Roberto Mamani Mamani: “De niño pintaba con el carbón del fogón sobre papel periódico”
Aún recuerda cómo a los ocho años utilizaba el carbón del fogón donde su mamá cocinaba en Cochabamba para pintar sus primeros cuadros sobre papel periódico y cartón. Roberto Mamani Mamani, el artista boliviano reconocido a nivel internacional, señala que ya son 40 años que vive de esta profesión y hasta ahora: “Disfruto del arte, sueño a colores, me ha llevado por tantos lugares inimaginables”.
La falta de recursos económicos no es un impedimento, porque “lo puedes hacer en las paredes, en un cartón y si esa obra es buena va a ser buena en cualquier parte del mundo. Entonces, hay mucha magia en todo lo que tú eres, en todo lo que es tu cultura, tu ajayu, tu ayni, tu pacha, tu apu. De todos estos encuentros, si se da, sale una obra deslumbrante y eso brilla en cualquier parte”.
Aunque se trata de un personaje conocido y destacado en el país, él se define de una forma muy particular: “Mamani Mamani es en la mañana como un ‘mallku’ (cóndor) que va volando por todas las montañas, al mediodía es como un ‘chachapuma’ (hombre felino) que se adentra por las ciudades mágicas (…) y en la noche me convierto en un ‘catari’ (serpiente), me adentro en esa magia de nuestra identidad, de nuestra cultura y creo que todo mi caminar ha hecho estallar toda esta riqueza de colores, de ritualidades. A veces se menciona que mi obra es una ofrenda a la pachamama”.
Inspiración
Por una parte, es la cosmovisión andina y también las montañas. “Soy parte de las montañas, mis hijos se llaman Illimani, Illampu, Sajama, Huayna y esos son mis achachilas, mis protectores, a veces pienso que ellos han dicho que este Mamani tiene que llevar los colores y creo que mi vida es eso: llevar colores, la alegría a la vida”.
Su técnica. Por varios años inventaba sus propios colores, “eran mis pigmentos puros mezclados con una resina y trabajaba sobre papel de acuarela en soporte de papel. En estas últimas dos décadas estoy trabajando mucho con acrílico, óleo y después me he adentrado también —así como te decía soy un chachapuma— he hecho cerámica, fotografía, grabado y escultura”.
El ser temático en su trabajo es una de sus características. “Tengo una serie dedicada al agua, dedicada a la papa, dedicada a la hoja de coca, a la chacana, niños cóndores, montañas. Hay muchas series dedicadas a la mujer, a las mamacholas y wawas, a las warmis, entonces una gran parte está dedicada pues a la mujer, creo que parte de mí está inspirado en la mujer, pero la cosmovisión andina se resume en unas palabras muy simples que quiere decir que todos vayamos adelante que nadie se quede atrás y si alguien se queda, jalarle de la mano y llevarle”.
Sus cuadros han llevado a Mamani Mamani a innumerables lugares que él mismo demora en enumerar por la cantidad. Son admiradores de su trabajo en Argentina, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Alemania, Francia y España. Recuerda que la primera vez, muy joven, fue invitado por EEUU a visitar ocho estados, luego a Japón, en este país vivió un año.
“He caminado bastante, he volado demasiado así que he trabajo intensamente, apasionadamente convirtiéndome en un verdadero cóndor para llevar todas estas obras en mi ‘q’epe’ (bulto)”.
La pandemia por el coronavirus ha afectado a muchos sectores, entre ellos a los artistas, sin embargo, Mamani Mamani señala que le ha servido para inspirarse y pintar más cuadros.
“Creo que me ha dado el tiempo, como a todo ser humano, de pensar las cosas y me ha dado más tiempo de pintar, de inspirarme porque no había compromiso de viajes”.
Cuenta que empezó a diseñar barbijos “con identidad” junto con mujeres bolivianas. Esta iniciativa fue aceptada y solicitada por instituciones públicas y privadas. Se diseñaron más de 100 modelos e hicieron miles de unidades.
“Ha sido ardua la pandemia, he tenido tiempo para pintar, he sacado una serie que es ‘Canto a la Vida’, pienso que después de la tristeza viene la alegría, que después de la noche el día y después de la muerte viene la vida. Entonces, yo creo que tenemos que seguir aportando y lo más importante creo que ha salido la parte de la solidaridad, tolerancia”.
Futuros proyectos
Entre las muchas actividades que tiene, Roberto destaca la escuela de arte que fundó en La Paz que hace más de siete años trabaja “calladamente”, pero han salido muchos artistas jóvenes y niños que han ganado premios Eduardo Abaroa y en sus colegios. A este proyecto se han sumado maestros de música y danza, quienes imparten estas disciplinas en el centro de arte.
También como consejero de la Fundación del Banco Central, Roberto impulsa los lineamientos estratégicos para apoyar la cultura en Bolivia y llegar a todos. Otra actividad es la docencia en diplomados de la Universidad Mayor de San Simón.
“Creo que con eso quieren decirme que ya estoy viejo”, comenta entre risas, pero también dice que “el hombre de piedra” tiene mucha energía, mucho que hacer y aprovecha para lanzar su mensaje a modo de despedida: “Vayamos al sur con los colores, con la energía de la pacha, de los andes, de las amazonas, de los valles, creo que esa es nuestra fortaleza, así que jallalla!”.