El Alto, Sucre y Potosí
El Alto, Sucre y Potosí tienen en común el haber sido en los últimos días blanco de conceptos y descripciones que oscilaron entre lo absurdo, lo ridículo y lo ofensivo por parte de apreciaciones internacionales a propósito de la participación de equipos bolivianos en las copas Libertadores y Sudamericana.
A El Alto y a Potosí, les observaron la altura (cuándo no), y un periodista (?) uruguayo hasta se atrevió a tratarlos de “perros” y pedir que se dediquen a otro deporte.
A Sucre lo describieron como un pueblito que ni siquiera tenía un hotel para albergar a un equipo de fútbol. Lo que no dijeron es que los alojamientos de la capital ya estaban todos copados con la realización de los Juegos Sudamericanos, y que Boca llegó tarde para reclamar hotel. También cuestionaron el presunto mal estado del camino mostrando imágenes de años pasados y elucubrando que Boca Juniors viajaría en vehículos 4 x 4 porque el camino era demasiado angosto o porque no existían buses para conectar ambos puntos del tramo.
La flor de lo absurdo se lo llevó el futbolista argentino Brian Sarmiento, quien, entrevistado por la prensa de su país, declaró la existencia de una tribu de caníbales en la ruta Sucre-Potosí.
Felizmente, estas declaraciones quedaron donde deben estar: de burla en redes sociales o en la prensa amarilla, en el espacio de los memes humorísticos y en la anécdota. No valía la pena ni siquiera debatirlas o salir a explicar.
Lo que sí debe preocupar, independientemente de la mala imagen que se le quiere endilgar al país con fantasías, son otros detalles que a veces pasan desapercibidos u opacados justamente por estos episodios ridículos.
Hace unos días, la Conmebol conminó al Real Tomayapo a buscar otro escenario deportivo para disputar sus partidos internacionales, en vista del mal estado del estadio Cuarto Centenario. No es la primera vez que se observa el mal estado de un escenario deportivo boliviano.
Hace un mes, cuando el cantante Luis Miguel canceló su gira por Bolivia, inmediatamente se conjeturó que la razón era el clima de inestabilidad social en el país. Y aunque después se hubiera aclarado que eran otras, queda la otra explicación en el imaginario colectivo.
Desde este espacio, censuramos todo agravio basado en relatos absurdos que se le hagan a nuestras ciudades, pero también exhortamos a nuestras autoridades nacionales y locales, y a la misma población a pensar en lo que realmente es digno de preocupación: el buen estado de los campos deportivos, el buen trato al visitante, el contar con una hotelería aceptable y (Dios lo quiera) contar con climas sociales estables que hagan atractiva la visita de deportistas o artistas internacionales o de cualquier turista que llegue de visita al país. Es lo que cuenta.