Jorge Landívar Cabruja: “Veamos cuántos cometieron traición a la Patria en áreas protegidas”
Bolivia sufre una imparable agresión a las áreas protegidas nacionales. El experto Jorge Landívar Cabruja describió a OH! las características de esta crisis.
—En los últimos años, hemos visto un continuo avasallamiento de las áreas protegidas y su creciente desprotección. Es algo que seguramente ustedes no esperaban, por ejemplo, luego de la célebre cumbre por los derechos de la Madre Tierra que el Gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS) organizó en 2011. ¿Cómo evalúa esa llamativa contradicción?
—Aquel encuentro y su consecuente ley tuvieron sus pros y sus contras. Tuvimos a favor el hecho de haberse promulgado esa ley y creado algunos instrumentos, una normativa con la cual defendernos.
Lo negativo es que, a pesar de esa ley y otras normas más vigentes, no se les dé cumplimiento o se las tenga solamente traducidas en decretos y archivadas. Se pudo haber hecho un buen uso de esas normas. No olvidemos que si Bolivia ha sobrevivido a las adversidades de la historia es gracias a su potencial de recursos naturales. Minerales, hidrocarburos, luego la explotación de la vida silvestre con maderas y otros recursos han apuntalado a la economía del país.
Desde el Chaco boliviano, por ejemplo, se proveyó de durmientes, que provenían del quebracho colorado y el quebracho blanco, para sostener las vías férreas de varios países. Fueron llevados a Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y otras partes de Sudamérica. Imagínese la cantidad que salía, y estamos hablando de los años 50 para adelante. Pero siempre se trata de recursos naturales. Hoy se asegura que desde Santa Cruz se produce el 70 por ciento de los alimentos que se producen en Bolivia y el 30 por ciento del Producto Interno Bruto. Pero es, igual, gracias a los recursos naturales.
Por lo tanto, con el ejercicio de estos derechos de la Madre Tierra, o derechos de la naturaleza, nuestros recursos necesitan ser protegidos y preservados. Sólo así podrá seguir generando esos ingresos porque falta mucho todavía para que nos nivelemos con otra forma de administrar la “riqueza”. Hablo de una “riqueza” entre comillas porque no le estamos dando uso a la riqueza del conocimiento. No invertimos en formación, en educación, en aprender a sacar resultados del propio conocimiento de la gente y no solamente explotar la naturaleza que está en su suelo. Deberíamos tener una reflexión más profunda sobre lo que nos sostiene y hacia dónde debemos apuntar.
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—¿Qué aspectos de las leyes que protegen las áreas protegidas y el medioambiente en general son más vulnerados?
—Mire que no es solamente la Ley de la Madre Tierra, porque ella se desprende de leyes más grandes. Me refiero a nuestra propia Constitución Política del Estado (CPE). Por ejemplo, léase donde dice: “Comete traición a la Patria aquella persona que realice actos para la enajenación de los recursos naturales de propiedad social del pueblo boliviano en favor de empresas, personas o Estados extranjeros”. Ello implica una pena de hasta 30 años de privación de libertad sin derecho a indulto.
¿Cuántos hasta la fecha han cometido traición a la Patria? Veamos cuántos. Por ejemplo, el caso de quienes quieren explotar hidrocarburos en áreas protegidas cuando las áreas protegidas están reconocidas por la propia CPE. Sobreponen una ley a la Constitución que dice que deben preservarse las áreas protegidas. Lo mismo quienes siguen otorgando concesiones y permisos para la minería, o el avasallamiento de las áreas protegidas. También quienes permiten su saqueo o actividades ilícitas.
—¿Cómo afecta la destrucción de las áreas protegidas a las otras regiones?
—Le cito el caso de Cochabamba. Me gusta mucho Cochabamba, es una hermosa ciudad. Pero no fuera hermosa si no tuviera las condiciones en las que se organizó. Fue asentada contra una laguna “cocha” (laguna en quechua), o sea, un recurso natural. Está cerca del majestuoso Tunari y goza también de los beneficios de la protección del Parque Nacional Carrasco y tiene más allá al Tipnis. O sea, tres áreas protegidas.
Pero, mire, esas tres áreas están siendo afectadas. El caso de Tunari llama la atención porque se han ido pasando las cotas límite para el crecimiento urbano planificado. Con eso se afecta a la estabilización de suelos, colectas de agua, estabilidad del clima, etc. Sin embargo, han estado dotando servicios de agua y electricidad por encima de la cota límite permitida desde la creación del área protegida Tunari.
También cuenta la reciente destrucción de un campamento de guardaparques en el parque Carrasco a manos de una turba. Fue la destrucción de un activo del Estado, equivalente a destruir una oficina de Impuestos o una Corte Judicial, algo perteneciente a todos los bolivianos. Lo mismo con el Tipnis, donde empezaron las presiones para reactivar la construcción de la carretera que lo atravesaría. Y las presiones por más tierras en el cono sur, además de las operaciones del narcotráfico.
—A ello se suma el hecho de un coincidente debilitamiento del Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap). Hasta pareciera que hubiera la intención de que sea funcional a los depredadores de las áreas protegidas. ¿Es así o exagero?
—Aparentemente es lo que usted menciona. No encontramos una explicación a por qué se contradice a la CPE, la Ley del Medioambiente y las propias políticas del plan del Gobierno nacional. No para la destrucción de la propia institución, una institución que tuvo sus años de gloria. A partir de 1997 se fueron ampliando las áreas protegidas y los servicios para preservarlas y gestionarlas. Llegamos a ser uno de los países con mayor superficie y número de áreas protegidas nacionales, tenemos 22, y habrá una más, pronto, El Cardón en Tarija.
