A 25 años de la emergencia del Huracán Chávez
INSURGENCIA | EL 4 DE FEBRERO DE 1992 NACÍA POLÍTICAMENTE EL PRINCIPAL PROTAGONISTA DEL DENOMINADO SOCIALISMO DEL SIGLO XXI. ERA EL PRINCIPIO DE UN FENÓMENO POLÍTICO IMPENSABLE POR ENTONCES. UN PERIODISTA BOLIVIANO LANZÓ LA PRIMICIA.
Probablemente, el error de ubicación de un tanque y una traición impidieron que Hugo Chávez Frías llegue al poder 7 años antes. Lo habría hecho sobre las orugas de los blindados y no sobre los hombros de las multitudes. Pero aquel 4 de febrero de 1992 el destino hizo que el golpe de Estado fracase y, sin embargo, naciese el caudillo. Quiso el destino que el rendido, contra quien apuntaba un pelotón de 100 camarógrafos, se transforme en una criatura de las multitudes.
Aquella noche empezaba una contraola política impensable para los expertos politólogos y hasta para la izquierda más optimista y resiliente. Latinoamérica vivía la era de los gobiernos democráticos y neoliberales. Dos años y un trimestre antes había caído el muro de Berlín. Es más, habían apenas pasado seis meses de la fragmentación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. La solitaria isla de Cuba languidecía y su población bordeaba la hambruna. Pero el mundo se ponía de cabeza en Venezuela.
UN BATALLÓN ADOCTRINADO
Aquel 3 de febrero el teniente coronel Hugo Chávez, comandante del batallón de paracaidistas “Nicolás Briceño” había programado maniobras de salto en el Pao. La orden era rutinaria, pero durante meses Chávez y sus camaradas del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200) habían realizado un intensivo adoctrinamiento interno. Oficiales y tropa sabían que en cualquier momento lo rutinario daría paso a la acción efectiva de combate real.
Y ese momento llegó aquella tarde.Antes de la salida a las maniobras programadas Chávez puso a prueba su liderazgo y reunió a todo el batallón en el patio del cuartel. Inmediatamente, frente a la tropa formada, su vozarrón lanzó el grito de guerra que había grabado en las mentes del Briceño: “La Patria está en peligro. ¿Qué haremos?”. Un solo clamor retumbó: “¡Volaremos como águilas…!”.
Hugo Chávez lideraba a una generación de tenientes coroneles que en ese tiempo comandaban poderosas unidades militares. Había sumado además aliados en la Fuerza Aérea y en la Armada. Y durante décadas forjó amistades en diversas organizaciones de izquierda. Luego del estribillo marcial, tras una explicación de la situación venezolana, el teniente coronel anunció a la tropa: “Hay una rebelión militar en marcha. Vamos a tumbar al gobierno” (1).
El golpe de Estado se inició a la medianoche. Los insurrectos se concentraron en diversos puntos estratégicos, pero especialmente en torno a “la Casona”, la residencia presidencial. El presidente Carlos Andrés Pérez había regresado horas antes del Foro Económico de Davos, constituía el principal objetivo de la asonada. Un destacamento de tanques debía rodear la mansión mientras comandos de paracaidistas se aprestaban a tomarla. Unos minutos más tarde empezaron los combates entre la guardia de palacio y los golpistas.
UN BOLIVIANO LANZA LA PRIMICIA
El periodista boliviano Harold Olmos lanzó la primicia de aquellos hechos al mundo. “Yo di la noticia del golpe –recuerda Olmos-. Durante unos 20 minutos fuimos los únicos en transmitir lo que estaba pasando. Me enteré primero que ninguno de mis colegas porque vivía en el barrio de Sebucán. Una amiga, que tenía su casa cerca de la residencia presidencial, nos llamó a eso de la una de la mañana y le dijo a mi esposa: ‘Sal a tu balcón y escucha el tiroteo que hay en la Casona’. Inconfundiblemente eran disparos de armas de fuego, nosotros que habíamos visto varios golpes de Estado en Bolivia los reconocimos”.
