Leyenda confirmada
El 2023 comenzó con agitación para el área del periodismo económico debido al anuncio oficial que lanzó el 9 de enero el CEO de la transnacional New Pacific Metals Corporation, Rui Feng: las reservas del yacimiento “Silver Sand” fueron confirmadas en 171 millones de onzas de metal de plata.
Se trata de eso, una confirmación, pero no es un descubrimiento, porque nadie está encontrando algo desconocido o que estuvo oculto por mucho tiempo. Es más… el proyecto Silver Sand está localizado en el distrito minero de Colavi-Canutillos-Machacamarca, en la provincia Cornelio Saavedra de Potosí, cuya riqueza en plata ya fue explotada en la colonia, con las limitaciones de su tiempo. Machacamarca, homónima del municipio orureño, cobró notoriedad debido a que todavía conserva sus construcciones originales de piedra en mayor cantidad y tamaño que Aullagas.
La existencia de la ahora denominada “ciudad de piedra” es la prueba fehaciente del nivel al que llegó la explotación de plata en la zona, durante más de tres siglos. El metal dejó de extraerse cuando se agotó la plata en veta, pero quedaron grandes reversas diseminadas para cuya explotación no existía tecnología entonces. Fue por eso que Machacamarca se despobló y ahora solo quedan sus casas de piedra.
Siglo XXI
Betanzos es la capital de la provincia Cornelio Saavedra y en 2017, cuando su alcalde era Juan Tellez, que tiene un doctorado en gestión del desarrollo, se acordó el ingreso a la zona de la empresa minera Alcira, subsidiaria de New Pacific Metals Corp.
Sobre la base de esos acuerdos, Alcira comenzó labores de prospección y también a ajustarse a la normativa minera boliviana, que se modificó en la gestión del potosino César Navarro como ministro de minería y metalurgia. Con la aprobación del congreso, finalmente se llegó a la firma de un contrato administrativo, el 7 de enero de 2019. El proyecto Silver Sand (Arenas de Plata) fue presentado oficialmente en Potosí una semana después. El gobernador era Juan Carlos Cejas.
La fase de prospección duró poco más de un año y medio y, al cabo de ese tiempo, New Pacific Metals Corp. encomendó la certificación de las reservas a la canadiense AMC Mining Consultants que realizó un total de 551 perforaciones en el área que está entre Betanzos y Tacobamba. En noviembre del año pasado, la empresa entregó los resultados de su trabajo y estos fueron comunicados el 9 de enero por el propio Rui Feng. No hay ningún descubrimiento.
Proyecciones
Las expectativas por los beneficios que vaya a arrojar la explotación del proyecto son variables y parecen aumentar con el paso de los años. En 2019, Navarro decía que, para ese momento, el Cerro Rico de Potosí producía 3.000 toneladas diarias de plata mientras que la proyección para el proyecto Silver Sand era de 10.000 toneladas por día.
Tellez, que actualmente es asesor estratégico de la Gobernación de Potosí, señala que las proyecciones para el pago de regalías rebasan los cálculos más optimistas porque se estima que la New Pacific llegaría a pagar unos 230 millones de dólares anuales. En 2022, Potosí batió todos los récords de recaudaciones, pues percibió regalías por hasta 120 millones de dólares. El exalcalde dice que, con Silver Sand operando, solo ese proyecto prácticamente duplicaría los ingresos de la región.
La transnacional tiene otros dos proyectos en Bolivia, Carangas, en Oruro, y Silverstrike, en La Paz, pero sus expertos saben que la región con las mayores reservas de plata es Potosí, por referencias confirmadas que se remontan a los primeros años de la invasión española. El contrato que New Pacific Metals Corp. firmó con el Estado boliviano es de 15 años, con opción a ampliarse a 30, y todo indica que se irá por ese lado ya que la empresa tiene un proyecto mayor, Silver Sun, que no se limita solo a Machacamarca, sino a todos los yacimientos de ese sector que los españoles no pudieron explotar sencilla y llanamente porque no tenían la tecnología para hacerlo.
LA SIERRA DE PLATA
¿De dónde sale tanta plata?
En el departamento de Potosí existen reservas a lo largo de un territorio que era habitado por los qaraqara, una cultura que se desarrolló en esta parte de Bolivia desde tiempos preincaicos y fue sometida a la autoridad del inca luego de una resistencia armada que se zanjó con acuerdos entre sus gobernantes, que incluyó la unión de linajes, o panacas, mediante matrimonios de sus hijos.
Cuando los europeos comenzaron a explorar América escucharon dos leyendas, una de oro y otra de plata.
La del oro hacía referencia a El Dorado, un lugar o ciudad con casas construidas con oro y las calles pavimentadas de ese metal. La leyenda surgió como resultado de una práctica que cumplían los gobernantes del pueblo muisca o Chibcha, en el norte de Colombia, que consistía en cubrirse el cuerpo con polvo dorado cuando eran coronados, para luego saltar a la laguna Guatavita. A estos gobernantes se llamaba “hombres dorados” y su existencia, por esa ceremonia, dio paso a la leyenda de una ciudad dorada. Distorsiones de ese tipo dieron lugar al surgimiento de otras versiones, como la del gran Paitití.
La otra leyenda es la de la Sierra de Plata, es decir, la existencia de varios cerros de ese metal en un país gobernado por un rey blanco. Esa fue la versión que escucharon portugueses y españoles entre 1502 y 1516, cuando se disputaban la exploración de un río que los indios llamaba Paraná-guazu, que quería decir “río tan grande como un mar”. Mariano Baptista escribió que “del lado español el descubrimiento oficial correspondió a Juan Díaz de Soliz, en 1516” y, por ello, el primer nombre que se le dio fue “Mar de Soliz”, “Mar Dulce” o río de Soliz. Uno de sus soldados, Aleixo García, encabezó una expedición que subió aguas arriba y habría llegado hasta territorio qaraqara, pero ya cuando este formaba parte del incario. “El portugués Alejo García había entrado mucho más adentro, pero al retornar de ese reino, cargado de riquezas también, fue asaltado y pereció a manos de los indios”, agregó Baptista.
La experiencia de García cambió la historia porque el río dejó de llamarse “de Soliz” y se lo denominó Río de la Plata. Ese fue el nombre que llevó, desde 1776, el Virreinato de las Provincias del Río de la Plata que abarcó a las actuales Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay. El río también se denominó “argentino” y ese es el origen del nombre de ese país.
La Sierra de Plata no era una leyenda. La serranía existe y comienza en Porco, actual provincia Quijarro; pasa por Potosí, provincia Frías, donde está el famoso Cerro Rico; prosigue por Betanzos y Tacobamba, en la provincia Saavedra, en los que están Colavi, Canutillos y Machacamarca, y sigue hacia el norte, donde se encuentra otro famoso yacimiento, Colquechaca.
No estaba integrada por cerros enteramente de plata, incluso en el exterior, pero sí plenos de este mineral, aunque su extracción dependa del tipo de yacimiento. Colquechaca, por ejemplo, tiene grandes yacimientos subterráneos, pero estos se encuentran inundados.
La Sierra de Plata de los qaraqara existe. Es la que encontró Aleixo García, pero no pudo reportarla a tiempo porque, de haberlo hecho, quizás él habría sido reconocido como el descubridor del Cerro Rico de Potosí.
(*) Juan José Toro es vicepresidente de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP)