Escuela cusqueña, herramienta colonial para el adoctrinamiento
Por primera vez se presenta la muestra más completa sobre la Escuela Cusqueña en el Museo de Arte de Lima (MALI) con el apoyo del Banco de Crédito de Perú (BCP). La singular exposición sigue el amplio recorrido por los tres siglos que duró una de las corrientes del arte más importantes en la América Colonial.
La mayor exposición dedicada a este estilo, con obras provenientes de colecciones eclesiásticas, públicas y particulares de Cusco, Arequipa y Lima, está organizada en cuatro secciones. La primera de ellas se centra en los orígenes de esta corriente artística y cuenta –entre muchas otras– con importantes piezas de Bernardo Bitti. La segunda está dedicada al rol del obispo Mollinedo y Angulo en el uso político de la imagen, mientras que la tercera refleja la consolidación de esta expresión, con sus géneros más característicos: “esculturas pintadas” o “verdaderos retratos” y los “paisajes sacralizados”. La última sección representa los años finales, con la serie de incas y las primeras alegorías patrióticas de la república.
“Esta exposición es parte del profundo compromiso del Banco de Crédito en promover la cultura, el arte y la educación. En los últimos años hemos desarrollado junto al MALI importantes muestras culturales, como las dedicadas a Martín Chambi, Fernando de Szyszlo, Carlos Baca-Flor y José Sabogal, y cada una de ellas estuvo acompañada de ediciones de libros que son referencia en el estudio del arte peruano. Ahora nos sentimos orgullosos de ser parte de la exhibición más completa dedicada a la célebre escuela cuzqueña. En el contexto del lamentable incendio de la iglesia de San Sebastián, la muestra es una oportunidad especial para que el público aprecie el valor que tiene la escuela cusqueña”, declaró Pablo de la Flor, gerente de Asuntos Corporativos del BCP.
El MALI seleccionó las obras de los grandes maestros de esta corriente gracias a préstamos de colecciones religiosas, tanto del Estado como de particulares en las ciudades de Cusco, Arequipa y Lima.
Ricardo Kusunoki y el historiador Luis Eduardo Wuffarden son los curadores de la muestra que se mantendrá abierta hasta el 29 de enero de 2017.
En el recorrido se aprecia una selección amplia y rigurosa de las piezas pertenecientes a colecciones eclesiásticas, estatales y particulares provenientes del Cuzco, Lima y Arequipa. Las obras muestran una secuencia histórica sobre el surgimiento, auge y ocaso de esta tradición. En la muestra también hay una serie de objetos y documentos con los que se intenta ilustrar el contexto histórico de los lienzos exhibidos.
Se incluyen pinturas del italiano Bernardo Bitti, quien es considerado el fundador de la Escuela. También se exponen pinturas de Lázaro Pardo de Lago, Diego Quispe Tito, Basilio Santa Cruz y Antonio Vilca, entre otros artistas.
“Es la exposición panorámica sobre pintura cusqueña más ambiciosa porque nunca antes se había visto un conjunto de piezas tan importante como éste en un solo lugar y no creo que haya ocasión de verlas de nuevo juntas en mucho tiempo”, dijo Kusunoki.
Los inicios de la escuela cusqueña fueron en el siglo XVII. Y el vínculo con las temáticas sacras estuvo allí desde entonces: la pintura cusqueña sería una herramienta clave para el adoctrinamiento de una sociedad ágrafa. Pero también implicó un cambio muy profundo en el imaginario andino. “Significó el quiebre de una tradición plástica, que venía desde el Imperio Incaico, y la implantación de un lenguaje pictórico totalmente nuevo”, explica Wuffarden.
En ese proceso, la presencia del pintor italiano Bernardo Bitti sería fundamental. Este jesuita se convertiría en el gran maestro del sur andino. Y, desde entonces, la tradición se alimentaría de la presencia de maestros itinerantes españoles, la erupción del barroco y el naturalismo de Sevilla. “Los pintores locales fueron tomando ciertos elementos y rechazando otros –señala Wuffarden– para ir construyendo una tradición cada vez más desligada de Europa”.
La muestra incluye piezas de maestros coloniales como el italiano Bernardo Bitti (Camerino, 1548 – Lima, 1610), considerado entre los fundadores de la pintura andina; así como Lázaro Pardo de Lago (act. Cuzco, 1630-1669) Diego Quispe Tito (Cuzco, 1611-1681), Basilio de Santa Cruz Pumacallao (act. Cuzco, 1671-1698) y Antonio Vilca (act. Cuzco, 1769-1778) cuyas obras marcaron grandes hitos dentro de la cultura artística colonial. Las obras dan a conocer además el momento de auge de los grandes talleres, que convirtieron al Cuzco en el principal centro productor de pintura en todo el virreinato, cuyas proyecciones llegaron hasta Buenos Aires y Santiago de Chile.
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El boom en el siglo XVII
Dividida en cuatro secciones, la exhibición presenta en su primera parte los orígenes de una actividad artística que recibe su impulso inicial a fines del siglo XVI, con la presencia de Bernardo Bitti.
Una segunda sección explora las conexiones entre pintura y política, potenciadas a partir del nombramiento de Manuel de Mollinedo y Angulo como obispo del Cuzco (1673-1699), que alcanzarán un punto culminante en el llamado “renacimiento inca”.
El tercer apartado se centra en el momento de esplendor de la pintura cuzqueña, momento en que esta tradición regional se consolida y toma distancia del arte europeo coetáneo. Así, se incluyen los géneros más característicos del periodo, como las “esculturas pintadas” o “verdaderos retratos” de esculturas con fama de milagrosas; las imágenes de devoción privada o los “paisajes sacralizados”, escenas religiosas dominadas por escenarios de naturaleza idílica. Abarca desde la mitad del siglo XVIII hasta los primeros años de independencia, luego de 1821. Marco Zapata es el pintor más destacado de esta última etapa.
El último apartado muestra el desarrollo final de esta tradición desde la producción masiva de mediados del siglo XVIII, hasta la incorporación de los temas clásicos y las series de incas en la época republicana.
Cusco, en definitiva, había iniciado el boom: los talleres artísticos se habían multiplicado y sus pinturas comenzaron a exportarse a Lima, Buenos Aires y Santiago de Chile. Sin embargo, a mediados del siglo XVIII, la percepción de las élites sobre esta tradición empezaría a cambiar. Por un lado, estaba la producción esquematizada que había alcanzado la pintura; pero también existieron otros factores: la derrota de Túpac Amaru había retraído la producción local, mientras la difusión de la ilustración convertiría a la escuela de Quito en el nuevo centro de producción artística. “Comenzó a ser considerada una estética anticuada, y se fue confinando dentro de los límites de la región como productora de imágenes devotas y series incaicas. Aunque también sirvió a la causa de la independencia”, comenta Wuffarden.
Esta exhibición está acompañada del libro “Pintura cusqueña”, que junta ilustraciones y ensayos de diferentes expertos sobre los aspectos teóricos, técnicos e historiográficos de la escuela para darle un alcance más moderno.
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