Olmos entonces ejercía como corresponsal de la agencia Associated Press (AP) en Caracas. Recuerda que inmediatamente tomó su automóvil y se dirigió a la oficina de AP en el centro de Caracas. “Me dirigí por la carretera que bordea el Ávila (la serranía que rodea a Caracas), uno de cuyos descensos pasa por el Palacio de Miraflores. Y allí vi de reojo los movimientos de tropas que lo cercaban. Llegué a mis oficinas, que estaban en el diario El Nacional, 5 cuadras más abajo, y di el primer flash noticioso de los hechos: ‘Intenso tiroteo en la residencia presidencial, soldados de un regimiento de paracaidistas rodean el Palacio de Miraflores…’”.
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NO FUE UNA SORPRESA MAYOR
El golpe llegaba a contraola de los sucesos mundiales, sí, pero no sorprendía demasiado a los venezolanos. En el continente recién maduraban las eras democráticas mientras que la de Venezuela ya cumplía 33 años, pero se estaba pudriendo. Un pacto de tres partidos (Acción Democrática (AD), Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI) y Unión Republicana Democrática (URD) había monopolizado el Gobierno. Se multiplicaba la corrupción y acentuaba una crisis económica tras una década de bonanza petrolera.
Resultaban ya incontables y sucesivos los escándalos en el poder. Se llegaba a extremos de comparar la influencia de las amantes de los mandatarios en la política venezolana. Es el caso de la concubina de Jaime Luisinchi, Blanca Ibañez, quien llegó a aparecer en recepciones sociales con trajes militares. Se sabía que ella designaba a los jefes castrenses.
Los líderes políticos del pacto incumplían su propia Constitución Política y hasta se burlaban de ella. Fue célebre, por ejemplo, una declaración pública del dirigente de AD, Gonzalo Barrios: “Venezuela es un país en el que no hay ninguna razón para no robar”. Y luego reincidió con otra aún más grosera: “La Constitución es como Sofía Loren, se la puede violar mil veces”. (2)
Las elites colmaban los puertos de contenedores con productos suntuarios y pasaban sus fines de semana en Miami. Mientras tanto la pobreza extrema afectaba a más del 45 por ciento de la población, según datos del Banco Mundial (3). Ya el 27 de febrero de 1989, apenas 20 días después de la re elección de Carlos Andrés Pérez, un paquetazo económico desató una masacre. “El Caracazo” se llamó a aquella poblada que iracunda descendió desde los cerros de miseria a saquear la ciudad. Apagarla costó más de 3.000 muertos.
EL GOLPE BOLIVARIANO
Por ello, ya habían empezado los remezones en todo el espectro político, pero aún resultaba aplastante la fuerza del pacto de partidos. Fuerza cuyos operadores militares también ya habían detectado el crecimiento de los bolivarianos en las FFAA e iniciaban su desarticulación. Entonces los tenientes coroneles liderados por Chávez decidieron actuar.
Aquella noche, Chávez habilitó un puesto en el Museo Militar desde donde iría a comandar la “Operación Zamora” (4). Se había planificado que el batallón blindado Ayala respaldado por infantería y paracaidistas tome la Casona como principal operativo. Allí se preveía capturar al presidente Pérez, forzar su renuncia y negociar la convocatoria a una Asamblea Constituyente.
El mayor Miguel Rodríguez Torres comandó el asalto a La Casona. Otro grupo tomó Miraflores con tanques y una unidad de paracaidistas. Se produjeron intensos combates, heridos y muertos. En el interior del país varias unidades se movilizaron para tomar instituciones públicas (3). Sin embargo, apenas iniciado el golpe se rompieron líneas de provisión de municiones y equipos de comunicación. Horas antes otras regimientos habían sido sorpresivamente inmovilizados y silenciados.
Lo peor sucedió cuando Carlos Andrés Pérez logró huir de la Casona por una milagrosa esquina a la que no llegó uno de los tanques, el más importante. A las 4 de la mañana el golpe había fracasado. Años más tarde Chávez explicó las razones de aquel desenlace. “Principalmente no conseguimos apresar Carlos Andrés Pérez. Y todo estaba calculado en torno a ese objetivo. Segundo: el Ministerio de Defensa y el Alto Mando supieron, por la traición de uno de los nuestros (el capitán René Gimón) que una sublevación era inminente y tomaron precauciones extremas. Tercero: hubo fallas constantes de comunicación. Cuarto: por esas condiciones, nuestros aliados de la Fuerza Aérea consideraron peligroso volar sus aviones. Quinto: los grupos civiles que debían tomar radios y canales de televisión no aparecieron...”.
