
RAÍCES Y ANTENAS
Con frecuencia, el Gobierno muestra el incremento de los ingresos por ventas de restaurantes y supermercados como un gran logro económico basado en el mercado interno. Entre 1999 y 2017, éstos habrían crecido en 859 por ciento. Por supuesto, todos al unísono: “¡Aleluya. Honor y gloria eterna al sacrosanto proceso de cambio!”. La nueva clase media agradecida da rienda suelta a un furor consumista, que, paradójicamente, enorgullece hasta las gruesas lágrimas a los neorrevolucionarios.

JORGE RODRÍGUEZ FLORES

GUIDO ROBERTO PEREDO MONTAÑO

VENTANA AL MUNDO
Desde que Dios (Génesis 3:19-21) al expulsarlo del Paraíso le dijo a Adán “te ganarás el pan con el sudor de tu frente hasta que vuelvas a la tierra de la cual fuiste sacado, pues polvo eres y al polvo volverás”, el trabajo pasó a ser una obligación religiosa, venía de un mandato divino. El que no trabajaba era pecador. La drástica sentencia bíblica transformó la mente humana a nivel universal y –ciertamente– a una enorme distancia del pensamiento grecorromano de la antigüedad. Griegos primero y romanos (imitándolos después) consideraban al trabajo como denigrante, era cosa de esclavos.

DÁRSENA DE PAPEL
Hay gente interesada en reponer esa idea ya alojada en el inconsciente colectivo y que vincula a Sucre con el racismo. Insistirá sin descanso, todas las veces señalando con su dedo acusador al sucrense (así, en general), pese a cometer con él una injusticia equivalente a la que osa denunciar.
Ocurrió con la condenable persecución al gobernador Urquizu, por lo de Incahuasi, y no faltará el imprudente (e interesado) que generalice de nuevo por los diez años de la angustiosa humillación a campesinos en la plaza 25 de Mayo.

NORMAN CHINCHILLA

LUZ MARINA CANELAS ARZE

HUMBER VELASQUEZ TORRICO

CARLOS F. VALVERDE BRAVO

CARTUCHOS DE HARINA
Estaba por tirarle en esta columna unas líneas plañideras sobre el estado de nuestra rebautizada (ex)república y la misión imposible de asistirla. Esa pesadilla me asaltó el viernes a las 3 a.m., pero sin final suicida. Es que tuve la precaución de no escuchar la canción de Charly García que en ese horario narra tres detonaciones: bang, bang, bang.