El Barco de la plazuela Sucre
Ojo de Vid
Su nombre oficial es Bar Chop América, y queda en la Bolívar, acera norte, ahicito de la plazuela Sucre.
Su origen es el legendario Bar Comercio, administrado por el señor Leigue, sobre la Bolívar, entre San Martín y 25 de Mayo, donde todavía atiende el fantasma de Manuel Maldonado, un hombre aparentemente severo, pero de gran corazón que se dividió en varios bares: uno de mi amigo Luján, que recaló en la Jordán, otro de mi amigo Vicente, el Bachiller, y otro que migró cerca de la caja de la universidad, donde en tiempos inflacionarios cobrábamos en talegas, sin saber si eran anticipos o reintegros, y pronto el Barco se llenaba atrayendo a los administrativos y docentes que cobraban, por la excelencia de su cocina y de su cerveza.
Pronto el Barco cambió de dueño, se llamó Bar Chop América, pero no de calidad de cocina ni de cerveza, y así lo tripulamos en su antigua casa de un piso, hasta que los nuevos propietarios construyeron en ese terreno dos edificios, uno delante, sobre la calle, y otro detrás, donde funciona el Bar Chop con la misma asiduidad de antes.
Mi gran amigo es Johnny Arze, el Jovero, que conoce mi devoción por el picante de lengua, aunque el lapping con choclo es igualmente atractivo y a mediodía se llena con un excelente almuerzo.
Basta ver el menú para medir la maestría en los ajíes, de conejo, de pollo, de lengua, de lo que tú quieras. En el local anterior vi pedir una lengua a la romana que me dejó patidifuso.
El Barco, como lo conocemos con cariño sus viejos clientes, no deja de gustar no solo por las virtudes de su cocina sino por la celeridad con que se atiende a los clientes, gracias a una batería de muchachos que realizan tus sueños en un santiamén.
El patio suele estar lleno, pero entonces basta subir a los espaciosos salones del segundo piso, donde la atención es la misma. También tiene un parque infantil, que hace las delicias de los pequeñines.
