<p class="rtejustify"> Recuerdo claramente esos días de juegos en el jardín del abuelo, mis primos y yo inventando historias entre los árboles y escondiéndonos en los maizales. Empezar a correr después del almuerzo y no parar hasta que nos obligaran a volver dentro de la casa, porque el día se había hecho noche. De eso ya pasaron décadas.</p> <p class="rtejustify"> Ahora no es la televisión el gran privilegio de los niños, sino que están el Internet, los juegos en la tablet, los videos que se pueden ver en el teléfono móvil, cada día las posibilidades aumentan.</p> <p class="rtejustify"> Sin embargo, lejos de ser un premio, parecen un castigo. Un castigo similar a no tener un jardín, a no correr por los parques, a no tener con quien jugar.</p> <p class="rtejustify"> Ahora es la época de niños solos en espacios pequeños. Y la pena es que el castigo no es de los padres hacia un mal comportamiento de sus hijos, es una consecuencia estructural.</p> <p class="rtejustify"> Los padres no tienen el lujo del tiempo libre para pasarlo con sus hijos. En lo posible, les dan algún regalo, tecnológico o no, para que vayan aprendiendo solos.</p> <p class="rtejustify"> Niños que piden un celular a sus ocho años o antes, y padres que se los dan.</p> <p class="rtejustify"> Qué triste es cuando la motivación del acceso a la tecnología es que nuestros niños no molesten o nos dejen trabajar. Qué bueno sería traer el jardín de mi abuelo a estos tiempos, para mis niñas, para que se alejen de las pantallas que absorben a su generación sin dejarles mirar con detenimiento las flores. Padres y madres como yo: vamos a cultivar nuestro propio jardín.</p> <p class="rtejustify"> &nbsp;</p> <p class="rtejustify"> <em><strong>La autora es periodista de Doble Click de Los Tiempos</strong></em></p>

<p class="rtejustify"> Recuerdo claramente esos días de juegos en el jardín del abuelo, mis primos y yo inventando historias entre los árboles y escondiéndonos en los maizales. Empezar a correr después del almuerzo y no parar hasta que nos obligaran a volver dentro de la casa, porque el día se había hecho noche. De eso ya pasaron décadas.</p> <p class="rtejustify"> Ahora no es la televisión el gran privilegio de los niños, sino que están el Internet, los juegos en la tablet, los videos que se pueden ver en el teléfono móvil, cada día las posibilidades aumentan.</p> <p class="rtejustify"> Sin embargo, lejos de ser un premio, parecen un castigo. Un castigo similar a no tener un jardín, a no correr por los parques, a no tener con quien jugar.</p> <p class="rtejustify"> Ahora es la época de niños solos en espacios pequeños. Y la pena es que el castigo no es de los padres hacia un mal comportamiento de sus hijos, es una consecuencia estructural.</p> <p class="rtejustify"> Los padres no tienen el lujo del tiempo libre para pasarlo con sus hijos. En lo posible, les dan algún regalo, tecnológico o no, para que vayan aprendiendo solos.</p> <p class="rtejustify"> Niños que piden un celular a sus ocho años o antes, y padres que se los dan.</p> <p class="rtejustify"> Qué triste es cuando la motivación del acceso a la tecnología es que nuestros niños no molesten o nos dejen trabajar. Qué bueno sería traer el jardín de mi abuelo a estos tiempos, para mis niñas, para que se alejen de las pantallas que absorben a su generación sin dejarles mirar con detenimiento las flores. Padres y madres como yo: vamos a cultivar nuestro propio jardín.</p> <p class="rtejustify">  </p> <p class="rtejustify"> <em><strong>La autora es periodista de Doble Click de Los Tiempos</strong></em></p>