Uruguay se queda a un gol de la clasificación
Con las manos en la cabeza, tapándose, sin querer creer lo que había pasado, recibió Luis Suárez, en el banquillo, sustituido minutos antes, el gol de Corea del Sur que eliminó a Uruguay en el último Mundial del mejor goleador celeste de todos los tiempos, cuyo llanto, en la soledad, cuando el fracaso se consumó, pertenece ya a la historia de Catar 2022, entre la indignación con el árbitro de Edinson Cavani.
Los goles de Giorgian De Arrascaeta (26’ y 32’ PT) no fueron suficientes para Uruguay.
Luis Suárez fue la imagen que plasmó la desolación de Uruguay. La de Diego Alonso, agitando los brazos cuando el tiempo se escapaba, ya con el tanto al borde del final de Corea del Sur ante Portugal, aún con una decena de minutos por delante para su equipo ante Ghana en el estadio Al Janoub, fue la de la incredulidad y la impotencia ante un destino severo, pero perceptible cuando empata a nada primero y luego pierde contra Portugal.
La instantánea de Cavani es la de la indignación. A todo correr, a por el árbitro, el alemán Daniel Siebert, con el que discutió de forma acalorada, señalándolo, insistiéndole en dos penas máximas que no apreció (y quizá no acertó a decretar), al menos la primera sobre Darwin Núñez, que pareció muy clara (antes del gol que lo eliminó de Corea y que habría supuesto su clasificación), más que la segunda sobre Cavani, que también lo aparentó.
Después se sumó buena parte del grupo, como Diego Godín, también acusando al colegiado, como varios jugadores de la selección uruguaya, mientras Luis Suárez seguía sentado en el banquillo, a lágrima viva, sin consuelo. Uruguay se va de Catar 2022. Y él de los Mundiales para siempre.
Las expectativas agrandan la herida y la decepción, en una selección que disponía de futbolistas tan expresivos en sus actuales clubes como Federico Valverde, impresionante en el Real Madrid; José María Giménez, el líder defensivo del Atlético de Madrid más allá de sus vaivenes de los últimos cursos; Mathias Olivera, el lateral zurdo del incontestable Nápoles que lidera la Serie A.
También Sebastián Coates, cuya jerarquía es indudable en el Sporting de Lisboa; Rodrigo Bentancur, reluciente en el Tottenham; Giorgian de Arrascaeta, el mejor ‘10’ del campeonato brasileño; Darwin Núñez, el delantero que le costó 100 millones de euros al Liverpool hace cuatro meses; Luis Suárez o Edinson Cavani.
Aún más visible —o decadente— fue el 2-0 contra Portugal. Con el equipo con el que se proponía como favorito para las dos primeras plazas del grupo H, cuando salió el sorteo el pasado 1 de abril o cuando aterrizó en Catar el pasado 19 de noviembre, pero no cuando entró en acción en la competición, porque entonces se sumergió en unas dudas que ni siquiera intuía, con especial énfasis en la segunda cita ante el combinado luso.
“No salimos a ganar, como nos pasó ante Corea del Sur”. La frase de José María Giménez, el central del Atlético, retumbó al término del choque en el estadio de Lusail. Uruguay, provista de una zaga de tres centrales, dos carrileros, tres centrocampistas y dos delanteros en aquel compromiso, finalmente decisivo, no existió hasta la hora de partido, hasta que ya había recibido el 1-0 en contra de Bruno Fernandes, hasta que movió su banquillo con Facundo Pellistri y Giorgian de Arrascaeta, pero también con Luis Suárez y Maxi Gómez.