“La vida no es un ensayo…”
La vida es un sendero de continuo aprendizaje o tal vez un camino que trata de enseñarnos algo. La enseñanza y el aprendizaje son dos procesos diferentes, paralelos en algunos casos y muy lejanos en otros.Eso quiere decir, que no siempre aprendemos lo que nos enseña.
Hay veces que la vida se porta benevolente con nosotros y nos da la oportunidad de rectificar las palabras dichas sin pensar, los golpes dados a la pared, los insultos, las ausencias, las venganzas o las negligencias.No obstante; otros momentos, es dura e indolente pues no considera que ha sido una primera y única vez que la infidelidad hizo presa de ti y simplemente tu hogar se destrozó; o quizás inconscientemente – sin conciencia – se decide un aborto y luego se añora dar de lactar; como también podemos citar innumerables casos de vidas que están encerradas en cárceles por un “paquete” propio o ajeno pero ilegal.
La vida no es un ensayo, la vivimos en vivo y en directo, desconociendo el guión la mayoría de las veces y si lo conocemos sólo se abre el telón y se vive sin practicar previamente.
Se dice que en la vida se aprende por ciencia o por experiencia; la ciencia nos aporta con una teoría previa que nos permite anticiparnos y la experiencia considerada muy buena maestra siempre y cuando se tenga la voluntad y la intención de evaluarla luego de vivirla, pues el sólo hecho de haberla vivido no significa que se haya aprendido de ella.
La vida no es un ensayo, la vivimos en serio y seriamente aprendiendo sus lecciones a tiempo o sencillamente reprobamos sin opción a desquite. Reprobarla puede ser vivirla sin orden, sin sentido, sin significado o también en casos extremos es perderla; que en el fondo puede ser lo mismo aunque sigamos respirando.
William Barclay dijo algo que me gusta: “Hay dos días importantes en la vida de una persona - el día que nacemos y el día que descubrimos por qué-”. Del primero todos tenemos seguridad, el que cuestiona es el segundo y mientras no tengamos esa certeza nuestra vida parecerá un ensayo.
El “por qué” siempre apunta al fin último de las cosas, en otras palabras al propósito.
¿Cuál es el propósito de tu vida? algunos dirán el trabajo, otros el placer, el éxito, la prosperidad, la realización, etc., etc., etc., criterios válidos para una reflexión superficial pero si realmente está en juego tu vida, ¿la darías por tu trabajo, por el placer, por el éxito, por la prosperidad, por tu realización o por cualquier otro?, la respuesta casi contundente sería no.
Entonces, sale a luz nuevamente preguntarnos: ¿Si por lo que estamos viviendo no vale la pena morir; entonces, vale la pena vivir por ello?
Alguien tuvo esa claridad meridiana desde el día que nació, supo que el día de su cumpleaños no era el único que debía ser esperado; había uno más intenso que llegaría cumpliendo el propósito por el cual nacería; comprendió desde siempre quesu vida no era un ensayo, conocía lo que estaba escrito para ella y no se salió del divino guión.
Nació, creció, sorprendió a quien lo conocía, nadie quedaba indiferente ante su presencia, su actitud, su carácter, su determinación….sabía para qué había nacido y era para morir en una cruz; poco motivador el motivo de su llegada y aun así vivió su vida en serio hasta que murió y al tercer día resucitó para que tú y yo tengamos una mejor vida allá pero decidiéndola acá.
Aprendamos por ciencia, por experiencia, por amor o sólo por fe pero aprendamos a tiempo porque la vida no es un ensayo.
JEAN CARLA SABA DE ALISS
Conferencista, escritora y Life Coaching
ethos.capacitaciones@gmail.com
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