Hasta hace unos siete años, Bolivia ocupó el primer lugar en cuanto a bosques certificados del planeta, durante tres años seguidos. Se hicieron muchas cosas con bastante responsabilidad, por ejemplo, las concesiones forestales con sus respectivos planes de manejo. Eso nos permitía entrar en exigentes mercados como los europeos y otros que no aceptan maderas de contrabando, fruto del daño a los bosques. Fuimos un gran ejemplo internacional, como pocas veces. Pero, actualmente, Bolivia también está posicionado como el cuarto país a nivel mundial en deforestación.
—Las agresiones contra las áreas protegidas provienen desde sectores empresariales hasta sindicales y delincuenciales. ¿Cuáles son los mayores agresores de las áreas protegidas?
—Depende de la región. Hallamos incendios, hidrocarburos, minería, ampliación de la frontera agrícola, cacería, pesca… Hay áreas protegidas asentadas donde también existen otras riquezas y son apetecidas por traficantes de maderas o de emprendimientos mineros, como en La Paz. Ingresan intencionalmente a ellas y nadie sabe cómo consiguen los permisos. Hay otras que son codiciadas debido a sus tierras, como la Chiquitanía, que deriva en las quemas intencionales.
En los límites entre el Amboró (Santa Cruz) y Carrasco (Cochabamba) hay una presión muy fuerte desde ambos lados. Buscan extraer una madera preciosa, la Mara, que está en un estado crítico de supervivencia, según las valoraciones especializadas. Igual en el caso de la fauna. Es tan crítico que a lo largo de buena parte de la carretera Cochabamba-Santa Cruz hay muchos restaurantes que ofrecen “carne de monte”. Cuentan con licencia de funcionamiento, sin embargo, es algo prohibido expresamente en la Ley 1333.
Ofrecer tatú, taitetú, hochi, surubí, etc. es como si, violando la Ley 1008, se ofreciera cocaína “de la buena”, “dorada”, “de exportación”, “la diamante”, etc. Lo mismo hacen con la fauna y flora silvestre.
—¿Cuáles son las áreas protegidas en mayor riesgo?
—Para empezar, el Madidi. Allí el problema es que están trabajando, en su zona de amortiguación del área protegida, empresas chinas en actividades mineras, no sé si legales o ilegales. También afecta el que se está queriendo abrir procesos contra jefes de protección del área que trabajaban en el Madidi y la Estación Biológica del Beni. Lo hacen justo después de que ellos hicieron pronunciamientos públicos contra los abusos de los que es víctima el personal de las áreas protegidas.
Lo preocupante es que hoy Madidi es lo más emblemático del país. Hace tres años, estudios científicos certificados, donde participaron organizaciones internacionales y nacionales, hicieron que sea reconocida como el área protegida con mayor biodiversidad del mundo. Imagine si eso pasa con el área protegida con mayor diversidad del planeta, qué pasa con el resto. Hay también graves problemas con el área de San Matías por presiones de mineros. El Amboró y Carrasco están afectados por los piratas madereros, la ampliación de los cultivos de coca y el narcotráfico.
—Se trata de diversos tipos de mafias y organizaciones violentas. ¿Qué se hace contra ellas?
—Las poblaciones locales y el personal de las áreas los rechazan, pero ellos solos no pueden hacer nada; son mafias muy bien estructuradas. Además de que en el lugar no se encuentran los cabecillas.
Ellos están en las grandes ciudades. Residen en Cochabamba, La Paz o Santa Cruz, con sus hoteles, vehículos de lujo y grandes propiedades.
Es increíble cómo logran permisos para facilitar la comercialización y hasta la exportación de mercadería maderera prohibida a mercados ilegales en Perú o Chile. ¿Qué sentiría un ciudadano al saber que su mesa familiar, donde almuerza, pudo haber costado sangre? Ello porque no son pocas las veces en que se asesina pobladores o guardaparques, corre sangre de los que avasallan como de quienes defienden. Hallamos mafias prácticamente en todas las áreas protegidas.
—Entiendo que otra señal de alerta se produjo hace unos días por algo así como un ingreso descarado del narcotráfico nada menos que al Parque Noel Kempf Mercado (Pnkm). ¿No es cierto?
—Sí, hace unos días, un reportaje mostró pistas de aterrizaje operables allí. No era en una población vecina, sino dentro del área protegida Noel Kempf Mercado, cien por cien en categoría de parque nacional. Entonces no está permitida ninguna actividad extractiva. ¿Qué hacen entonces esas pistas que probablemente sean del narcotráfico? Y mire que el Pnkm es el único Patrimonio Natural de la Humanidad con que cuenta Bolivia, declarado por la Unesco el año 2000.
¿Se imagina que le pueda ser quitado ese estatus? ¿Cómo quedaría la imagen de Bolivia, cuya CPE dice que respeta los recursos de la naturaleza y considera traición a la Patria su enajenación?
PERFIL
Jorge Landívar Cabruja es ingeniero forestal, con especialidades en Gestión y Manejo de Áreas Protegidas, Gestión Ambiental y en Prevención y Control de Incendios Forestales. Sus estudios los realizó en Bolivia, España y Perú. Entre otras destacadas funciones, fue director en el Sernap en cuatro áreas protegidas de Santa Cruz en cinco ocasiones: San Matías, Noel Kempff Mercado, Amboró, Kaa Iya del Gran Chaco y nuevamente San Matías, entre 1999 y 2020. También fue responsable de fortalecimiento de tres áreas protegidas del corredor bioceánico Santa Cruz-Puerto Suárez: Tucabaca, Santa Cruz La Vieja y Laguna Concepción.