La ciencia es muy divertida para dejarla sólo a los hombres
La premio nobel Frances Arnold es una apasionada de la química respetuosa con el medioambiente, a la que dedica su carrera, y de la ciencia en general, que considera “demasiado divertida” y “gratificante” para dejarla sólo en manos de los hombres.
Arnold (1956) se convertirá hoy en la quinta mujer en recibir el Nobel de Química y lo hace por crear la evolución dirigida de enzimas, que permite la fabricación de sustancias químicas más inocuas para el medioambiente.
La química ha sido “causa de degradación del medioambiente”, pero a la vez la gente la quiere. “Todo lo que hay en esta habitación, lo que vistes e incluso, desafortunadamente, parte de lo que comes es producto de la química”, dice Arnold a Efe.
Según la nueva nobel estadounidense, si queremos ir hacia un futuro en el que “los beneficios no causen ese coste medioambiental, tenemos que ser mucho más listos” a la hora de hacer química.
La cuestión es si “extraemos petróleo para hacer productos químicos o usamos fuentes renovables como la dioxinas de carbono o la energía del sol”, y ella lo tiene claro, pues con su trabajo contribuye a producir biocombustibles, medicamentos o detergentes más limpios.
Y para ello creó una técnica llamada “evolución dirigida”, con la que, usando las normas de la evolución natural, comprime los tiempos dentro de un tubo de ensayo para crear nuevas enzimas que permiten la fabricación de químicos más limpios.
La evolución ha llevado desde los organismos simples, hace 4.000 millones de años, a todas las formas de vida del planeta, es una “tremenda máquina de generar diversidad” y, si aprendemos a usarla, podremos “generar diversidad molecular para uso humano”, explica.
Arnold ha trabajado en mundos donde, hasta hace no mucho, las mujeres escaseaban. Empezó en la ingeniería mecánica, pasó a la energía solar, a la ingeniería médica y con 29 años llegó a la bioquímica y al Instituto de Tecnología de California (Caltech), donde sigue ejerciendo.
“Estaba acostumbrada a trabajar con hombres, me gusta”, destaca, para añadir que además en 1985, cuando terminó el posdoctorado , todas las universidades buscaban profesoras de ingeniería, así que tuvo “toneladas de oportunidades maravillosas” y las aprovechó.