La UMSS, ¿más de lo mismo?
Todo recambio democrático de autoridades es una oportunidad para reencauzar rumbos si los beneficiarios del voto ponderado de docentes y estudiantes optan con decisión por impulsar un proceso de transformación de la casa de estudiossuperiores.
El próximo viernes 6 se realizarán los comicios para elegir a los nuevos Rector y Vicerrector de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), luego de más de un año de caos institucional y en un ambiente de profundas desconfianzas y pugna de intereses corporativos que no auspicia un futuro promisorio.
Al margen de las impugnaciones, amenazas de no reconocer los resultados, atisbos de violencia entre adherentes contrarios y la falta de propuestas que por lo menos hagan referencia seria a los problemas que atraviesa esta entidad, los entendidos predicen que ninguna candidatura alcanzará la mayoría ponderada suficiente, lo que obligará a una segunda vuelta electoral entre las fórmulas más votadas. Ello, siempre y cuando sus estamentos afiliados a corrientes radicales no decidan desconocer el proceso electoral en sí y pretendan erguirse como autoridades de facto.
El problema de fondo, como sostienen algunos analistas, es que por la vigencia de los intereses particulares (de orden económico, político, corporativo) no hay una voluntad para encarar los problemas de fondo porque esto exige, previamente, postular el diseño de una nueva universidad que responda a los desafíos que plantean los tiempos actuales, la democracia y la sociedad (situación que, por lo demás, se observa en todo el sistema universitario público del país, lo que, obviamente, no debe ser un consuelo).
Anclados en viejas teorías ideológicas y educativas, sus estamentos adoptan un discurso incendiario que finalmente sólo sirve para mantener el statu quo del que son sus principales beneficiarios.
En esa perspectiva, sin desconocer el peligro, por un lado, de caer en injustas generalizaciones y, por el otro, las buenas intenciones que seguramente guían a los candidatos en estas elecciones, es posible afirmar que actualmente la meritocracia, la excelencia académica, la investigación y la extensión son conceptos alejados de las aulas universitarias, pues están subordinados a los objetivos pragmáticos de copar espacios de poder internos y, como lógica consecuencia, gozar de las prebendas que aquellos reportan.
Pero, pese a esa visión pesimista de la situación que atraviesa la UMSS, que responde al comportamiento demostrado por los estamentos desde hace ya varios años, estas elecciones pueden ayudar a enfrentar la crisis. Todo recambio democrático de autoridades es una oportunidad para reencauzar rumbos si quienes resulten beneficiarios por el voto ponderado de docentes y estudiantes, optan con decisión por impulsar un proceso de transformación de la casa de estudios superiores. Esto implica enfrentar a las roscas burocráticas conformadas por docentes, administrativos y estudiantes que están enquistadas en su organización interna, y dar curso a un proceso que permita que la UMSS se convierta en una universidad de excelencia académica, que valora la investigación, democrática y de servicio.
Sólo así se justifica, por un lado, defender a rajatabla la autonomía universitaria, conquistada precisamente para garantizar un espacio de libre y plural reflexión académica, y por el otro exigir el desembolso de los recursos suficientes para que pueda cumplir su misión.
Mientras no se abra ese proceso, se puede concluir, la UMSS seguirá marchando hacia su propia destrucción.