Cuando una es mamá se da cuenta de que los días se acortan en horas y se multiplican las tareas, y, sin un afán de victimización, muchas dejan de lado su persona para abocarse a buscar el equilibrio entre el trabajo y la crianza de los hijos. Tendemos, y me incluyo, a ponernos muchas etiquetas: la mamá “abnegada”, la mamá “luchona”, la mamá “leona”, etc. Seguro que todas tenemos alguna de esas y muchas más, que vamos heredando y escuchando desde niñas.