Petróleo en el norte boliviano
Conocer la geografía del departamento de La Paz, verdadera síntesis del territorio boliviano, significa, ante todo, tener una clara visión de las polifacéticas características de los hombres que la habitan.
Pando, situado en el norte, en plena Amazonia, se levanta en todo aquello que alguna vez fue el territorio nacional de colonias, cubierto en toda su extensión por una umbrosa y húmeda selva tropical. Así también el departamento del Beni, con su propia naturaleza y geografía, cuajada de grandes riquezas y perspectivas, configuran el norte boliviano.
Este extenso territorio, enclavado en el centro de América Latina, no ha tenido hasta hoy día la oportunidad o la voluntad de sus gobernantes para lograr su desarrollo y su esperada integración hacia el resto del país.
Se despliega ante nuestros ojos el complejo panorama resumido en un territorio que conforman el norte de La Paz, Beni y Pando, con una superficie aproximada de 360.000 kilómetros cuadrados, una extensión que bien podría compararse, con España, Francia o Alemania en Europa, pero con una densidad poblacional ínfima por kilómetro cuadrado. A todo esto se tendría que agregar que se trata de un territorio desvinculado.
En julio de 2008, se promulgó la ley que aprueba la exploración de hidrocarburos en áreas reservadas en los campos Sécure, Madidi, Chispani, Lliquimuni y Chepite. Esta ley hacía referencia al contrato de Petroandina SAM, que autorizaba la exploración petrolera en los bloques subandinos descritos.
Es cierto que a principio de la década de los años 80, YPFB denominó Bloque Pando a un área importante de los departamentos de Pando, Beni y La Paz; sin embargo, ésta no es exactamente la misma para este proyecto de exploración de hidrocarburos.
Como antecedentes es necesario mencionar que el área del Bloque Pando estaba a cargo de la petrolera Shell, que estuvo desarrollando un importante proyecto de exploración petrolera que, a pesar de la importante inversión que hizo esta empresa, no completó los estudios de geofísica, sísmica, gravimetría y la perforación que efectuaron. Sólo llegó, en ese tiempo, a menos de 2.800 metros de profundidad, sin resultados positivos, razón por la que desistieron de proseguir con este proyecto.
En el Congreso Mundial de Recursos Naturales de 1974, que se llevó a cabo en Caracas, Venezuela, pudimos observar en detalle que las columnas estratigráficas en toda el área subandina de Bolivia, desde el sur hasta el norte de Santa Cruz, coincidían perfectamente con las que presentaron las perforaciones efectuadas en la selva peruana, deduciendo de esta manera que no hay una razón geológica que afirme la no existencia de hidrocarburos en la zona que nos ocupa.
Hoy en día, dentro del presupuesto del Upstream, o sea, desde la exploración y hasta la perforación de Lliquimuni, vemos que todo ha fracasado y que los resultados son totalmente negativos. Sobre este proyecto, los profesionales quisiéramos saber todo lo que contemplaron estas inversiones que debió haber hecho la petrolera asociada, en lo que se refiere a la ficha ambiental, el impacto, el equilibrio ecológico y los problemas sociales de los intereses de las etnias que habitan el territorio de este proyecto, la utilización de las modernas tecnologías que deberían emplearse en esta fase, y los servicios que deberían haber sido terciarizados, tales como geofísica, sísmica, gravimetría, mapeo de detalle, información satelital, perforación y otros. Es de esperar que así haya sido, con la seriedad del caso.
Lamentablemente, aún no conocemos resultado alguno. Peor aún al saber que Petro- andina viene de un Estado con una crisis tan profunda, como Venezuela. Lo preocupante del caso, que está por encima de cualquier comentario, y en lo que se debe insistir, es que no se puede jugar más con las aspiraciones de La Paz, Beni y Pando.
El autor es ingeniero geólogo y administrador de empresas.
Columnas de JOSÉ GUILLERMO TORREZ G. O.