Integracionistas vs. nacional- populistas
El mundo divisa dos tendencias que el Brexit supo acentuarlas con mayor rigurosidad. Veamos. Sucede que de un tiempo a esta parte, concurren una serie de movimientos que buscan un aislamiento con el propósito de consolidar estructuras políticas altamente ideologizadas y de corte populista. Mientras la mayoría del mundo civilizado trata de fortalecer procesos de integración tanto en el plano económico como comercial, y en eliminar barreras que se constituyen en trabas para una real complementariedad, existen quienes enarbolan discursos que atizan odios raciales y llaman a la confrontación para crear barreras por el solo hecho de hablar otro idioma, tener otro color de piel, nacionalidad, creencia religiosa o forma de pensar.
Por estos lares, la caricatura más patética y macabra la encarna Nicolás Maduro y el chavismo que supo abarcar una área de influencia geográfica mientras el precio del petróleo lo permitía. Ha sido sobre la base de lo que en su momento se conoció como el socialismo del siglo XXI, que posiciones arraigadas en un nacionalismo muy peligroso dieron luz a tendencias donde bastaba el disenso para ser considerado enemigo del modelo y el proceso. La demagogia del discurso y la virulencia de la palabra antes que la eficacia a la hora de administrar la cosa pública, dieron cuenta en la medida que los hechos se sucedían, a un resquebrajamiento de una tendencia política que ha causado más daño que beneficio, y más hambre y subdesarrollo que bienestar y crecimiento.
A Maduro, súmese Ortega en Nicaragua o Kirchner en Argentina. Si miramos más allá, nos encontramos con Donald Trump ante la proximidad de las elecciones en EEUU y con los propiciadores del Brexit en el Reino Unido. En estos dos últimos casos, cómo no, existen diferencias de madurez democrática que hacen que ambos países sean cualitativamente superiores a Venezuela en términos de institucionalidad.
Lo peligroso, en todo caso, pasa por el magnate neoyorquino quien encarna una visión nacionalista y americanista xenófoba en un país donde precisamente confluyen diversas nacionalidades. Trump no tiene nada que envidiar a los chavista en esa su lógica regresiva al pasado y a las posturas donde predomina la raza y el origen de las personas en el plano social, y la ausencia de una visión integradora en el plano comercial. Ciertamente EEUU no habría llegado a ser lo que fue y es, si no hubiese sido por la fuerza migratoria y por la conjunción de varias nacionalidades que hasta ahora representan el sentimiento más genuino de un auténtico patriotismo. Decir que EEUU es sólo para los “gringos” o que debe cerrar su comercio a efecto de proteger su industria aniquilando acuerdos de la importancia del NAFTA, son nada más que señales de una ignorancia supina que créanlo o no, también se observa en la primera potencia del mundo.
Termino aquí. El mundo camina sobre dos tendencias totalmente opuestas. Pensar y suponer que eres el ombligo del mundo y que por ser así, eres mejor que otros, es negar la visión periférica que exige integración y desarrollo compartido. El Brexit, que es una abreviatura de Britain (Gran Bretaña) y exit (salida), lamentablemente fortaleció la postura menos prudente. Personajes como Nigel Farage, Maduro o Trump son tan perniciosos que no es casualidad que adopten un criterio de defensa a ultranza de modelos que enarbolan tesis nacionalistas y sean, a la vez, fervientes enemigos de la integración y complementariedad sin ideología. Son los enemigos del mundo moderno.
El autor es abogado.
Columnas de CAYO SALINAS