La transformación de Ortega
Lo que está ocurriendo en Nicaragua es el perfecto ejemplo de cuánto puede cambiar una persona, sus principios… su ideología.
Daniel Ortega, fue un luchador por los derechos humanos. Como integrante de la Juventud Patriótica Nicaragüense, apareció después en el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y, en esa condición, combatió al régimen dictatorial de la familia Somoza.
Más que familia, la Somoza fue una dinastía en la que sus miembros se turnaron en el ejercicio del poder.
Cuando triunfó la revolución sandinista, luego de una lucha que duró alrededor de dos décadas, el presidente era Anastasio Somoza Debayle quien ya había gobernado en dos periodos anteriores y encabezaba una dictadura en la que ya había expresado su deseo de perpetuarse en el poder.
Tras la caída de los Somoza, en 1979, el poder fue desempeñado por la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional en la que ya intervino Ortega. En 1984 gana las elecciones con el 63 por ciento de los votos e inicia un gobierno de tendencia socialista. Es durante esta gestión en la que surge la contrarrevolución, conocida simplemente como “la Contra”.
En 2006 volvió a ganar las elecciones pero con un porcentaje notoriamente menor —37.99%— y, desde entonces, ya no suelta el poder. Pese a las limitaciones constitucionales, se volvió a presentar una y otra vez y fue reelegido en todas ellas, siempre con una alta votación. La última vez, en 2016, se presentó a las elecciones colocando de candidata a la vicepresidencia a su esposa, Rosario Murillo. Ganaron con el 72.5 por ciento en medio de denuncias de fraude.
Al margen de su dilatada y exitosa carrera política, Daniel Ortega hizo noticia por las denuncias presentadas en su contra. Desde 1998, cuando su hijastra, Zoilamérica Narváez Murillo, lo acusó formalmente de abuso sexual, las violaciones a los derechos humanos, y hasta las versiones de su conexión con el narcotráfico, han sido moneda corriente en Nicaragua.
Con esos apuntes, es fácil ver cómo Daniel Ortega se ha convertido en lo que combatió porque, hoy en día, es, con sus lógicas variantes, una réplica de los Somoza. Más allá de que sus hermanos también hayan militado en el FSLN, lo que convierte a su familia en una dinastía es que, con merecimientos o no, le ha dado a su esposa un cargo público, el de vicepresidenta.
Pero ahora el pueblo nicaragüense se ha vuelto contra él, contra ellos, y exige la renuncia de la pareja. Las últimas protestas arrojaron el saldo de 25 muertos y más de 500 heridos pero, en lugar de retroceder, Ortega aprieta más el puño.
Y, por increíble que parezca, su conducta es apoyada por algunos presidentes, entre los que se cuenta al de Venezuela, Nicolás Maduro, y al de Bolivia, Evo Morales.