Marcela Espinoza, la doctora que superó un ACV y se dedicó a ayudar
Yvonne León
Una app de celular, que reproduce en sonido los textos, permite a la doctora Marcela del Coral Espinoza comunicarse con sus pacientes del centro de atención y rehabilitación Villa Asunción de Quillacollo.
El 2007, Marcela cursaba el segundo año de Medicina en la Universidad Técnica de Oruro cuando sufrió un accidente cerebrovascular (ACV). Su familia viajó desde Cochabamba para cuidarla.
¿Por qué se fue a Oruro a estudiar Medicina? “Fue una decisión muy aventurera. Al principio viajé con una amiga, pero luego me quedé sola”, comenta Espinoza.
Marcela sobrevivió al ACV, pero quedan secuelas, tiene dificultad para caminar y para hablar, aunque eso no la detiene.
Josefina Gómez, la mamá de Marcela, recuerda que su hija estuvo un año en rehabilitación. Su familia pensó que, tras el ACV, ella iba a cambiarse de carrera, sin embargo, se matriculó en la Universidad Franz Tamayo y terminó su carrera.
¿De dónde sale esa valentía mientras otras personas son presas de la depresión? De Dios y la familia, responde Marcela con una sonrisa y brillo en los ojos mientras observa a su mamá, su inspiración.
Josefina revela que es sobreviviente de cáncer, “pero esa es otra historia”, apunta.
Josefina, su mamá, cuenta que Marcela desde niña tenía mucha energía y pasaba sus días en la cima de los árboles junto a sus hermanos Dexter (que es auditor) y Danna Emilia (también doctora).
Ese ímpetu es el mismo que la impulsa todos los días a ayudar a otras personas y fijarse metas cada vez más grandes.
“Lo más gratificante es ver la sonrisa de una mamá que ve a su hijo con parálisis dar unos pasos”, cuenta Marcela.
Marcela es responsable del centro de Villa Asunción y con ella trabajan dos fisioterapeutas, un odontólogo, una enfermera, además de un psicólogo y una trabajadora social. El equipo debe coordinar las actividades para los pacientes y brindar una atención integral.
“Mi trabajo lo hago revisando a mis pacientes, de arriba abajo completamente, siempre que me lo permitan. Haciendo la historia clínica y luego se deriva a las áreas correspondientes”, cuenta.
Ella relata que la guía para sus procedimientos es gracias a dos médicos, que considera sus mentores, Luis Edgar Quiroga y Freddy Trigo.
Paola Escobar es interna de la Universidad Privada Cosmos, trabaja hace tres meses en el centro y cuenta que su jefa “es una persona muy justa, muy compresiva. Pero cuando se enoja, se enoja”, manifiesta e intercambia sonrisas cómplices con Marcela.
Los pacientes de Marcela resaltan el profesionalismo, la delicadeza y cariño con la que ella se desenvuelve.
Una de las metas de la doctora Espinoza es que el centro “se haga independiente, y para eso hay un proyecto que se está desarrollando, aunque está avanzando lentamente”, apunta.
Marcela suma a sus actividades, reuniones con el Ministerio de Salud y Sedes para coordinar el trabajo del centro.
“Ella (Marcela) hace su vida normal. La gente que piensa que tiene algún problema (neuronal), o que no escucha o que no ve”, señala Josefina y cuenta que su hija es feliz, activa y que ama lo que hace.
“Es feliz. Es una persona normal. Se va a los conciertos de rock cada vez que puede o cada vez que hay festivales”, relata su mamá mientras Marcela muestra las fotos del Llajta Rock, que se realizó hace unas semanas en Cochabamba y donde tocó su banda favorita, Cartel Afónico.
Las imágenes de Marcela reflejan una luz que envuelve su joven rostro, demostrando una vez más que el optimismo es importante para superar las adversidades.
A veces, los acontecimientos pueden lastimar los cuerpos, marcar un antes y un después. La existencia es diferente.
Al centro llegan muchas personas, con historias diferentes, que desean seguir, pese a la angustia y tristeza que provoca un impedimento físico.
Una de las pacientes de la doctora Espinoza es Deysi Santos, de quince años, quien tras caer de un árbol y no recibir atención médica oportuna quedó parapléjica.
Hasta hace poco, la quinceañera recibía fisioterapia en su casa, pero ahora va al centro para continuar su tratamiento con los equipos.
La mirada triste delata a Daysi. La doctora Espinoza comenta que es una etapa dura para la joven, que aún se acostumbra a usar silla de ruedas.
Marcela sabe por lo que pasa su paciente. Sobrevivir a un AVC “es un impulso para que haga lo mejor para ellos, para que su recuperación sea más fácil y no traumante”, señala Espinoza mientras supervisa la sesión de fisioterapia.
“Nunca sabes lo que es ser fuerte, hasta que ser fuerte es tu única opción”, reflexiona.