Disculparse por un hijo
Lucy Aramayo F.
En una carta considerada como acta de compromiso, Andrea Julián, la madre del joven albañil que gritó “Bolivia dijo No” en el acto cívico de Potosí al presidente Evo Morales, se comprometió “como mamá” a que no se repitan incidentes como el ocurrido con su hijo.
La señora que viste pollera y trabaja como profesora en una unidad educativa potosina arguyó en su texto que el joven habría lanzado el grito cometiendo un error. De esta manera, Andrea Julián pidió disculpas como mamá por lo sucedido con su hijo, a fin de que sea liberado de la detención sin pruebas, acusado por “atentar” contra Morales y otras autoridades.
¿Expresarnos y decir lo que pensamos es un atentado? Por lo visto recurrentemente, sí lo es. Por ello, la dama potosina es un símbolo de lo que muchas madres estamos dispuestas a hacer: humillarnos, incluso sabiendo que nuestros hijos no cometen falta alguna falta, salvo decir la verdad. ¿Cuántas “Andreas Julián” sufrimos a diario y luchamos con la impotencia de gritar lo que sucede en Bolivia? ¿Cuántas mujeres somos concientes de que la democracia y la libertad de expresión está siendo violada?
Gritar un sentimiento, que además no falta a la verdad, es un honor. ¿Acaso en el referendo vinculante del 21F no ganó en Bolivia el No con más del 50 por ciento?
Tanto los políticos de oposición como los oficialistas deben ponerse la mano al pecho para repensar el proyecto de país que queremos: inclusivo, respetuoso, que desarrolle la honorabilidad, el trabajo, la honradez y la verdad, valores que ya no se ven en los políticos. Basta, señores, de buscar protagonismo e individualismo. ¡Bolivia se nos muere!
Madre y ama de casa cochabambina
Columnas de Redacción Central