Cuarentena en la incertidumbre
La incertidumbre que la pandemia de coronavirus instaló en nuestras vidas desde hace 50 días, cuando irrumpió en el país, parecería haberse intensificado ayer con el suspenso agregado por el Gobierno al demorar su decisión respecto del fin de la cuarentena que, de acuerdo con las disposiciones oficiales tomaría fin mañana.
Ese suspenso, explicable por la importancia de tomar la decisión correcta acerca del marco en el que organizaremos nuestras vidas a partir de pasado mañana, 1 de mayo, responde ciertamente a la insuficiencia de datos necesarios sobre el avance real de la pandemia y, ciertamente, de las urgencias económicas que resultan de la paralización casi total del aparato productivo.
A las presiones en sentidos opuestos que existen acerca de la continuidad o flexibilización del confinamiento, se suma el riesgo de que la decisión del Gobierno tenga resultados nefastos y la progresión de los contagios se acelere hasta alcanzar una magnitud que destruya el relativo éxito logrado hasta ahora gracias a la cuarentena.
Precisamente ese resultado permite inferir que la suspensión total de las medidas de restricción es imposible. Pero los efectos colaterales de estas y su difícil mantenimiento en las condiciones actuales, evidencia la necesidad de modificaciones que tendrían que ser determinadas en función de ciertos aspectos específicos.
El primero de ellos tiene que ver con la heterogénea propagación de la Covid-19 en el territorio nacional. Y aquí, la diferenciación tendría que obedecer a un criterio municipal, más que departamental. Aspecto que complica el análisis, pues las acciones del gobierno central están coordinadas de manera prioritaria con las gobernaciones y no con los gobiernos municipales.
El segundo aspecto se relaciona con las repercusiones económicas de la cuarentena. Y en este aspecto es probable, y deseable, que el Gobierno esté analizando la reactivación de ciertos sectores y las condiciones de aquella de acuerdo con las especificidades de éstas, Es decir que no es lo mismo determinar cómo se reactiva el sector de la construcción que el del comercio, de ropa, o los servicios de peluquería, por ejemplo.
Es sin duda un análisis meticuloso y pormenorizado que, debido, precisamente a esas exigencias pudo y debió ser realizado con antelación.
Es evidente que no fue así, y es de esperar que el trabajo técnico realizado en las últimas horas sea suficiente para determinar el plan claro, preciso y detallado necesario para mitigar el avance de la pandemia y permitir la reanudación de la actividad económica.