Víctor Céspedes: “El arte me mantiene con vida hasta hoy”
La vida de Víctor Céspedes no fue la misma desde diciembre de 2016, cuando tenía lista una muestra para exponer en la Casona Santiváñez, ésta fue pospuesta por un enfermedad que le detectaron.
Sin embargo, las ganas de seguir creciendo artísticamente y mostrar sus nuevas propuestas a sus seguidores lo ha llevado a continuar creando. “Yo no debería estar aquí, pero el arte me mantiene vivo hasta ahora, porque quiero seguir haciendo lo que mejor sé hacer”, admite mientras acomoda algunas de sus obras que están en exposición en la Casona Santiváñez desde anoche y que concluirá el 15 de agosto.
El artista preparó 26 de sus esculturas, que las esculpió desde 1990 hasta 2016, en tres categorías: internacionales, en las que plasma diferentes versiones del Quijote de la Mancha, un personaje con quien se ha identificado las últimas décadas. Tradiciones, obras que muestran diversas situaciones de festividades y la cotidianidad cultural. Y, por último, seres vivos, en la cual manifiesta su preocupación y su favoritismo hacia los animales.
Su enfermedad, que le provoca un leve temblor en la mano, le impidió continuar con sus esculturas con volumen, pero alista una nueva muestra en bajo y alto relieve sobre una tabla. Ya concluyó tres obras.
“Siempre le ha gustado terminar lo que empieza, es muy perfeccionista y eso es lo que admiro de él. Dará todo de él hasta ver sus obras en algún salón como su mayor trofeo”, dice Margarita Oporto, su esposa.
Las esculturas de Víctor han pasado por casi todos los salones de arte de Cochabamba y de Bolivia, algunas de ellas están en su taller y otras en la casa de algún cliente del interior o exterior del país. Ha vendido sus obras a clientes de España, Italia, Estados Unidos, Francia y otras naciones.
El interés por la escultura siempre estuvo presente en él, desde “ch’iti”, dice en tono modesto el artista de 74 años.
Su primer trabajo lo realizó entes de salir bachiller, a sus 18 años. La temática fue costumbrista inspirada en la cotidianidad de su municipio, Sipe Sipe.
Para perfeccionar su talento ingresó a la Escuela de Bellas Artes Raúl G. Prada y en 1974 concluyó sus estudios. Por azares de la vida fue minero en Catavi, Potosí, donde para entonces su padre trabajaba. La experiencia lo inspiró a crear nuevas esculturas en los años posteriores con la temática de ese tipo de oficios.
Cuando retornó a Cochabamba estudió literatura y lenguaje en la Universidad Católica Boliviana “San Pablo”, formación que le llevó a ampliar sus conocimientos sobre el arte y a obsesionarse con Don Quijote de la Mancha, novela escrita por el español Miguel de Cervantes Saavedra. Una identidad que la plasmó en gran parte de sus obras hasta diciembre de 2016.
Ha tallado en diferentes tipos de maderas como el roble, cedro, caoba, olmo y demás. “En muchas ocasiones desconocía su clasificación, simplemente le daba un sentido al pedazo de tronco”, cuenta.
Su arte también lo ha compartido con su hermano, el reconocido escultor Agapito Céspedes, cuyas obras tienen similitudes en técnica más que en contenido. Sus hijos, Víctor Hugo y Luigui, no se han dedicado a la escultura, pero sí a la música.
Margarita es quien lo ha apoyado desde siempre, si bien no es escultora como él, está presente en cada muestra, es su “fan” número uno desde el 75 y ahora admiradora de su perseverancia y fidelidad a la nueva propuesta que Víctor alista.
"He realizado 400 trabajos aproximadamente y quiero hacer más. Esta situación no me va a detener para seguir haciendo lo que amo, el tallado en madera". Víctor Céspedes. Escultor en madera