“PEDAGOGICEMOS” LA CONCIENCIA ECOLÓGICA
Demasiada razón y escepticismo separaron por un tiempo la tríada medieval ética-estética-ciencia. Luego Morin nos recordó que no es posible hacer "ciencia sin conciencia”, y ahí nos encontramos, organizándonos para defender la ecología y el ecologismo, asuntos que han dejado de ser de exclusividad de ONG`s. Hoy, son cada vez más las personas de barrio que expresan su molestia por los agravios que se cometen en contra de la naturaleza.
La tierra se queja, respira fuerte, decide protestar y se quiebra. La tierra se seca y se niega a seguir produciendo. La tierra se humedece y se ahoga en su llanto. ¿Cuánto más debemos presenciar? ¿Cuánto más podremos resistir? ¿Qué corresponde hacer? Quiero responder a esta última pregunta porque de ésta dependen las demás. Y aunque parece que ya es tarde, quiero pensar que aún hay tiempo.
El ecologismo tiene principios científicos y está impregnado de valores “pues la ciencia consiste en la racionalización de un conjunto de procedimientos basados en determinados tipos de valores”, por tanto, es hora de adoptar posturas que además de sonar románticas y parecer subjetivas, sean sobre todo, científicas. Propongo, en consecuencia, la “pedagogización” de la conciencia ecológica. Sí, llevémosla al aula del preescolar, de primaria, de secundaria, saquémosla bachiller, inscribámosla en la Universidad, metámosla al laboratorio, al simulador y démosle un grado de doctorado.
La conciencia ecológica debe ser asignatura, debe ser competencia demostrable, debe ser objetivo de aprendizaje, método y técnica de enseñanza, debe ser criterio de logro, transversal curricular, debe ser debate y reflexión… debe ser acción.
Que la conciencia ecologista como valor esté presente en el proceso de selección docente, en el perfil de ingreso del estudiante, en el diseño curricular y el plan de estudios, en el sílabo, el plan de clase y la unidad temática, en el dispositivo metodológico y la actividad de aprendizaje, en la tarea y la investigación, en el instrumento de evaluación y el perfil profesional. Que la educación en valores ecologistas haga su mejor esfuerzo en el modelado de un profesional consciente y respetuoso del mundo y de la vida.
Convirtamos la ecología en un valor de nuestra institución educativa; que comparta filosofía con la honestidad, la fe, la integridad, la eficiencia, en fin, con esos valores éticos, sociales, epistemológicos y también con los pragmáticos; impulsemos el pluralismo axiológico para hablar y escuchar un mismo lenguaje, ese, el ecologista.
Volvámonos unos anarquistas defensores del ecosistema, unos revolucionarios del medio ambiente, unos divulgadores del mensaje verde, y hasta unos sensuales prostitutos dispuestos a vender nuestra zona de confort a cambio de una bocanada de aire limpio y un chorro de agua segura.
Hagamos una alianza entre ciencia y democracia e invitemos a participar del festín a la cultura popular. Hagamos ferias, coloquios y cuanta actividad extracurricular se nos ocurra. Definamos una ética ambiental construyendo perfiles profesionales basados en códigos deontológicos que prioricen la ecología.
En nombre de la historia de la humanidad, opongámonos a toda medida de muerte: Digamos no a las plantas nucleares, a la tajada política que suele haber en un desastre ambiental, a la miseria de la autoridad que construye su figura a partir del dolor y la tragedia humana.
Comunicadora Social y Doctora en Ciencias de la Educación.
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