La desconexión con la calle
En algún punto los intereses de los grupos corporativos se vuelven difíciles de manejar y peor aún si no se tiene un plan de contingencia con las élites emergentes dentro del partido que demandan circulación de poder, es en este punto en el que el líder del partido normalmente lo que elige es intentar controlar internamente su organización
Momentos especialmente ingratos como estas últimas semanas en las que evidenciamos la escasez de agua y el problema en el recojo de basura en la ciudad de La Paz hace difícil intentar establecer un diálogo de razones entre todos porque al parecer a quienes afecta el problema lo último que esperan son explicaciones técnicas.
No hay duda que problemas como éste deben ser responsabilizados a quienes transitoriamente ocupan puestos de decisión pública, pero al mismo tiempo deberían servirnos para reflexionar colectivamente sobre qué hacemos a diario además de protestar cuando afectan nuestros intereses personales o de gremio.
No me voy a referir al papel ciudadano, sino por sesgo politológico pienso que últimamente existe cada vez más distancia entre lo que es la conexión del Gobierno central con la calle, a este fenómeno se lo conoce también como la burocratización interna de los partidos.
Me explico: por un lado, cuando una organización política que gobierna tiene como base principal la alianza con organizaciones sociales que no forman parte de eso que conocemos como la disciplina de partido y que más bien su práctica política gira en torno a una relación de negociación e intercambio de favores que no necesariamente son programáticos.
Por otro lado, se tiene una ciudadanía en general cuyos intereses crecientes giran en torno a problemas cotidianos que son parte de lo que se conoce como la pequeña gran política. Entonces, en algún punto los intereses de los grupos corporativos se vuelven difíciles de manejar y peor aún si no se tiene un plan de contingencia con las élites emergentes dentro del partido que demandan circulación de poder, es en este punto en el que el líder del partido normalmente lo que elige es intentar controlar internamente su organización, alejándose así de lo cotidiano e importante para la población.
En este entuerto, cuando emerge un problema importante, no suele ser el mejor mensaje decir que todo es culpa de los técnicos y no de quienes toman las decisiones, porque primero se está menospreciando la labor de aquellos que estudian una carrera para trabajar en el rubro correspondiente y, segundo no por desvincular la responsabilidad del grupo corporativo que se apropió de la dirección de la institución pública puesta en entredicho vamos a ocasionar que la gente entienda que los políticos son ajenos a este tipo de responsabilidades.
Finalmente, dado que hablamos de un problema que afecta a sectores urbanos que son predominantemente parte de lo que se conoce como clase media, las acciones que se reflejan anteriormente no hacen más que alejarlo del partido de Gobierno, peor aún cuando los votantes han dejado de fijarse en lo que es el Gobierno, es decir su representación en apariencia; para pasar a fijarse en lo que hace el Gobierno, o sea en su representación sustantiva.
El autor es politólogo
Columnas de MARCELO AREQUIPA AZURDUY