necesario investigarlo.
Si no lo consiguen, según explican desde la NASA, la clave estaría en seguir trabajando, teniendo en cuenta ese error. Como si fuese un pequeño desfase o incordio al que se deben acostumbrar. Las Voyager han prestado formidables servicios a la humanidad. Cuentan ahí las fotografías de Júpiter y Saturno, así como de muchos de sus satélites. Descubrieron los volcanes de Io, las llanuras heladas de Europa, el impacto de varios asteroides o la intrincada estructura de los anillos de Saturno, por ejemplo.
Y, recuerda Clemente, “mucho después, la icónica foto de familia que muestra todos los planetas como diminutos puntos brillantes. Entre ellos, el “pálido punto azul” con que Carl Sagan describió a la Tierra”. El científico señala que ambas naves están en trayectoria de escape. Es decir que nunca volverán a acercarse a la Tierra. Los técnicos de la NASA calculan que el reactor de plutonio que brinda energía a cada nave alcanzará niveles críticos hacia 2025. Sus emisiones serán tan débiles que ni siquiera las grandes antenas de rastreo podrán captarlas. A partir de ahí, muy probablemente las Voyager continuarán su viaje en solitario, habrán roto sus lazos con el planeta de origen y con sus creadores. Ninguna pasará razonablemente cerca de otra estrella, al menos durante decenas de miles de años. ¿INTERFERENCIA ALIENÍGENA?
Por ahora, parecen haber llegado los primeros anuncios de su despedida con los problemas inexplicables en los datos de telemetría. Se trata de aquellos que permiten la medición remota de magnitudes físicas y su posterior envío hacia un operador, en este caso ubicado en la Tierra. Hasta principios de año, los datos de telemetría enviados por la Voyager 1 parecían correctos. Sin embargo, últimamente no se corresponden con lo esperable, dada su posición.
Algo está ocurriendo. Obviamente los científicos consideran sería una fantasía imaginar alguna interferencia alienígena. Lo más probable simplemente es que la sonda falle porque tiene ya más de 40 años. Sin embargo, tampoco se crea muy tozudo el escepticismo de astrónomos y astrofísicos. Pocos olvidan que las Viajero llevan consigo un disco metálico, de cobre y oro. Allí se han grabado imágenes, ruidos, músicas y voces del planeta desde donde partieron, estas primeras naves interestelares.
Sus fabricantes previeron que en algún confín del universo es posible que una civilización inteligente pueda un día en el que quizás ni la Tierra exista, pueda interpretarlos y, al menos, un poquito comprendernos.