Eduardo Scott: “Quien no lee, no puede comprender al mundo”
El escritor Eduardo Scott-Moreno presenta la segunda edición de su libro “He de morir de cosas así”, ganadora del XI Premio Nacional de Novela en 2008. El acto será el miércoles a las 19:00 en el Centro Simón I. Patiño, ubicado en la calle Potosí casi Buenos Aires.
Esta obra, publicada por la editorial Nuevo Milenio, narra la historia de tres mujeres que se conocen en Estados Unidos y comparten sus experiencias.
Scott cree que la lectura, la música, la poesía y la pintura ayudan a percibir el mundo y sus componentes.
El escritor es autor de otros libros como “La doncella del Barón Cementerio”, “Con los ojos abiertos”, “El círculo de los iniciados” y demás. Habló con Los Tiempos sobre la publicación de este trabajo y sus nuevos proyectos.
—“He de morir de cosas así” es una obra que ha tenido un importante galardón en Bolivia y ahora presentas su segunda edición. ¿Qué elementos o datos agregas a esta nueva versión de tu obra?
—Sí, “He de morir de cosas así” obtuvo el Premio Nacional de Novela de Bolivia 2009. La segunda edición es idéntica a la primera, salvo la tapa que ha cambiado; en esta edición hay una pintura de Klimt, aunque la anterior tapa también estaba inspirada en uno de sus cuadros. Creo que Klimt es uno de los artistas que refleja mejor la belleza y la sensualidad de la mujer. Como la novela es acerca del encuentro de tres mujeres, y es un reflejo de sus vidas, de sus deseos y esperanzas, escogí a ese pintor. Alguien dijo de la novela que hay “una veneración por lo femenino”, eso es también aplicable a Klimt. Repito, la novela es exactamente la misma, incluyendo las dos dedicatorias que tiene. Es una novela algo desconocida, pues se imprimieron pocos ejemplares que se acabaron en la misma presentación.
—¿Qué proyectos está emprendiendo ahora? ¿Más libros, cuentos tal vez?
—Antes que como escritor, me califico como un lector que siente interés por la literatura, por el arte en general, particularmente por la pintura y la música, pero también por la historia, la ciencia, la filosofía y la antropología. Tengo una buena biblioteca en la que tengo una variedad de libros excelentes en esas materias.
—Cuenta con varias publicaciones entre cuentos y novelas. ¿Cómo elige sus personajes y sus historias para contar? ¿Cómo es su proceso creativo?
—Tengo algunas publicaciones en mente, en primer lugar, una segunda edición de “Apuntes agnósticos. Fe, dogma y razón”. Esta nueva edición está muy ampliada en cuanto a la investigación histórica de los tres monoteísmos, principalmente del islámico y el papel de la Inquisición en la Europa del medioevo. También publicaré una obra en el mes de noviembre, que son cuentos que se articulan como una novela. Me parece que este libro constituye un giro en mi forma de narrar, que se hace en forma de agregados mentales que construyen realidades distintas para los personajes.
—Ya después de tener una propuesta consolidada tanto de narrativa como de ideas, ¿cuáles son los temas que ahora le preocupan o por los que se está inclinando?
—Desde niño fui muy curioso. Me interesa conocer la naturaleza de las cosas, de los seres vivos, del mundo, de los procesos físicos y químicos. También sentí afición temprana por la naturaleza y por la estructura del lenguaje que nos comunica a todos; el cómo nos representamos por medio de la palabra, tanto con el lenguaje hablado como con el pensamiento. Sin duda, la lectura nos ayuda a comprender estas cosas, o parte de ellas; también lo hacen la poesía, la pintura y la música; el sentimiento místico que proporcionan ciertas formas de experiencia artística y religiosa. Es importante también el saber científico, el conocimiento empírico y otras formas de conocimiento y sensación que podemos tener. La lectura es el mayor articulador de la mente humana. Quien no lee nada, tiene mayores dificultades para comprenderse y para comprender el resto del mundo; además no ha habitado la inmensa riqueza del arte y del conocimiento. No ha habitado “la felicidad de la lectura”, de la que hablaba Borges.
—¿Qué le parecen las nuevas propuestas narrativas bolivianas?
