Robinho se contagia de la extendida «fiebre» del regreso a la Liga brasileña
RÍO DE JANEIRO |
La 'fiebre' del regreso a Brasil ha sobrepasado la fase de mero contagio y amenaza con convertirse en una 'pandemia' que ya afecta a jugadores de primera línea, como Fred, Ronaldo, Adriano y Robinho, su último exponente.
Hasta hace poco tiempo tan solo los futbolistas en la recta final de su carrera se dejaban picar por el mosquito de la 'saudade' (morriña, añoranza, en portugués) y regresaban a Brasil después de décadas en las que llenaban bien sus cofres en las opulentas ligas europeas y asiáticas.
Pero ahora los clubes brasileños han ganado un nuevo atractivo para jugadores importantes, atraídos por diferentes factores, como la menor exigencia física del campeonato, el trato reverencial de las aficiones y el escaparate inmejorable ante los ojos del seleccionador nacional, Carlos Caetano Bledorn Verri "Dunga".
Un buen ejemplo es el del centrocampista Kléberson, campeón del mundo en 2002, que regresó a finales del 2007 al Flamengo, después de deambular sin pena ni gloria entre el Manchester United y el Besiktas turco.
En sus últimos años en Europa, Kléberson dejó de contar para la selección como una opción, pero ahora, a sus 29 años, acaba de recibir el llamado de Dunga para integrar el conjunto que intentará revalidar el triunfo en la Copa Confederaciones.
El regreso de más calibre es sin duda el de Ronaldo al Corinthians, después de pasar trece meses lesionado y temer por el final de su carrera.
El caso del tres veces mejor jugador del mundo podría encuadrarse en el tipo clásico de futbolistas en sus últimos años, si no fuera porque él repite a cada día que su objetivo es volver a la selección, para cerrar su carrera con el Mundial de Sudáfrica 2010.
Mientras aguarda el llamado de Dunga, ya ha ganado el Campeonato Paulista, en el que también recibió el trofeo de mejor jugador, y ha contribuido a que su equipo alcance las semifinales de la Copa de Brasil y se acerque a la disputa por la plaza para la Libertadores reservada a su campeón.
De otro lado, para este fin de semana se espera el debut del "Emperador" Adriano en el Flamengo, una víctima aguda de la "saudade", esa enfermedad tan extendida entre todos los emigrantes brasileños y no exclusiva de los futbolistas.
Adriano dejó el Inter de Milán el pasado abril con el argumento de que no se encontraba feliz jugando al fútbol en Italia y que echaba de menos su país y sus amigos de infancia, que continúan viviendo de forma humilde en una precaria barriada.
Hay un equipo que se ha hecho experto en repatriaciones de jugadores de elite en horas bajas, el Fluminense de Río de Janeiro, que actualmente negocia traerse de Turquía al lateral Roberto Carlos, para sumarlo a los dos flamantes fichajes que cerró esta temporada.
El primero fue el extremo Thiago Neves, que pasó un año gris en el Hamburgo después de haber encandilado con su actuación en el Flu y haber marcado cuatro goles en los dos partidos de la final de la Copa Libertadores de 2008, que acabó llevándose el Liga de Quito.
El otro es el delantero mundialista Fred, que se sumó a las filas del Flu después de perder espacio en el Olympique de Lyon a sus 25 años, poniéndose como objetivo volver a la selección.
Otro caso pendiente de "confirmación de laboratorio" que podría aumentar la lista de contagiados por la fiebre del regreso es el de Juninho Pernambucano, por el que pelean oficialmente el Vasco da Gama, de segunda división, y el campeón brasileño, el Sao Paulo.
Sin embargo, el caso que más ha sorprendido a propios y extraños es el de Robinho, que acaba de pedirle al presidente del Santos, Marcelo Teixeira, que le acepte de vuelta, un año después de que el Manchester City desembolsase por él 40 millones de euros.
Teixeira reconoció que será "difícil" sacar a Robinho de Inglaterra por el costo de la operación, aunque el delantero se podría agarrar al ejemplo de Adriano, que consiguió la carta de libertad después de mostrar su abatimiento por la vida en Europa.
El año pasado, regresaron a Brasil 659 jugadores, un número inferior a las 1.176 transferencias de futbolistas al exterior y también menor que las medias de años anteriores, que rondaron entre 800 y 1.000 "pacientes" de la fiebre del regreso.