Marina y su “manada feliz” acogen a “wawas” maltratadas y abandonadas
Hace dos semanas, en un clima frío y lluvioso, una pequeña cachorrita, atemorizada y con hambre, de pelaje negro y esponjoso deambulaba por la zona norte de Sacaba. Afortunadamente, Marina Vargas la encontró y la integró a su “manada feliz” en Casa Refugio. La idea es encontrar una familia que la adopte y la llene de amor.
Como Tamis, otras 35 “wawitas” esperan su segunda oportunidad, entre ellas están Wendy, que con tres meses fue víctima de abandono; el abuelito Bruno, rescatado en 2021 en completo estado de desnutrición, y Bengy, un cachorro saltarín encontrado con heridas y pulgas el año pasado.
“Tengo voluntad de cuidarlos y atenderlos hasta que sean adoptados. Yo he elegido esta vida por ser de beneficio a la sociedad y por ayudarlos a ellos para que tengan una vida mejor lejos de las calles y rodeados de amor”, dijo Vargas.
Contó que el refugio se fundó hace aproximadamente ocho años cuando ayudó a Negrita, una “wawita” que encontraron desnutrida y que el año pasado fue adoptada. “De ahí hemos empezado a rescatar y ahora estamos con 36 perritos y tres gatos”, mencionó.
Esta decisión cambió radicalmente su vida. Dejó de lado su vida social, las reuniones familiares, las fiestas, las Navidades y los cumpleaños por pasar tiempo con sus rescatados, cuidarlos y alimentarlos hasta encontrar una familia. “Lo único que tengo es el cariño de ellos y para mí es una gran satisfacción darlos en adopción”, manifestó.
Los miembros de esta denominada “manada feliz”, generalmente, son encontrados en los alrededores del refugio. De diferentes tamaños, colores, edades y pelajes reciben a los visitantes y voluntarios con un abrazo, lengüetazos y colitas paradas, que expresan su felicidad a cambio de caricias y por qué no de cumplir su milagro de ser adoptados.
“Cada uno tiene su carácter, es cuestión de saber adaptarse a ellos. La gente tiene el mal concepto de que un perrito de dos o cinco años no se acostumbra”, dijo respecto a la poca adopción de canes mayores a un año.
La manada vive libremente en el refugio, algo que valora Vargas. “No tenemos caniles, hay que darles esa libertad de que crezcan jugando, esa libertad de ser”, sostuvo.
¿Cómo ayudar?
Los rescatados se alimentan dos veces al día, pero a veces el dinero no alcanza porque se debe pagar el alquiler, la luz y el agua, señaló. Pidió a la población ayuda para comprar o donar croquetas para los cachorros, para los adultos, para los gatos, menudencias de pollo, arrocillo y frazadas para este frío.
Vargas vende masitas con el apoyo de sus hijas y está reactivando su taller de costura para trabajar en su casa, rescatar y cuidar a sus “wawas”. Referencias al 79728602.