El retorno de las corridas de Toros
Texto: Esperanza Calle Mamani
Fotos: David Callizaya
UN ESPECTÁCULO EN EL ALTO, QUE SE ORGANIZA EN LOS BARRIOS | A DIFERENCIA DE LO QUE OCURRE EN ESPAÑA, AQUÍ NO SE MATA A LOS ANIMALES.
¡Olé, olé, olé,…! Es el grito de los espectadores que observan cómo el elegante torero lidia con el toro en el improvisado circo taurino. La fiesta brava retorna a la ciudad de El Alto después de varios años, pues en el pasado las corridas de toros se celebraban en distintos barrios alteños.
Faltan algunos minutos para las 14.00 y el escenario, armado con tableros de madera sujetado por alambres y clavos con una distancia de aproximadamente dos metros entre el suelo y los escalones, ya está listo.
Un pasodoble español suena desde un viejo megáfono y transporta al visitante a una plaza de toros en España. Los toreros, con rasgos indígenas y quemados por el sol del altiplano, ingresan por la puerta habilitada en una esquina del escenario, similar a un circo romano. Uno de ellos es Ramiro Ticona, a quien desde muy joven le apasionan las corridas de toros.
"¡Olé, torero!", se escucha por todas partes y los gritos se convierten en música para los elegantes toreros quienes saludan levantando la mano derecha. La fiesta brava, organizada por las fiestas de fin de año en la ex-parada del micro 8 en la zona de la Ex-tranca de Río Seco, está por comenzar. Los diez toros negros que están en un camión, están inquietos por salir a la arena.
Nuevamente el paso doble suena por los parlantes e ingresa el animal a escenario. Observa al torero Ramiro Ticona, que lo invita a acercarse agitándole el capote. Suspenso, alegría y adrenalina se sienten cuando el toro corre a intentar cornear al desafiante hombre vestido con traje de luces celeste.
Ticona, con la experiencia de los años, se mueve con gran destreza en la arena generando aplausos de los espectadores. Su habilidad con los pasos y presentación de la muleta genera estímulos en el animal.
El torero, con el movimiento de las piernas y la posición de los pies con la suficiente perfección en situación y distancia, queda de un muletazo a otro; la sutileza en los trazos de los muletazos y la generación de estímulos permanente por medio de la muleta, muñeca y cintura, canalizan el ataque del toro, lo que permite el lucimiento, objetivo principal del torero.
El público está emocionado y grita ¡ooolé!, luego de aproximadamente 45 minutos, un “monta toro” peruano que, a última hora se sumó al espectáculo a modo de que el torero tome un descanso, se sube a los toros sin ningún tipo de protección.
“El toro loco”, como lo llaman algunos, se gana los aplausos de los más de 800 espectadores. Montado encima del toro dura cinco minutos lo que representa un récord. El espectáculo también es amenizado por dos jóvenes —uno de ellos vestido de mujer— que le pone humor a la jornada.
DEBAJO DE LA LLUVIA
La intensa lluvia por el primer día de enero, no fue impedimento para que los espectadores dejen sus lugares, tanto para los que estaban dentro del escenario como para los que estaban fuera y que se subieron sobre las parrillas de sus vehículos estacionados alrededor del escenario, para observar el espectáculo tapados con mantas, bolsas nailon u otra prenda.
Ni qué decir de los protagonistas, los toreros de un cuerpo y estatura regular con su indumentaria necesaria no dejaron que el barro del suelo y la humedad de sus prendas de vestir que remarcaban aún más sus cuerpos dejen de dar un gran espectáculo al igual que los animales, quienes ya están acostumbrados al clima cambiante de la ciudad de El Alto.
EMOCIONANTE
Uno de los espectadores emocionado cuenta que sus abuelos le habían contado que el toro le teme al rojo y en el espectáculo sentado desde las graderías confirmó que era verdad y que el color rojo “los vuelve locos”.
“Cada movimiento del toro es una emoción, el correr de un lugar a otro, el acercamiento al torero es un marcado suspenso que al final termina en un ¡ooolé! y cientos de aplausos, donde la destreza y la intrepidez del torero juegan un rol importante”, dice.
El espectador cuenta que de niño recuerda que el escenario era muy improvisado, donde distintos vehículos hacían de graderías con un par de maderas, pero ahora mejoró bastante, además de ser un espectáculo singular que a la gente que habita alrededor de la zona le gusta bastante.
“Los espacios estaban todos ocupados, la lluvia ayudó un poco para que algunos decidan irse; sin embargo, los espectadores afuera eran insuficientes para el espacio habilitado”, comentó.
