Chellis Glendinning: “La pregunta es: ¿por qué Dios es hombre?”
Chellis Glendinning es una estadounidense en vías de convertirse en boliviana. Psicóloga —especializada en psicología postraumática—, activista social desde muy temprana edad, columnista de Los Tiempos, hace algunos años, y escritora, esta simpática dama presentó en Cochabamba su último libro “Objetos”, en ocasión de la Feria Internacional del Libro. Sentada en el vestíbulo de un tranquilo hotel de la zona norte, Chellis, que reside actualmente en Sucre, habla sobre su pasión por Bolivia, cómo fue que llegó a este país que escogió para quedarse, el machismo y sus proyectos literarios.
-¿Cómo fue que llegaste a Bolivia?
-La primera vez que vine a Bolivia, había una invitación tres semanas antes para venir aquí para la posesión de mando de Evo Morales. Yo no quería venir. Y mi amigo, que era un gran activista político además de senador del Estado del California, me dijo: Es necesario ir porque no vamos a ver eso otra vez en nuestras vidas. Y era increíble para mí. Y en alguna una parte mía yo sentí que ya conocía este lugar. Entonces era como tener dos amantes: Nuevo México (EEUU) y Bolivia. Entonces es una posición horrible: estoy en Nuevo México y extraño Bolivia (y viceversa). Entonces yo regresé a Bolivia en 2007 por más tiempo. Y después de eso sentí que tenía que comprender y sentir y tener el alma de este lugar y de la gente en mis huesos. Y entonces me quedo a vivir aquí.
-En estos tiempos en que las agresiones a mujeres son noticia frecuente, ¿cómo crees que deberíamos encararlas y propiciar el cambio necesario?
-En EEUU, después de algunos años del movimiento feminista, a fines de los años 80 (del siglo pasado) surgieron movimientos de hombres, de diferentes intereses y motivaciones. Una de ellas se cuestionaba por las razones de las actitudes y prácticas violentas hacia las mujeres. Y algo que es muy común en EEUU es la sabiduría psicológica, es parte de la cultura en este momento. Entonces, los hombres realizaron que ellos eran víctimas de la definición de ser un hombre y, muchas veces, por las actitudes de madres frustradas, entre otras cosas, con su rol. Y había también un abuso que se ejercía sobre ellos.
Entonces, a partir de eso, empezó un proceso impulsado por hombres reunidos entre ellos. Produjeron películas sobre esa problemática y acerca de los triunfos y fracasos de su movimiento. Comenzaron entonces a educarse para ser hombres más completos y entonces eso resultó en cambios de roles. Así, tenemos una generación de hombres que empezaron a lavar los platos y a cuidar a los niños.
-Y aquí en Bolivia ¿cómo ocurriría eso?
-Una parte de ese movimiento se manifestaba en centros donde se reunían los hombres para hablar acerca de las razones por las que son violentos con las mujeres. Y también se cuestionaron sobre lo que entendían por violencia y tenían espacios de discusión sobre la definición de violencia que no se limita solamente a los golpes. Y en Bolivia está comenzando a surgir un movimiento similar.
Eso tiene que ser iniciado por gente que se cuestione y promueva el cuestionamiento.
Y también es importante que se hable acerca de las actitudes machistas y agresivas en la casa, en la pareja.
Cuando eso estaba ocurriendo, yo vivía con mi compañero en San Francisco y hablé sobre el tema con él. Conversamos y nos preguntamos por qué era así y él tuvo que entender mi disgusto y, entonces, propuse que asista a uno de esos grupos. Eso era en 1979 o 1980, y hasta ahora él sigue participando de uno de esos grupos.
-En la religiosidad andina local, la relación con lo divino se manifiesta especialmente en las ofrendas a la Pachamama, la madre tierra, una entidad femenina. ¿Crees que esto es propicio para promover los cambios de mentalidad?
-Sí. La pregunta es: ¿por qué Dios en un hombre? Originalmente, antes de tanta tecnología, y todavía, las mujeres son las creadoras de la vida. Y con el patriarcado todo es al revés. Y una parte de nuestro movimiento feminista era reclamar nuestros dioses. Por ejemplo, en el Paleolítico, como muestran muchas pinturas rupestres y esculturas, las mujeres tienen un lugar principal.
Originalmente, cuando existía el politeísmo, había dioses y diosas y figuras de hombres y mujeres y sin que unos sean más importantes ni de mayor jerarquía que otros.
-¿Qué proyectos tienes planificado emprender?
-Yo quiero escribir más. Tengo una idea de una novela que es sobre la Guerra del Chaco. Se trata de tres mujeres que van a la guerra. Pero no sé si podré hacer eso, pues normalmente yo escribo sobre cosas que conozco y la guerra no es una experiencia mía. Aunque he leído como 20 libros sobre la Guerra del Chaco y tengo planes de viajar a Villamontes y visitar su museo y conocer esa tierra. Y en mi idea, esas tres mujeres son de lugares diferentes: una de Potosí, otra de Cochabamba y la tercera de La Paz. Hace cinco años que empecé con esa idea y he escrito un poco. Y ahora es el momento de empezarla o abandonarla.
Entre los libros que he leído está “El general y sus presidentes”, de Roberto Brockman, que tiene como 600 páginas y ahora estoy leyendo cuentos sobre la Guerra del Chaco.
-¿De dónde viene ese sentirse boliviana?
-Es mi realidad. Soy parte de la sociedad aquí y tengo curiosidad y pasión de comprender y sentir el ser boliviano, y en este momento como residente permanente no puedo participar plenamente, lo que es una frustración porque siempre fui de militancia y movimientos sociales y he vivido el activismo toda mi vida, desde mis cinco años, cuando mi madre empezó a participar de la política
Fui a Sucre, fue una intuición y compré una casa allí, después de vender mi casa en EEUU. Sucre me enamoró, aunque tengo más amigos en Cochabamba que en Sucre
En mis casi nueve años de vivir en Bolivia, he tenido la oportunidad de vivir muchas situaciones, porque mis primeros cinco años aquí no estaba en un lugar, no tenía un hogar, he vivido en 16 lugares diferentes. Entonces he vivido en una comunidad campesina, en el centro de Cochabamba, en la calle 25 de Mayo. Ahora vivo en un barrio que es mixto, la mayoría son familias de obreros, también hay vecinos de clase media y también herederos de familias con casas grandes muy elegantes, pero muy mala condición.
Y mis amigos, la mayoría son bolivianos. Y mi mejor amiga es una persona que limpia casas y tiene talento para ser albañil.
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