monedas las primeras en bolivia
con todo y sus dificultades económicas, Bolivia ya funcionaba en 1826 como nación independiente, pero pese a las decisiones asumidas en su asamblea fundacional no solo seguía usando, sino acuñando la moneda que tenía antes de la Guerra de la Independencia.
Si bien los símbolos expresaban la voluntad de un pueblo, y eran las señales públicas de su nombre y condición, sus monedas lo hacían de manera fáctica y diaria. Estas verdades fueron perfectamente comprendidas por Manuel Belgrano que, tras la ruptura con España, en 1810, y la creación de las Provincias Unidas del Río de la Plata, se preocupó, entre otras cosas, de establecer otra bandera para ese nuevo Estado y, también acuñar una nueva moneda.
En abril de 1813, acatando un decreto emitido el día 13 por la asamblea rioplatense de ese año, la Casa de Moneda de Potosí comenzó a acuñar piezas monetarias totalmente distintas a las que habían sido fabricadas en por lo menos 248 años: no tenían ninguna referencia a la corona española y, por el contrario, ratificaban la existencia de un Estado Independiente, las Provincias Unidas del Río de la Plata. Se trató de monedas que reemplazaron la simbología realista ya que, en lugar de las armas de España, se puso el escudo de las Provincias Unidas del Río de la Plata y en el anverso se estampó el sol, para reemplazar la efigie de Fernando VII.
Debido a que no abundan los documentos sobre lo sucedido, puesto que eran tiempos de guerra, no se puede afirmar tajantemente cómo operó esa acuñación, pero aparentemente fue impuesta por la fuerza de las armas, ya que los empleados de la Casa de Moneda no pusieron demasiados reparos y las piezas estuvieron listas para cuando Belgrano las pidió.
Esa acuñación, famosa para la historia de la numismática, se interrumpió debido a que Belgrano tuvo que huir de Potosí junto a sus tropas, a consecuencia de la derrota en Ayohuma. A tiempo de escapar, saqueó la Casa de Moneda e incluso intentó volarla, porque se dejó pólvora y mechas encendidas en la fielatura, pero los potosinos se enteraron del plan y lo sabotearon (Paz, 1892).
A partir de la salida de Belgrano operó un verdadero tira y afloja entre los realistas, liderados coyunturalmente por el virrey Joaquín de la Pezuela, y los revolucionarios dependientes de los sucesivos gobiernos de las Provincias Unidades del Río de la Plata. Al llegar De la Pezuela a Potosí, ordenó confiscar todas las monedas que había hecho acuñar Belgrano y fundirlas para reponer la acuñación con la simbología realista, es decir, las armas de España y la efigie de Fernando VII.
En 1815 ingresó otro ejército rioplatense a Potosí, el comandado por Juan José Rondeau, y este ordenó volver a acuñar la moneda del año XIII, aunque, naturalmente, se le cambió el año y, cuando fue necesario, el nombre del ensayador. Tras el desastre de la batalla de Sipe Sipe o Viluma, los rioplatenses debieron dejar nuevamente Potosí, esta vez perseguidos por Pedro Antonio de Olañeta, así que volvió a reponerse la acuñación de monedas realistas (Cunnietti-Ferrando, 2016).
A partir de entonces, la Casa de Moneda acuñó piezas con los símbolos realistas y los años fueron cambiando hasta 1825, cuando se declaró la independencia. El 17 de agosto de ese año, la asamblea general de diputados del alto Perú aprobó el decreto que fijaba los símbolos nacionales, pero también el diseño de la moneda que, reemplazando la efigie de Fernando VII, debía llevar en el anverso “grabado el cerro de Potosí y un sol nacido sobre su cima” (Asamblea, 1825: 127) mientras que al reverso debía estar “el árbol de la libertad y cinco estrellas coronándole” (ídem), representando los cinco departamentos existentes entonces, es decir, Chuquisaca, Potosí, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.
Pese a su importancia, este decreto no fue ejecutado de inmediato, como pasó con el del escudo y la bandera. A lo largo de 1826, la ceca de Potosí siguió acuñando monedas realistas, con las armas de España y la efigie de Fernando VII, pese a que una vez que el prefecto de entonces, León Galindo, insistió en que comenzara la nueva acuñación.
En la Casa de Moneda, con personal mayoritariamente realista, no había demasiado interés en hacer el cambio y en 1826 seguía acuñándose moneda española, pero con el año anterior. El 9 de marzo, el contador, José Eustaquio Eguívar, le informaba al ministro Facundo Infante que “en el inventario que se practicó de esta oficina se echan de menos todas las órdenes reservadas de esta Casa, tanto en orden a la ley de moneda, como sobre la formación de cuentas” (CNM-AHP CdM 59. f 75v.).
En el Archivo Histórico de Potosí existen varias instrucciones de Galindo para que “sin pérdida de momento se abran los troqueles necesarios para la amonedación de oro y plata desde el 1º d enero del año entrante en inteligencia que no se admite disculpa alguna a los tallas para esta precisa ocupación” (CNM-AHP CdM 59. f 136). Las instrucciones en ese sentido fueron emitidas por lo menos desde el 16 de noviembre de 1826, pero los empleados de la Casa de Moneda siempre encontraban alguna excusa para no acatarlas. Finalmente, el 4 de abril de 1827, el prefecto debió enviarles una nota conminatoria, preguntando si dichos empleados eran fieles a la República y si es que amaban o no al presidente Sucre, y les exigió que la respuesta sea por escrito (CNM-AHP CdM 59. f 156v). Tres días después, le respondieron que “en cumplimiento de la comunicación de V.S. de 4 del corriente reunimos el día de ayer a todos los empleados de esta casa quienes impuestos del contenido de ella, después de haberles exhortado a que su exposición sea la más libre, seguros de que estaban garantidos por el mismo gobierno dijeron unánimemente que la persona del gran mariscal de Ayacucho les era muy amada porque en ella ven cifrado el progreso de las obras de beneficencia, el iris de paz, la libertad, en compendio la salvaguardia de la seguridad…” (CNM-AHP CdM 59. f 157).
No dijeron nada respecto a la nueva acuñación que se hizo esperar hasta por lo menos septiembre de ese año, cuando, por fin, fueron acuñadas las primeras monedas republicanas que, de esa manera, marcaban una ruptura fáctica con el Imperio Español del que Bolivia se había independizado dos años antes.
No obstante, la moneda no fue acuñada conforme el decreto del 17 de agosto de 1825, puesto que el 14 de noviembre de 1826 el Congreso General Constituyente había aprobado un nuevo diseño en el que las armas de España debían ser reemplazadas por las de la República y la efigie de Fernando VII por la del Libertador Simón Bolívar. Finalmente, la primera moneda republicana no puso armas en el reverso, sino el árbol de la libertad con seis estrellas, ya que Oruro había emergido como el sexto Departamento. Se mantuvo la disposición de poner la efigie de Bolívar que, como se había dispuesto en la asamblea de 1825, reemplazaba, por fin, a Fernando VII.
(*) Juan José Toro es fundador y socio de número de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP).