La difícil situación de los sistemas jubilatorios
Por lo visto, cualquier intento de modificar las reglas sobre los sistemas de pensiones provoca fuertes protestas sociales que ponen en jaque a los gobiernos involucrados. Este año fue el turno de los gobiernos de Rusia y Nicaragua. En el primer caso, la propuesta de reforma llevó a una fuerte caída de la aceptación del gobierno presidido por Vladimir Putin. En el segundo, condujo al gobierno sandinista de Daniel Ortega al borde de su caída.
Ambos gobiernos se vieron obligados a retroceder en sus intentos. El nicaragüense dejando en suspenso la consideración del asunto y el ruso modificando los alcances de su propuesta. La iniciativa del gobierno sandinista estuvo centrada en el aumento del porcentaje de aporte de los trabajadores al sistema jubilatorio. La propuesta del gobierno ruso en la elevación de la edad de jubilación, de 55 a 63 años para las mujeres y de 60 a 65 años para los hombres. Ante la presión social, el gobierno ruso cedió proponiendo 60 años como edad de jubilación para las mujeres. En ninguno de los dos países las iniciativas han sido aprobadas, a pesar de que sus proponentes las respaldan en las crecientes dificultades para financiar los sistemas jubilatorios.
Un reciente estudio del Foro Económico Mundial (WEF) estima que el déficit conjunto en los sistemas de pensiones de un grupo de países desarrollados –Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Canadá, Australia, China, India y Holanda– llegará, en 2050, a la nada despreciable suma de 400 billones de dólares. Los autores del trabajo se preguntan cómo podrá solventarse la situación de que, según otras estimaciones, la esperanza de vida en esas sociedades podría acercarse pronto a los 100 años.
En todos los sistemas de pensiones, el dinero para financiar las obligaciones de estos proviene de los aportes de los trabajadores, los empleadores y los estados. La primera cuestión que se plantea es en qué proporción deben aportar esas tres fuentes. En aquellos sistemas basados en el ahorro individual de los trabajadores, el mayor aporte corresponde a estos. Para que sean sustentables es crucial mantener un equilibrio entre el número de trabajadores activos que aportan y el número de trabajadores retirados. Sin embargo, esto se hace difícil debido al progresivo incremento de la esperanza de vida. De ahí la idea de elevar la edad de jubilación. En estos mismos sistemas, es también difícil atender las necesidades de sectores sociales no integrados o los mismos o que realizaron insuficientes aportes. En respuesta a esta cuestión, se maneja la fórmula de creación de fondos accesorios denominados “solidarios” que cuenten con mayores aportes de los empleadores y del estado.
El autor es docente universitario.
Columnas de ALBERTO ZELADA CASTEDO