—No me siento calificado para hacer una valoración de la literatura nacional. Leo dos o tres libros nacionales por mes; compré varios en la última feria. Hay una gran variedad, tanto en la cantidad de temas que se abordan y de la calidad; se pasa por un momento de producción interesante, pero creo que ese punto debiera ser tratado en un concierto más amplio, y por críticos especializados. Además, y esto es algo personal, de por sí estoy en contra de los nacionalismos en el arte y en la literatura, por la simple razón de que tienden a derivar en localismos estrechos y necios, debido a que existe una tradición de ver al autor antes que a su obra. Le doy un ejemplo: se habla de la literatura rusa o de la literatura alemana, pero, parcialmente por lo menos, son etiquetas cómodas. Por eso, prefiero hablar de las obras de los autores y no de literaturas nacionales de tal o cual país.
—¿Cuál es el futuro de la literatura nacional? ¿Hay algún camino trazado, marcado o algún sendero que está siguiendo?
—Pienso que el futuro de la literatura, no sólo en Bolivia, sino en el resto del mundo, está gravemente comprometido por los medios electrónicos de difusión. Desde la década de los 50 del siglo pasado se empezó a denunciar a la “caja estúpida”, tal como se llamó a la televisión debido al tiempo pasivo, sin capacidad crítica que la gente dedicaba a mirar programas “enlatados”, noticias baladíes y películas malas. Ahora es mucho peor, con Facebook y WhatsApp casi toda la población mundial se enfoca a lo inmediato y trivial, a leer las novedades más tontas que uno se pueda imaginar, a dar importancia a noticias falsas o adulteradas y que no tienen importancia; a compartir qué comida comieron en el restaurante tal o cual, o si la están pasando bien en un viaje, o si una estrella de cine está con catarro o si le pusieron tetas nuevas. Se olvidan de que el mundo es profundo y hermoso, también terrible; no saben que el ser humano puede habitar la belleza en la lectura, en el conocimiento, en los deportes; en la introspección de uno mismo; en las conversaciones mayéutica. En fin, en vivir intensamente; no vivir mirando una pantalla donde se achatan la comprensión y el sentido. Lo que pasa en el cine es el ejemplo más gráfico, se producen infinidad de películas de pésima calidad que hacen un culto de la violencia y de la muerte bajo un prisma huachafo y grotesco; además, como si matar a una persona estuviera en la misma categoría ética que aplastar un mosquito. Películas llenas de diálogos insulsos y de escenas infamantes, en cambio se prohíbe el erotismo; la visión del ejercicio del amor; los desnudos artísticos. Fíjese que eso ha resultado una ventaja para los tiranos del mundo de los que cada vez hay más, porque la gente se desinteresa de su propia vida, de sus derechos y de su libertad. Mi pronóstico no es optimista: cada vez se leerán menos las grandes obras de la literatura mundial y nacional.
—¿Cuáles son las obras que siempre está releyendo?
—Tengo una biblioteca respetable. Ahí están las grandes obras de las ramas del conocimiento. Los griegos, su filosofía; los libros hindús y chinos clásicos, donde el budismo ocupa un lugar importante, pues Buda fue uno de los filósofos más importantes de la historia; el venerable Confucio, cuyas analectas son absolutamente válidas ahora, dos milenios y medio después, muy superiores a ciertos libros del Antiguo Testamento. Hay mucho, aunque no releo tanto novela, sino historia y mitología y filosofía.
—¿Cómo es una “buena” novela o un “buen” cuento para usted? ¿Qué elementos son los que le interesan?
—Me interesan muchas cosas: el manejo del lenguaje, la ambientación, los tiempos, la articulación y relato de la trama y, por supuesto los personajes. Un ejemplo: me encantan la “Ilíada”, de Homero; el “Paraíso perdido”, de Milton; “A la búsqueda del tiempo perdido”, de Proust; la obra de Lezama Lima, de Borges, Cortázar, y también el “Ulises” de Joyce. O sea que soy un lector ecléctico, pero no podría leer a Dan Brown o Deepak Chopra porque son unos impostores dispuestos a engañar a cambio de hacer grandes ganancias basadas en la credulidad cándida del lector.
COMENTARIO
Siempre me he sentido atraído por conocer la naturaleza de las cosas, de los seres vivos, del mundo, de los procesos físicos y químicos”
Eduardo Scott-Moreno
Escritor