Por el contrario, a las 04.00, Carlos Andrés Pérez se mostró en televisión y emitió un mensaje que fue repetido cada cinco minutos. Eso desalentó a los indecisos y aisló a los insurrectos. Sin embargo, en diversos cuarteles del interior se mantenían los combates y grupos de civiles, algunos armados, empezaron a salir a las calles. Los muertos aumentaban paulatinamente –el recuento posterior sumó 35-. Se preveía una nueva masacre. Las autoridades de Gobierno empezaron a buscar a Chávez para evitarla.
OBJETIVOS INCUMPLIDOS “POR AHORA”
Se reunió con el Alto Mando. Pactaron que llamaría a la rendición “dignamente” en un mensaje televisivo. Vestido con su traje militar y boina de paracaidista, Chávez emitió su primer discurso al país aquella madrugada, duró escasos 50 segundos: "Primero que nada, quiero dar los buenos días a todo el pueblo de Venezuela y, este mensaje bolivariano va dirigido a los valientes soldados que se encuentran en el Regimiento de Paracaidistas de Aragua y en la Brigada de Valencia: compañeros, lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital. Es decir, nosotros acá en Caracas, no logramos controlar el poder. Ustedes lo hicieron muy bien por allá, pero ya es tiempo de evitar más derramamiento de sangre. Ya es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones y el país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino mejor (…)”. Al final el comandante asumió toda la responsabilidad de los hechos.
Horas más tarde cuatro tenientes coroneles del ejército, 14 mayores, 54 capitanes, 67 subtenientes, 65 suboficiales, 101 sargentos de tropa y 2.056 soldados eran prisioneros. Pero, a partir de aquellos días ninguna censura de prensa ni aislamiento pudo contra la simpatía que surgió hacia los bolivarianos. Incluso las fiestas escolares se colmaron de “chavitos”, es decir, niños disfrazados del coronel paracaidista.
Se multiplicaron entrevistas en las que el carisma de Chávez destacaba nítidamente. El “por ahora” del mensaje de la rendición se convirtió en estribillo generalizado y consigna. Hace un cuarto de siglo exacto, aquella madrugada de febrero, levantaba aquel huracán político que convulsionaría Venezuela, conmovería América y particularmente Bolivia. Empezaba el tiempo del denominado “socialismo del siglo XXI” que se haría notar en el mundo. Huracán que también pareció marcar el fin, la decadencia de ese ciclo político continental, cuando Chávez falleció precozmente en marzo de 2013.
RECURRENCIA FATAL
Ya antes de la muerte del caudillo Venezuela empezó a caer en otra dura crisis. Tras un tiempo de bonanza y mejoras sociales, los índices de pobreza extrema volvieron a repuntar. Y hoy no faltan las denuncias críticas contra lo que se denomina la “boliburguesía”. Son políticos del poderoso movimiento bolivariano de Chávez que hoy hacen gala de indecorosas fortunas.
Harold Olmos, que entrevistó luego a Chávez en dos oportunidades, concluye a la distancia de aquellos tiempos: “Chávez fue resultado de un proceso de descomposición de una sociedad abrumada por la cantidad de recursos que recibió en la década de los 70 (el precio del crudo se cuadruplicó). Pero que después cayeron abruptamente en los 80 y asfixiaron los gastos de Estado, debido a una dependencia fatal del petróleo”.
Historia que, a diferencia de los caudillos, dura más y parece repetirse sin mayores matices, y no sólo en Venezuela.
(1) “Hugo Chávez, mi primera vida – Conversaciones con Ignacio Ramonet”, Vadell Hermanos Editores
(2) Idem
(3) “Así se vivió el 4 de febrero de 1992”, El Nacional de Caracas, 4 de febrero de 2016
(4) El porqué del 4 de febrero de 1992, Juan Matorano, Aporrea, febrero de 2012
"(…) habían apenas pasado seis meses de la fragmentación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. La solitaria isla de Cuba languidecía y su población bordeaba la hambruna. Pero el mundo se ponía de cabeza en Venezuela"
"Las elites colmaban los puertos de contenedores con productos suntuarios y pasaban sus fines de semana en Miami. Mientras tanto la pobreza extrema afectaba a más del 45 por ciento de la población, según datos del Banco Mundial"