Con las manos en la cabeza, tapándose, sin querer creer lo que había pasado, recibió Luis Suárez, en el banquillo, sustituido minutos antes, el gol de Corea del Sur que eliminó a Uruguay en el último Mundial del mejor goleador celeste de todos los tiempos, cuyo llanto, en la soledad, cuando el fracaso se consumó, pertenece ya a la historia de Catar 2022, entre la indignación con el árbitro de Edinson Cavani.