Mujeres empoderadas y #sorotips
Me reuní con una amiga para un café. ¿Debía o no dar a conocer la resolución de un incidente muy complejo que tocó a su hija hace un tiempo? Mientras me explicaba su posición, no podía dejar de pensar en la doble moral de nuestra sociedad, en la que prima el bienestar individual por encima del colectivo, y lo poco solidarios que somos cuando se trata de apoyar situaciones que requieren poner la cara y actuar en consecuencia a nuestros supuestos valores comunes.
He visto a muchas mujeres conocidas “corriendo por una vida feliz y libre de violencia” en el marco del evento del movimiento femenino “Yo soy mi primer amor”, las he visto en fotos en Facebook para que no quede ninguna duda de que estuvieron ahí luciendo su polera rosada, muy en grupo, muy abrazadas, muy sonrientes; pero no logro ver su verdadera solidaridad en situaciones que empujen verdaderos cambios sociales.
Parece que estuviera apelando a la vieja reivindicación “seamos guerreras”, pero cuando suceden hechos que nos ocurren por ser mujeres y no nos sentimos convocadas, es preocupante. Es en estos momentos cuando menos indiferentes deberíamos permanecer.
Y me viene a la mente la palabra sororidad. Según la Fundación del Español Urgente (Fundéu), es válida para aludir, en el movimiento feminista, a la relación de solidaridad entre mujeres.
En otro texto leo que sigue el mismo patrón de fraternidad, pero viene de “soror - hermana, refiriéndose a la relación entre iguales del sexo femenino”. Creo que, a estas alturas, el término ha dado un salto que supera el debate lingüístico y ya es una consigna a nivel mundial entre mujeres para apoyarnos las unas a las otras.
¿Cómo llevamos a la práctica la sororidad? Primero, pongamos nombre a lo que nos incomoda, socialicémoslo, viralicémoslo; luego, cuestionemos la rivalidad perversa entre mujeres, reivindiquemos la complicidad femenina, no como un fin en sí mismo, sino en busca de un cambio de mentalidad de grupo y, por último, no seamos indiferentes a lo que nos sucede por el simple hecho de ser mujeres.
La mujer es una fuerza imparable. Así lo demuestra el último informe anual de ONU Mujeres, que plantea que su empoderamiento es clave sustancial en el crecimiento y desarrollo de una sociedad.
En pleno siglo XXI, a las mujeres ya no nos detiene nada, y muchas hemos asumido como un deber el cuidarnos, apapacharnos y acompañarnos, porque la indiferencia no puede ser la norma.
La fuerza de las mujeres radica precisamente en nuestras habilidades, en nuestra solvencia en la toma de decisiones, en cómo asumimos riesgos y direccionamos con destreza. Radica en cómo pensamos, planeamos, decidimos y hacemos. Y no hay nada más admirable que una mujer empoderada desde niña porque a futuro será determinada, segura, fuerte, fiel a sí misma, comprometida con sus sueños y con su entorno.
Admiro a ese tipo de mujeres como esta amiga que tomaba el café conmigo, porque entre lágrimas, mostraba su fortaleza. Es solidaria y convencida de las causas que la mueven. Fue largo su recorrido y nunca le importó si su esfuerzo le servía a la suya, a una o a miles. Yo quisiera que más mujeres fomenten el valor de nuestra propia autoestima y que seamos verdaderamente amigas en los temas difíciles.
PAULA MUÑOZ ENCINAS
Editora OH!