Solidaridades honestas y sinceras para afrontar el Covid-19
El pasado 7 de abril, arribaron a Cochabamba 16 camiones con más de 150 toneladas de frutas donadas por los productores del trópico para las familias necesitadas del eje metropolitano. Ante la grave situación que nos aqueja, toda ayuda sincera y honesta siempre es bienvenida para afrontar los efectos del coronavirus, que no distingue clase, religión, y menos aún posturas político partidistas.
Cómo no reconocer y celebrar este acto de solidaridad de los hermanos del trópico que decidieron donar sus productos perecederos, antes de que se echen a perder. Al parecer, pudo más el sentido común que da cuenta de un escenario inviable para la venta y comercialización regular de sus productos, debido a la poca afluencia de la población hacia los mercados y centros de abasto.
Ello tiene sentido si tomamos en cuenta el decreto de estado de emergencia sanitaria que endureció aún más las medidas para enfrentar la epidemia, prohibiendo la circulación de vehículos y restringe la salida de las personas, para asegurar su confinamiento hasta el 15 de abril.
Si bien la medida es positiva y sensata, también significó paralizar las actividades económicas, productivas y de servicios, lo que, desde ya, ahonda la precaria situación de gran parte de los hogares del departamento. Por lo mismo, la donación de frutas es oportuna para aliviar las álgidas necesidades de aquellos que viven del día a día.
No deja de sorprender el cambio de actitud y toma de conciencia de una población escéptica y reticente ante la magnitud del mal que nos aqueja; probablemente a raíz de la desinformación y manipulación sistemática ejercida por algunos malos dirigentes que distorsionan los peligros del Covid-19. Hoy reconocen que no fue una ficción y menos aún un invento supeditado a pugnas y rivalidades políticas superfluas y banales, pues está en juego la vida humana como el bien más preciado que debemos proteger y preservar.
Atrás quedaron aquellos hechos violentos registrados en el país, luego de la renuncia de Evo Morales el 10 de noviembre de 2019, desde el trópico de Cochabamba, bastión de los sindicatos cocaleros de quienes aún –a pesar de encontrarse residiendo en Argentina– sigue siendo su máximo dirigente.
Incendios, saqueos y ataques a viviendas, infraestructura y establecimientos públicos en La Paz, El Alto, Cochabamba y otras ciudades, fueron ejecutados por grupos subversivos y delincuenciales afines al MAS que no logran asimilar que los tiempos del goce y disfrute forzado del poder por 13 años, nueve meses y 18 días, ha concluido.
Durante la convulsión de noviembre pasado, guiados por consignas erróneas, organizaron fallidamente multitudinarias movilizaciones de productores de coca provistos de palos, dinamita y otras armas caseras hacia el centro de la ciudad. La intervención oportuna de las fuerzas de seguridad del Estado, frenó estas supuestas “marchas pacíficas” que, de haber prosperado, hubiesen causado trágicos episodios de dolor y sufrimiento a las familias cochabambinas.
Por ello, el gesto noble de los productores del trópico, más allá del acto material de entrega de frutas recolectadas con esmero, dedicación y sacrificio, constituye un avance significativo para ir cerrando definitivamente, aquellas heridas de noviembre de 2019.
Queda esperar que el desprendimiento, la solidaridad sincera y honesta manifiesta en la donación de frutas tropicales no se distorsione y sea inescrupulosamente utilizada con fines proselitistas por los correligionarios del MAS. No otra cosa podría deducirse de la presencia y coordinación directa de dirigentes y candidatos por esta tienda política como Andrónico Rodríguez y Segundina Orellana, entre otros.
Ojalá que este y otros actos de nobleza, logren desentrañar nuestro lado más humano de amor, fraternidad, apoyo recíprocos y mutuos, tan esenciales para vivir en paz y armonía.
El autor es docente e investigador