Cid Canelas, un violinista joven que sueña en grande
El oído de Cid Canelas y su entrega total al violín le han llevado a ser parte de varios ensambles de música clásica y ahora de la Orquesta Filarmónica de Cochabamba (OFC). A sus 14 años sueña con seguir creciendo con su instrumento y quiere que la música haga el resto.
Los 70 músicos de la orquesta, según el director Augusto Guzmán, pasaron por audiciones y pruebas para formar parte de ella “porque se necesita un nivel elevado para interpretar piezas que requieren de conocimiento sólido musical”. Fue así como, en enero de este año, Cid postuló e ingresó y es el más joven de la orquesta. Ya ha participado de tres conciertos grandes y siete secundarios.
Su más reciente presentación fue hace unos días en el “Résonances” (concierto de músicos bolivianos de la OFC y el ensamble francés L’Orchestretto), llevado a cabo en El Portal durante dos días. “Había piezas difíciles, pero nada imposible”, cuenta.
Cid también formó parte del campamento de música clásica, en el que maestros franceses llegaron para capacitar a bolivianos. Este taller le sirvió para ampliar sus conocimientos en su técnica y en armonía.
El joven violinista tuvo que dejar de lado algunas actividades que en algún momento fueron su pasión, como el deporte y sus gustos culinarios. Participó en varios campeonatos de tenis e incluso fue campeón en algunas oportunidades, pero colgó la raqueta. También pasó clases de cocina en IGA y lo dejó porque necesitaba más tiempo de ensayo.
“Para hacer música se requiere dedicación, y más en el violín, porque hay que tener un buen oído”. Las marcas en su mentón y los callos en sus dedos son la muestra de su entrega a su instrumento. Ser músico se lo tomó muy en serio.
Se inició en el violín en EEUU, donde vivió sus primeros ocho años. Antes de cumplir los cinco, agarró el instrumento bajo la tutela de una profesora que le dijo a su madre, Ximena Daza, que su hijo tenía mucho talento. A su retorno a Bolivia, continuó sus estudios en el Conservatorio de Música Teófilo Vargas, donde el maestro Eduardo Rodríguez y Diego Villarpando fueron y continúan siendo sus maestros.
Formó parte de la orquesta juvenil del conservatorio, que viajó en junio a Europa para brindar una serie de conciertos. “Fue una experiencia increíble, me motivó y me abrió los ojos. La música está haciendo lo suyo ahora”, cuenta Cid.
Guzmán dice que la Filarmónica, en esporádicas oportunidades, ha contado con músicos menores. Los mismos ahora continúan formándose en el exterior por su talento.
También será el caso de Cid, ya que a finales de agosto viajará a EEUU y formará parte del Interlochen Arts Academy, una escuela de bachillerato de bellas artes con internado ubicada en el noroeste del estado de Michigan. Lugar donde concluirá el bachillerato (los próximos cuatro años).
“En nuestra familia no tenemos a nadie que se haya dedicado al arte, excepto él. Estamos orgullosos y de su pronta partida, pero también es doloroso porque veré a mi hijo crecer solo”, admite su madre.
La rutina de Cid ahora gira en torno a ensayos (tres veces a la semana con la Filarmónica), estudios (clases en las tardes con sus profesores) y prácticas (todas las mañanas).
Cuenta que se siente emocionado porque cumplirá sus sueños, un anhelo que creció más y más desde la Navidad de 2015, cuando le regalaron el violín de su bisabuelo, una reliquia de antaño que fue utilizada para tocar boleros en reuniones de amigos. “Yo le daré mejor provecho y ella me ayudará a ir más allá de lo que tengo planeado”.
"Con el violín me siento libre de hacer lo que amo. Es tan variado, tan bello y tan complejo a la vez. Es muy especial para mí porque creo que aprendo de ella y viceversa". Cid Canelas. Músico.