La esperanza de acceder a un trasplante renal aún es mínima
Desde hace ocho años, Mario Guarachi (61), tiene insuficiencia renal y peregrina en busca de un donante. Al igual que cientos de personas que sobrellevan esta enfermedad, sabe que puede someterse a un trasplante renal, pero “es difícil conseguir un donante compatible”. Con resignación, acepta depender de las máquinas de hemodiálisis para sobrevivir.
En su búsqueda de un donante comentó: “Ya intenté en mi casa, con mis hermanos, mi esposa…”. Después de varios años sin resultado, su salud se deterioró y hoy ha descartado el trasplante. Va tres veces a la semana al hospital, se dializa cuatro horas por sesión, sólo así puede eliminar las toxinas de su organismo —porque sus riñones ya no lo pueden hacer— y mantenerse con vida.
El miedo a la donación de órganos, como los riñones, es uno de los principales obstáculos para brindar una mejor calidad de vida a los enfermos renales en Cochabamba a pesar de los avances legales y la gratuidad de la operación, dijo el responsable del Programa de Salud Renal del Servicio Departamental de Salud (Sedes), Ramiro Coca.
En tanto que, hasta ahora, el trasplante de donante cadavérico es un sueño que parece estar cada vez más lejos porque “cuando hay candidatos, la familia se opone y no se realiza la donación por una cuestión cultural, porque se tiene más respeto al muerto que al vivo”.
Al igual que Mario Guarachi, Natividad Hinojosa (47) no encontró un donante, lleva cinco años en sesiones de hemodiálisis y sus esperanzas de ver crecer a sus hijos cada vez son menos. “Estoy esperando, a ver si me llega la suerte de hacerme el trasplante cadavérico”, contó.
Metros más allá, en frente de Natividad, está Vitalia Cáceres Peña (57) que afirma que tiene todas las ganas de realizarse un trasplante, pero lo que le da miedo es el precio de los medicamentos posoperatorios, que según escuchó de otras personas que también sufren de la enfermedad, son demasiado caros. “Cuando tenemos reunión, hay muchos que se quejan del costo de las tabletas que es de 300 a 350 bolivianos”, aseveró.
En Cochabamba, sólo existen dos casos de donantes cadavéricos, pacientes diagnosticados con muerte cerebral, cuyos familiares accedieron a que se realice la operación.
El programa de Salud Renal tiene como lema este año: “Donar órganos es un compromiso más allá de la vida”.
Actualmente, hay 770 pacientes que se dializan en 16 centros de hemodiálisis de convenio, públicos y de seguros, con la esperanza viva y a la espera de poder acceder a un trasplante.
Un gran número agotó las oportunidades de que sus parientes puedan ser los donadores porque sufren de otras enfermedades o no pueden hacerlo por incompatibilidad.
Coca indicó que, a lo largo de los años, la cantidad de personas con enfermedades renales se incrementa sin distinción de edades. En el registro con el que cuenta el Sedes, la persona más joven que sufre de la enfermedad es una niña de cuatro años y dos meses.
El incremento de la cantidad de enfermos renales varía cada mes. En julio, se presentaron ocho pacientes nuevos y, en agosto, la cantidad se redujo levemente a cinco.
A la fecha, el Sedes tiene el registro de 330 personas que se beneficiaron del trasplante de riñón desde 2006. Una parte de ellos llegaron de otros departamentos para la operación en Cochabamba.
Existen 66 personas que cuentan con la medicación con inmunosupresores de manera gratuita de acuerdo al programa nacional para el apoyo a las personas trasplantadas .
El costo de una sesión de hemodiálisis es de 600 bolivianos en los hospitales de la ciudad. La Alcaldía subvenciona el tratamiento de 495 pacientes con un presupuesto anual de 33 millones de bolivianos al año.
El Decreto Supremo 1870 regula la donación de órganos y prevé el apoyo económico para la operación para las personas sin seguro social.
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FALTAN ACCIONES DE PREVENCIÓN
El presidente de la Asociación Regional de los Enfermos Renales, Ramiro Santa Cruz, lamentó que, a pesar del incremento de la enfermedad, los trabajos de prevención sean mínimos, casi nulos o no se sientan, por lo que se teme que a futuro ni el presupuesto alcance para asistir a los pacientes.
“Pensamos que en algún momento tenemos que trabajar más la prevención y la promoción de medidas generales para que ellos puedan darse cuenta que tienen una enfermedad renal o puedan acudir a controles periódicos”, reconoció el responsable del Programa de Salud Renal del Servicio Departamental de Salud (Sedes), Ramiro Coca.
Santa Cruz lamentó que otro problema sea el retraso de dos meses al pago de los centros de hemodiálisis. Reclamó la intención de la Alcaldía de Cercado de reducir los lugares donde dializan las personas con insuficiencia renal.
Al respecto, el responsable de la Secretaría de Salud, Andry Salazar, explicó que los retrasos en los pagos se deben a errores de los centros en los datos de los pacientes, desde el nombre hasta las sesiones que realizan.
“Después no tardan ni 10 días en salir los cheques”, aclaró. Además, dijo que no se cerrará ningún centro, pero se prescindirá del convenio con “La Media Luna Roja de Irán” porque no satisface su trabajo y se contratará a otro.
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Tatiana Estrada & Jose Morales
ENFERMEDAD DIFÍCIL
VITALIA CÁCERES PEÑA (57), PACIENTE CON INSUFICIENCIA RENAL
“A un principio no quería venir”
Para mí ha sido difícil, no me podía acostumbrar, a un principio no quería venir; pero ahora vengo y ya me levanto también. De mi casa, que es en Chillimarca, tengo que salir a las 6:00, porque vengo en movilidad y llego al Viedma a las 6:45. A futuro no me animo a hacerme un trasplante de riñón, porque son bien caros los medicamentos. Cuando tenemos reunión, hay muchos que se quejan del costo de las tabletas que es de 300 a 350 bolivianos.
FALTAN DONANTES
MARIO GUARACHI GÓMEZ (61), PACIENTE CON INSUFICIENCIA RENAL
“Es difícil conseguir un riñón compatible”
Mi familia me apoya por lo menos con la comida y así tengo que sobrevivir porque yo no puedo hacer nada, antes por lo menos yo era chofer (…) Me puedo hacer un trasplante, pero es difícil conseguir un riñón compatible, ya intenté en mi casa, con mis hermanos, mi esposa y, al último, como ya estoy mal, tampoco he querido. Como nosotros somos de la tercera edad, qué podemos pensar, ya somos inútiles, un perjuicio en la familia y hay que partir nomás.
ESTAMOS MAL
NATIVIDAD HINOJOSA (47), PACIENTE CON INSUFICIENCIA RENAL
“Espero la suerte para un trasplante”
No puedo acostumbrarme, me duele cada día mi cuerpo. A veces estoy bien, pero para la tarde me indispongo. Con la diálisis me calma un poco y eso que me cuido. No trabajo, mi esposo nomás me apoya. La doctora me dijo para un trasplante de riñón, pero no tengo parientes, sólo tengo tres hijos pequeños. Estoy esperando a ver si me llega la suerte para hacerme el trasplante cadavérico. La gente no nos entiende, piensa que estamos sanos, pero estamos mal.
