Centro K’ayra: salvando la diversidad anfibia del país
Bolivia es un país extremadamente rico en biodiversidad. En el territorio existen alrededor de 323 especies registradas de anfibios. Dentro de este grupo de vertebrados, se tienen especies que son semiacuáticas e incluso acuáticas, es decir, que viven casi enteramente en el agua. Por lo tanto, son dependientes de cuerpos de agua que se constituyen como su hábitat natural. Lamentablemente, la contaminación y el abandono de lagos, lagunas y ríos en el país ponen en riesgo a estas especies.
El Centro K’ayra de investigación y conservación de Anfibios Amenazados de Bolivia es una organización cuyos esfuerzos se centran en salvar a las ranas que se encuentran en peligro crítico de extinción. El Centro K’ayra surgió como una iniciativa del Museo Historia Natural Alcide d’ Orbigny. Según el director del museo, Ricardo Céspedes, se observó hace muchos años que los anfibios estaban críticamente amenazados. “Había un hongo, el quitridio, que estaba atacando poblaciones a nivel mundial y estaba ocasionando la pérdida de muchos anfibios. Entonces, surgió la iniciativa del biólogo Arturo Muñoz de conservar algunas ranas, pero aún sin el objetivo concretado”.
Posteriormente, se inició con una cría en cautiverio de las especies rescatadas. “La base de todo este proyecto es la rana del género Telmatobius, que es una rana casi exclusivamente acuática”, afirmó el director. Se comenzó con las especies más comunes en Cochabamba en aquella época: las Telmatobius Hintoni, que hoy se encuentran en serio peligro de extinción. Así se consolidó el centro con el objetivo de conservar especies en peligro crítico para lograr su reproducción y reinserción a su hogar. La contaminación de los cuerpos de agua del país está afectando en gran medida a estas especies cuyo hábitat es el agua. “La contaminación del agua, en cualquier parte del mundo, es uno de los problemas más grandes que existen”, comentó Ricardo Céspedes.
Los cuerpos de agua, como el río Rocha, la laguna Alalay, riachuelos y lagunas más pequeñas, están desapareciendo poco a poco debido al cambio climático y a la intervención del ser humano. Incluso las ranas gigantes oriundas del ancestral lago Titicaca son afectadas por la contaminación del mismo.
“En el Titicaca se desechan muchos desperdicios de minería. Otra amenaza es la cría de truchas para el consumo humano, puesto que desequilibró el ecosistema del lago. Las truchas son una especie depredadora que consume huevos y larvas de rana”, afirmó Ricardo Zurita, encargado del Centro K’ayra.
Además, es común en los alrededores consumir esta especie cruda en un batido o jugo que, según la creencia, tiene propiedades afrodisíacas y curativas. Otro factor que se hizo más evidente, en los últimos años, son los incendios en áreas verdes. Estos desastres terminan con la vida de muchas especies vegetales y animales.
Muchos reptiles y anfibios mueren a causa del fuego, debido a su incapacidad de cubrir grandes distancias rápidamente. Incluso otras especies que sí tienen esta capacidad, como aves y mamíferos ágiles, perecen víctimas de las llamas. “Las ranas forman parte de la cadena alimenticia ocupando un lugar intermedio. Una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil. Las ranas son depredadoras de algunas especies y alimento de otras. Si desaparecen, toda la cadena se ve afectada. Debemos comprender que son una parte importante de nuestro ecosistema”, afirmó Zurita. El Centro K’ayra acoge a muchos especímenes de r a n a s acuáticas con un encomiable esfuerzo para preservarlas.
Entre ellos se encuentran Romeo y Julieta, una pareja de ranas cuya historia bien podría igualar a la original del dramaturgo Shakespeare. Romeo es una rana de Sehuencas (Telmatobius yuracare), cuya especie se caracteriza por ser totalmente acuática.
Fue rescatado en una expedición en 2009 por el investigador Oliver Quinteros. En aquella época, no sabían que no encontrarían más de esta especie, por lo que su recolección fue oportuna. Romeo, de personalidad apacible y tímida, pasó 10 años en las instalaciones del Museo Alcide d’ Orbigny en soledad. Se realizaron muchas expediciones para encontrar más ejemplares de ranas de Sehuencas, sin éxito alguno. Por mucho tiempo se llegó a pensar que Romeo podría ser el último de su especie. En 2019, una nueva expedición encontró el milagro. Se logró recolectar cinco nuevos ejemplares de esta especie. Tres machos y dos hembras: una hembra joven y una adulta, una Julieta para Romeo.
Esta noticia dio la vuelta al mundo, ya que se renovó la esperanza de salvar a las ranas de Sehuencas de la extinción. Su primera cita fue altamente esperada y resultó un gran éxito en el que ambas ranas mostraron comportamientos nunca antes documentados. Desde entonces, se intenta constantemente generar las condiciones adecuadas para la reproducción. De momento todavía no se logra el objetivo, por lo que Romeo y Julieta aún llevan la carga de salvar a su especie.
“Las ranas no se reproducen cuando llegan a un determinado punto de un ciclo como los mamíferos. Estos anfibios analizan si el ambiente en el que se encuentran es propicio para la reproducción. Deben sentirse en casa”, explicó Zurita. Al igual que este proyecto, el Centro K’ayra tiene muchos otros en los que trata de conservar, reproducir y reinsertar en su hábitat a varias especies de ranas. Ya se tienen avances significativos en la repoblación de varios géneros albergados en el centro. Ahora, el objetivo es encontrar hábitats propicios para la prosperidad de estas especies.
Tarea que se torna muy difícil debido a la decadencia de los espacios acuáticos, especialmente en Cochabamba. De momento, la organización continúa su labor. Como dice un viejo dicho: quien salva una vida, salva al mundo.