LOS PASTENES LLEGARON CON TODO
En la ocasión le tocó participar de la corrida a la ganadería Pastenes, familia que por más de tres generaciones se dedica a la cría de ganado vacuno bravo en la provincia Los Andes, para realizar sus demostraciones en distintas fiestas patronales.
“Nosotros nos dedicamos a la crianza de ganado bravo por tres generaciones, desde mi tatarabuelo, mi abuelo, mi papá y ahora yo y lo mostramos en las fiestas patronales de varias provincias como Puerto Acosta, provincia Los Andes, en la zona San Roque y otras provincias, y ahora vinimos hasta aquí (ciudad de El Alto) por la invitación de varios vecinos de la zona, con el permiso de ellos estamos haciendo la corrida”, cuenta emocionado don Ramiro Pastenes, nieto de don Lucio Pastenes.
NO HAY MALTRATO ANIMAL
Don Ramiro afirma que, como conocedores de la Ley de Protección Animal, no se permite ningún tipo de agresión a su ganado, incluso comenta que desde su crianza se lo hace bajo protección, “son criados bajo techo” y no como otros animales a la intemperie.
“Los toros bravos son puestos a prueba desde que tienen un año de edad para que cuando lleguen a los tres, puedan salir al escenario”, dice.
Explica que los únicos instrumentos utilizados y permitidos para los toreros son el capote y la muleta, se descarta el uso de banderillas, espadas e incluso el empleo de alguna inyección para inquietar a los animales como sucede en otros países.
La versión fue confirmada por los toreros y por uno de los jóvenes que ayuda en el transporte de los toros, quienes muestran sus herramientas de trabajo: la muleta y el capote y además describieron a la actividad como estricto entretenimiento y demostración del ganado criado en provincia y no de maltrato animal.
"En esta arena no se cortan orejas y tampoco se mata. La razón es económica: alquilar los toros para estas corridas de barrio cuesta veinte dólares cada uno y por corrida se necesitan por lo menos diez. Un toro muerto costaría lo mismo que armar el espectáculo. Por eso, la vida del toro está antes que la del torero", agrega Ramiro Pastenes.
UNA OPORTUNIDAD DE MOSTRAR AL GANADO
Don Ramiro, orgulloso de su ganado, afirma que la actividad además de entretener a los aficionados por la corrida de toros intenta demostrar a los espectadores al ganado que alberga en su rancho en la provincia Los Andes.
“Como parte de la Asociación de Ganaderos de la provincia Los Andes, nosotros nos dedicamos a la crianza estricta de ganado bravo y somos invitados por alguna otra provincia que para festejar su fiesta patronal nos invitan; dentro de las actividades por fiestas patronales, aniversarios y otras fiestas, siempre todo termina con la corrida de toros”, dice don Ramiro, a tiempo de invitar a la revista OH! a visitar su rancho y verificar el estado en que cría el ganado.
LA AFICIÓN POR EL TOREO
La historia de las corridas de toros en Bolivia se remonta a la llegada de los primeros colonizadores españoles. Ramiro Ticona, con su traje completamente empapado sale del escenario, frotando una de sus manos con la otra para sentir un poco de calor, cuenta que desde muy joven le nace la afición al toreo, en la provincia Los Andes comunidad Chirapaca, donde sus padres le inculcaron este gusto.
“Es una tradición y un deporte bonito para mostrar la adrenalina y se vive un espectáculo bonito”, dice y cuenta que un profesional en el toreo que por show recibe al menos Bs 300 dependiendo del número de corridas y del carácter bravo del toro y “si es matrero o no”.
Cuenta que es inexplicable el sentimiento que se tiene estando en la arena frente al otro.
“Me siento lindo, es como un futbolista que cuando mete un gol, es aplaudido, me siento como si hubiera metido un gol cuando por mi lado pasa un toro, mientras más pasa el toro más plauso, más felicidad”, describe.
Otro de los toreros que al parecer fue derrotado no por el animal sino por la intensa lluvia, camina de prisa para resguardarse y afirma “es un orgullo tener esta profesión porque puedo realizar un trabajo que pocos realizan”.
EL DATO
Según la Unidad de Promoción del Folklore y las Artes Populares de la Alcaldía, el departamento de La Paz cuenta con aproximadamente 800 fiestas patronales que no forman parte de la moda sino son fechas ya establecidas, la principal actividad es la entrada folklórica, donde residentes de la ciudad y lugareños no pierden la oportunidad de venerar a su Santo o de celebrar el aniversario del lugar, culminando en la mayoría en una corrida de toros, actividad tradicional de España, pero que los provinciales la hicieron suya, dándole sus propias características, como el cuidado animal, los toros son pequeñitos, los toreros rompen con cualquier esquema entre lo bello y lo sensual y se descarta el uso de banderillas y espadas.