Jorge Jamarlli: “Bolivia ha sido muy generosa conmigo”
Jorge Jamarlli, es un actor jujeño que ha trabajado dentro y fuera del escenario boliviano. Su historia es un testimonio de pasión, perseverancia y amor por el arte, que trasciende fronteras. En exclusiva con la Revista OH!, comparte con los lectores sus humildes comienzos hasta convertirse en una figura destacada del teatro y el cine en Bolivia.
La pasión de Jorge por el arte se remonta a su infancia. “Siempre me gustó el arte”, confiesa, revelando que en su juventud soñaba con ser bailarín. Sin embargo, la presión de sus padres lo llevó a optar por el teatro.
“Me acuerdo que cuando empecé a hacer teatro, ya me di cuenta que era lo que me gustaba”, menciona el actor. Su camino lo llevó al prestigioso Teatro de Los Andes en Yotala, un pueblo que está cerca de la ciudad de Sucre, donde encontró un espacio para crecer y desarrollarse como artista.
EL TEATRO COMO ESCUELA DE VIDA
A lo largo de su carrera, Jamarlli ha experimentado el poder transformador del teatro. “Nosotros hemos comenzado en los 90. Entonces, apoyo no había”, señala recordando los desafíos iniciales que a diferencia de ahora ya se valora el trabajo de muchas personas que están esforzándose en este ámbito.
A pesar de las dificultades, su pasión por actuar nunca se desvaneció. “Ha sido un camino solitario, un camino que uno tenía que ponerle las ganas de mucho esfuerzo, pero sí hemos tenido la alegría y la suerte, de que al público le ha gustado” cuenta.
“El teatro tenía 150 personas, habrán ido 50, habrán ido 30, pero hay que seguir”, sostiene con determinación. Con el tiempo, la situación ha cambiado con la apertura de la Universidad de Teatro en Santa Cruz, lo cual llevó gente de todos los departamentos a formarse , destaca. “Hay público, hay obras y a la gente le gusta”, aplaude.
DESAFÍOS Y TRIUNFOS EN EL CINE
La incursión de Jamarlli en el cine boliviano ha sido igualmente notable, ya que ha interpretado una variedad de personajes, desde galanes hasta villanos. “No me gusta repetir los papeles”, comenta.
Uno de sus roles más memorables fue como el dios Apolo en la obra “La Ilíada” del Teatro de Los Andes, que marcó un antes y un después en su carrera cinematográfica.
En su primera película, “El atraco” de Paolo Agazzi, recuerda: “Yo hacía de cantante de tango... eso ha sido para mí un desafío”. A pesar de los nervios iniciales, Jamarlli destaca la confraternización entre actores: “He tenido la suerte de conocer a todos los actores conocidos... y creo que eso fue lo que más me marcó”.
Uno de los momentos más difíciles durante el proyecto indica que fue cuando decidieron hacer playback en su papel cantante, sin embargo cuenta cómo los actores que él considera “hermanos mayores” le defendieron y fueron a hablar con el director afirmando que Jorge tenía que cantar.
Por otro lado, también participó en la filmación del Pocholo, destacando haber conocido a importantes figuras de Bolivia, como David Santalla y actores de comedia bolivianos, expresando su admiración por ellos.
LA HUMANIDAD DEL CINE BOLIVIANO
Jamarlli también reflexiona sobre las particularidades del cine boliviano. “Lo lindo que tiene el cine boliviano es este calor de gente”, dice con admiración. A pesar de las limitaciones presupuestarias, él cree firmemente que “hacemos fuego con dos piedritas” a diferencia de los países extranjeros que usan enormes inversiones para la producción de rodajes.
Esta capacidad para crear magia con recursos limitados es un sello distintivo del cine boliviano. “Siempre hemos sido un país unido, con identidad fuerte” afirma el actor jujeño.
Asimismo, Jamarlli destaca el esfuerzo de Carla Ortiz, como un orgullo boliviano que incursiona en la nueva película “Las vidas de Laura. “Ella es universitaria, deportista, modelo, productora y actriz, es un honor para mi trabajar con ella”, expresa.
Al mirar hacia el futuro, Jamarlli se muestra optimista sobre el crecimiento del teatro y el cine en Bolivia. “Nosotros somos privilegiados porque sabemos que es un honor este trabajo”, dice mientras anima a las nuevas generaciones a seguir sus pasos. “Trabajen, trabajen, trabajen, cuando uno hace las cosas con cariño y ganas, va a rendir su fruto”, sostiene.
“Hay que quererlos mucho, mimarlos”, concluye al referirse a los jóvenes talentos que están surgiendo en la escena artística boliviana. Así Jamarlli se convierte en un símbolo de inspiración y perseverancia para aquellos que quieren adentrase en el mundo del cine.