El espejismo de la planificación familiar compartida
“No tengo pareja estable así que uso preservativos”, “tengo pareja estable pero ella lo tiene resuelto”, “después del tercer hijo se ligó las trompas”, “¿qué podría hacer yo?”, “¿por qué tengo que saber por qué no me haría una vasectomía?”, “¿por qué tanto rollo?, tomas la píldora del día después y listo”, “no lo sé...” son algunas de las frases que escuché decir a decenas de varones esta semana con motivo de reportear la nota sobre los mitos de la vasectomía que encontrarán en esta edición.
Pareciera que el tema de la planificación familiar siempre recae en las mujeres por una cuestión cultural y muy pocos de Ellos toman consciencia de su responsabilidad. Creo que hay un espejismo de igualdad instalado en el imaginario colectivo en relación a esta materia, igual como sucede con las tareas del hogar.
En los chats de mis amigas, más de alguna se queja de que llega a su casa después del trabajo y no le da para ir al gimnasio porque debe volar al súper y asegurar la cena de la noche. Mientras que su marido, que también trabaja, se dio tiempo para la pichanga de la semana y arribará al final de la noche, cenado.
En otros chats, las mujeres se pasan nombres de ginecólogos para resolver el tema de la natalidad en su hogar, recomiendan tal o cual pastilla, la mayoría en “etapa fértil” se inclina por la T de Cobre, y más de alguna celebra la aparente llegada de la menopausia porque al fin este tema dejará de ser tema en su vida.
Las mujeres dedican diariamente 2,5 horas más al día que los hombres a tareas domésticas y de cuidado, 1,4 horas menos al trabajo remunerado y 1 hora menos al ocio y el tiempo libre, según un informe de Estudios de Economía Aplicada que descubrí en Internet. La llegada de un hijo, subraya el informe, ahonda ese reparto desigual de tareas.
Tal vez por eso, ellas se ocupan más de la planificación y a ellos, como la vida les cambia poco, no les interesa. Y aunque ustedes no crean, lo que sucede en los hogares condiciona el mercado laboral.
A muchos les sonará como una anécdota, pero estas frases escritas al viento son la imagen de una realidad que se resiste a cambiar en nuestra sociedad. Cuanto más es la distribución de tareas domésticas dentro del hogar, mayor es la brecha de género en la participación laboral. Cuánto menos responsables son los hombres de su planificación familiar,tenemos más embarazos no deseados de adolescentes o cincuentones.
Sí, cincuentones que caminan con el nuevo bebé en brazos y la novia que parece la hija que estudia en la universidad, al otro lado del mundo. “Fue planificado”, suele decir con una risa nerviosa. Y, después, una se entera, porque los cochabambinos somos viperinos, que ahora sí se hará la vasectomía. La charla claro, es siempre entre hombres, y una se entera porque ellos son igual de chismosos como nosotras.
No es justo para las nuevas criaturas ni la sociedad estar dejando hijos regados por el mundo. Tomemos conciencia y rompamos el desequilibrio. Mejor aún, destruyamos el espejismo forzándonos a conversar.
Editora OH!