Ímpetu en el horizonte: La resiliencia boliviana
En las laderas vallunas, si nos recostamos un momento en un día de agosto, veremos a los altos eucaliptos que se mecen al viento, con su madera tronando como una tormenta, pero sin nunca caer. En el altiplano, veremos las deslumbrantes nieves eternas que, aunque estén cada vez más amenazadas por el calor, siempre vuelven para decorar sus hogares ancestrales. En el oriente, encontraremos ríos que han marcado profundos surcos en la tierra, caminos de agua gigantes que están ahí desde antes de que nosotros les pusiéramos un nombre. En estos paisajes bolivianos, encontramos resiliencia, la fuerza de voluntad imperturbable de la naturaleza.
Resiliencia que vive en nosotros
En esas personas que han seguido caminando en los peores momentos, que se han levantado después de caerse, en todas las personas que lo han intentado una y otra vez hasta lograrlo. Emprendedores, trabajadores, innovadores. Gente que ha echado una mirada a nuestro país, con sus desventajas y sus debilidades, e igual han decidido apostar por él, incluso cuando todos les decían lo contrario.
Una de las industrias que más demuestra este ímpetu es el turismo. Un rubro que recibe muy poco apoyo, que está abandonado por su propio país y que no tiene grandes inversores. Y, aun así, continúa. Con todo eso encima, sigue innovando, sigue desarrollando y sigue creciendo, trabajando duro a pesar de las trabas y la minimización que sufre en las esferas sociales y gubernamentales.
Esta vez, el equipo de Una Gran Nación se reunió con Hidalgo Tours, corporación turística boliviana, quienes nos explicaron un poco sobre el panorama real del emprendimiento turístico en Bolivia… y el cambio que hemos vivido en el último año.
La empresa Hidalgo Tours nació originalmente como un servicio de tours por el salar de Uyuni, dirigido hacia extranjeros. Con una gran selección de servicios, desde hotelería hasta transporte y comida, la empresa estuvo tranquila con un público externo. Sin embargo, tras el inicio de la pandemia y el posterior alargue indefinido de las restricciones, Hidalgo Tours, junto con todas las otras empresas de turismo del país y del mundo, empezaron a preguntarse seriamente si era el momento de cambiar de industria. Con todo el movimiento detenido, la afluencia de turistas reducida a un cero absoluto y con sueldos que deben pagarse, el turismo empezó a desmoronarse.
“Fue crítico para el turismo”, nos cuenta Juan Gabriel Quesada, presidente de Hidalgo Tours. “Fueron nueve meses de movimiento cero, sin ningún tipo de soporte y manteniendo todos los egresos”. Pero ellos sabían que tenían que tomar acción para sobrellevar las dificultades, para hacer que su empresa y la industria sobrevivan. En palabras de Quesada, la solución fue reinventarse.
Una reingeniería completa que se inició con el acercamiento al público boliviano y las plataformas digitales. Como nunca antes, las empresas turísticas bolivianas empezaron a trabajar sus redes sociales, sus estrategias de comunicación mediática y digital, sus imágenes públicas y su diseño. La forma de comercialización se adaptó rápidamente al mundo virtual, saltando de vender a distribuidores a trabajar directamente con el cliente boliviano. Y vaya sorpresa con la que se toparon.
Si bien las reuniones y viajes estuvieron prohibidos durante mucho tiempo, el público boliviano reaccionó rápida y positivamente, con un interés que no estaba ahí antes de la cuarentena. Conforme al paso de los meses, el mercado boliviano dejó entrever grandes posibilidades, eventualmente llegando a un nuevo panorama turístico en el país, que apenas está naciendo, pero que promete mucho.
Hoy en día, después de meses de muchos egresos y nada de ingresos, el turismo boliviano está abriendo nuevos caminos dentro del territorio. Hidalgo Tours, antes concentrado en el exterior, ahora vuelca la mirada hacia adentro, hacia los viajes matrimoniales, escolares y empresariales. Después de la dificultad, parecería verse un horizonte más impetuoso, más fuerte y más dedicado hacia nuestro propio desarrollo y beneficio.
Como los eucaliptos que se resisten a los vientos, las nieves que desafían al calor y los ríos que pacientemente arrasan con todo, el turismo boliviano se resiste a la destrucción. Crece y se desarrolla aun cuando no recibe ayuda, gracias a las grandes personas que invierten su tiempo, esfuerzo y creatividad en hacer de esta industria una joya de nuestro país, un emprendimiento colectivo que nos recuerda que debemos enamorarnos una vez más de nuestra Gran Nación.