La bocina de la moto es la señal, ya llegó el pedido a la puerta de tu hogar. El repartidor se baja arreglándose la peluca despeinada por el viento y el casco, alistando el pedido, desinfectándolo y con una sonrisa cubierta por el barbijo, pero reflejada en los ojos, el payasito Chicolac realiza una de sus entregas a domicilio en Quillacollo.