La función debe continuar
En medio de la pandemia del coronavirus en el que la sociedad se encuentra atemorizada y la economía paralizada es tiempo de convencernos de que la función debe continuar.
Esta frase original, usada para distintas situaciones de la vida, es atribuida al extinto artista Shahnourh Varinag Aznavourián Baghdasarian, conocido como Charles Aznavour, quien en una de sus presentaciones al sufrir una descompensación en el escenario decidió continuar con el recital exclamando: "El show debe continuar".
De acuerdo con el reciente Informe Especial Covid-19 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el panorama económico regional es poco alentador debido a que el mundo atraviesa una crisis sanitaria, humanitaria y económica sin precedentes en la historia.
Esta situación ha obligado a que los Estados asuman acciones, orientadas a estimular la oferta y la demanda, que implican el uso de recursos públicos e instrumentos de política fiscal, las que en definitiva deben ser diseñadas y aplicadas de acuerdo a la realidad de cada país.
Los efectos agoreros proyectados por la Cepal para las economías de la región son altamente preocupantes, puesto que de una proyección de crecimiento de 0,1% en esta gestión, ahora se espera una caída de -1,8%, como consecuencia de la pandemia. Y no se descarta una recesión de 3 o 4 puntos porcentuales.
Asimismo, los canales externos de transmisión de la recesión se manifestarían en: i) la disminución de la actividad económica de los principales socios comerciales, ii) caída de los precios de los productos primarios y disminución de ingresos, iii) interrupción de las cadenas globales de valor, iv) disminución de la actividad de turismo; y, v) merma de las inversiones y empeoramiento de las condiciones financieras internacionales.
En la realidad boliviana de corto plazo, la demanda y oferta ya están siendo afectadas por la suspensión parcial de las actividades económicas, al margen de lo dispuesto por el Órgano Ejecutivo que determinó la continuidad de las actividades de producción de alimentos, artículos de higiene, medicamentos y la provisión de insumos para los mismos, así como el suministro de carburantes.
Lo cierto es que la paralización del resto de actividades productivas y de servicios afectará notablemente al crecimiento económico, estimado en un 4% para este año, el mismo que se vería perturbado por un posible aumento del desempleo y disminución de ingresos en general, lo cual es muy negativo para los sectores sociales más vulnerables que se encuentran en los umbrales de pobreza y extrema pobreza.
Si bien las diferentes normas emitidas establecieron la implementación de medidas fiscales, financieras y sociales con el fin de atenuar la contracción de la economía, las mismas pueden resultar insuficientes si se considera el universo de beneficiarios de la canasta familiar que solo se concentra en personas de la tercera edad, madres gestantes y discapacitados, dejando de lado a la población considerada cuentapropista que reproduce su economía en el diario vivir. Esta última fracción importante de la población también dinamiza nuestra economía, generando ingresos para los estratos más necesitados, con lo cual se estimula la producción y el consumo nacional e importado.
Mantener el aislamiento para evitar el contagio pandémico es prudente y necesario; pero a la vez paralizar el resto de las actividades económicas, productivas y de servicios es riesgoso, puesto que nos haría más vulnerables ante la posible recesión que se avecina. Entonces, quedarnos en casa puede ser parte de la solución para soslayar la emergencia sanitaria, pero también el germen que profundizaría la crisis por la suspensión de las otras actividades que hacen a la economía de los hogares, de las empresas y del Estado.
Este problema no se resolverá manteniéndonos aislados sino continuando con el desarrollo de la vida económica y social. Obviamente esto precisará reforzar las medidas de cobertura del sistema de salud en todos sus niveles, garantizando la provisión de medicamentos y tratamientos gratuitos para las personas infectadas; a la vez, el uso responsable y permanente de dispositivos de bioseguridad personales y empresariales, además de las prácticas habituales de higiene por parte de la población que debe asumir mayor conciencia al respecto.
En este contexto, antes que el fin del capitalismo, esta circunstancia es el inicio y causa de la reconfiguración del sistema económico por medio de innovaciones en la producción, distribución y consumo de bienes y servicios. Guardemos las esperanzas de que, al menos, brotan pequeñas raíces para un cambio paradigmático en el comportamiento económico y humano de las personas.
Por último, retrotrayendo a Charles Aznavour podemos emular su entereza para proseguir con el concierto de la vida porque al final de todo: la función económica debe continuar.
El autor es economista
Columnas de DONALD M. MAMANI FLORES